—¿En qué piensas?
—...
—Por la manera en la que estás frunciendo el ceño, puedo ver que es algo que realmente te preocupa, así que debo suponer que tiene que ver con Ezra. —decía abrazando por la cintura al omega.
—En verdad me es imposible ocultarte algo —respondía depositando un beso en aquellos labios. —Me preocupa, se lo fuerte que es, pero no puedo evitar preocuparme...
—Maika —tomo entre sus manos el delgado rostro —sabes que no tienes que cargar con esas preocupaciones tú solo, yo estoy aquí para ti.
—Lo sé, siempre estás ahí para mí, amo eso de ti... ¿Te gustaría ir a comer conmigo? ¿Quizás ir al cine?
—Vaya, ¿Maika me estás invitando a una cita?
—... —La cara de este comenzó a ruborizarse. —si no quieres ir solo tienes que decirlo —estaba avergonzado, la manera en la que Damián le provocaba era algo que siempre lo tomaba con la guardia baja.
—Me encantaría. —respondió con una sonrisa culposa, acercando al omega con el fin de besarle, al posar su mano sobre aquel delgado cuello podía sentir como el calor del cuerpo del omega comenzaba a elevarse. —te amo.
—Lo sé, yo también te amo. Gracias por siempre preocuparte por mí, por seguir siendo mi pilar sin importar lo que pase, sé que todas las situaciones te han afectado de igual manera, pero todo el tiempo estás ahí para darme tu apoyo.
—Y así seguirá siendo.
Maika respondió con una sonrisa al oír aquella declaración. Sin importar el tiempo que pasara al lado de Damián, este seguía teniendo el mismo efecto sobre él. Su corazón se aceleraba, y aquellas mariposas que invadieron su estómago desde el primer día que sus ojos se encontraron con los del alfa, no lo habían abandonado.
El omega eligió un restaurante especializado en cortes de carne wagyu, ya que sabía que era el favorito del alfa. Al ver a Damián devorar aquel pedazo de carne no pudo evitar sentir como el calor de su pecho crecía. Intentaba desviar su atención mojando sus labios en el vino tinto.
—Parece que el vino ha sido de tu agrado, me alegro. —decía contemplando directamente a los luceros dorados. Era como si aquella mirada enviara una onda de calor, sentía sus mejillas hervir y le costaba articular palabra.
El alfa sonrió al notar la reacción de su omega, la comida había estado deliciosa, pero no podía esperar para devorarle.
Nunca había pensado que estaría dentro de aquel vehículo, en medio de un estacionamiento, sentado sobre el regazo de Damián, entregándose en un apasionado beso, pero en ese momento quería seguir, anhelaba sentir las manos del alfa recorrer su cuerpo.
—Tus feromonas están más fuertes y tu piel —declaraba lamiendo el cuello.
—Agghh
—Está hirviendo, debes de estar entrando en celo. —el omega seguía frotando su cuerpo contra el del alfa con insistencia. —Será mejor que regresemos a casa.
—No, Damián no puedo aguantar —proclamaba perdiéndose de nuevo en aquellos labios. —Mételo, por favor. —los ojos dorados estaban húmedos debido a las lágrimas de placer que los inundaban. Tomó los dedos medio e índice del alfa y procedió a lamerlos, el interior de la boca cereza era cálido.
—Sabes cómo volverme loco —decía al sentir como el omega seguía lamiendo con insistencia sus dedos.
Removió los pantalones de Maika, su cavidad estaba mojada, sabía que aun así debía dilatarlo. Sacó del portaequipaje un lubricante y condones.
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Fragancias.
RandomMaika, es uno de los mejores miembros del club de esgrima aun siendo un omega recesivo, quien no puede evitar tener poca tolerancia a los alfas. De repente ve como su vida comienza a verse alterada por la presencia del nuevo alumno, Damián Walker un...