Fragancias.

Capítulo 96

Intentaba inhalar profundo para tranquilizarse, pero le estaba siendo imposible. La alegría y regocijo que inundaban su pecho hacían que sus manos temblaran, y su rostro no dejara de portar una sonrisa.

—¿Estás seguro de esto?, sabes que puedo ayudarte a huir de aquí si lo necesitas —decía Maika a sus espaldas. El beta le dio de nuevo un vistazo al reflejo en el espejo, acomodó el delicado y pequeño boutonnière que brindaba un toque de color a su traje.

—Nunca he estado más seguro de algo en mi vida. —respondía girando hacia el omega.

—Necesitaba asegurarme... Ezra te ves hermoso, estoy muy feliz por ti —añadía dándole un abrazo. Le respondió con la misma calidez, no había necesidad de decir nada más.

De igual manera como Luka no pudo esperar para proponerle matrimonio, el beta eligió tener la ceremonia de bodas lo más pronto posible. Tanto Lilian, Loretta y Maika habían estado haciendo hasta lo imposible para llevar a cabo la celebración de la manera en que este la había imaginado.

Una ceremonia íntima, tener a su lado a la gente que consideraba importante, era todo lo que necesitaba. La gama de colores elegidos por la pareja era blanca, grises claros y pequeños toques de lila.

—Es hora.

—Diablos, me tiemblan las piernas.

El camino hacia el altar parecía alargarse, había visto la idea que él y Lilian crearon para la celebración al aire libre, pero al ver todo ahí frente a él. Sintió un nudo en la garganta, y seguía aferrándose al ramo de rosas blancas y fresias moradas que sostenía.

Adornos de flores marcaban el camino hacia el altar, todo aquello le resultaba hermoso, pero ver a Luka esperándolo vestido con un traje gris claro y al cruzar miradas con él lo dejó sin aliento. Su persona, aquella que era su lugar seguro, le esperaba con una sonrisa, que le hacía saber que todo estaría bien sin importar qué. Avanzó con paso firme, deseaba unir su vida a la del alfa lo antes posible.

El corazón de Luka había estado latiendo frenéticamente, la espera lo mataba. Anhelaba ver al beta caminar hacia el altar, así que en el instante en que distinguió aquella delgada figura se quedó sin aliento. Conforme la luz iluminaba aquel ser y le dejaba apreciarlo, una enorme sonrisa inundaba su rostro. Sabía que Ezra se vería hermoso, vestido de blanco, no había manera en que algo en esa persona se viera mal, pero por alguna razón aquella imagen que cobraba vida conforme avanzaba hacia él, resultaba ser lo más perfecto y sublime que había visto en toda su existencia. La vibrante cabellera rojiza, aquellos brillantes ojos esmeralda. Esas coquetas pecas que adornaban las ruborizadas mejillas, la manera en la que aquellos labios se curvaban dedicándole una sonrisa, lo tenían embelesado.

Viéndole avanzar hacia él, volvía a confirmar lo que ya sabía, deseaba ver aquellos luceros esmeralda hasta que exhalara su último aliento.

—Imaginé muchas veces en mi cabeza como te verías en ese traje blanco, pero ninguna de las imágenes que creó mi mente te hicieron justicia, te amo.

—Vaya parece que el futuro novio está muy impaciente para dar sus votos —decía con voz tranquila el juez. Tras dedicarles algunas palabras, el momento había llegado. Zharia había sido la encargada de llevar los anillos. —¿Tienen sus votos? —ambos asintieron.

—Ezra, eres y serás lo más importante en mi vida, no sabes lo inmensamente feliz que me hiciste cuando aceptaste casarte conmigo. Deseo seguir despertando a tu lado el resto de mi vida, y sé que hallaré la manera de encontrarme contigo en mi siguiente vida. Prometo estar a tu lado, amarte, y seguir mejorando para ser digno de ti, para merecerme esa sonrisa que es mi mundo entero. Sin importar lo que el futuro nos depare, estar juntos en las buenas y en las malas, respetándote y admirándote como persona, como mi esposo, como mi todo. Te amo Ezra. —la argolla delgada de oro rosa con pequeños diamantes encajaba y realzaba a la perfección la sortija de compromiso.