Capitulo 4

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Varias semanas después, se encontraban en una fiesta que Mateo había decidido organizar para que Marizza empezara a relacionarse con su entorno.

Ella no tardó mucho en darse cuenta de que jamás encajaría en ese círculo social, pero no le importaba…

Ella estaba allí por Mateo, y con él todo iba "bien".

Marizza se había atrevido a reprocharle el poco tiempo que pasaba en casa y él a cambio había organizado esa fiesta. Ella solo esperaba que fuera un primer paso de un cambio, sino radical, notable al menos.

Estaban conversando con la primera pareja normal que encontraban entre toda esa gente, cuando un empleado se acercó a Mateo con el inalámbrico y le dijo…

-Es una conferencia desde Tokio señor- dijo su empleado

Mateo miró un momento a Marizza y tomo el teléfono.

Ella intentó no mostrar su decepción, pero él debía haberla notado. Sabía que ya no lo iba a ver en el resto de la noche. Se fue con el teléfono dejándola sola entre desconocidos.

Pablo observaba la escena desde lejos.

Marizza no tardó en escabullirse. Nadie la iba a echar en falta, y ella se sentía totalmente fuera de lugar, y sola.

Salió al jardín. La noche estaba algo fría así que nadie iba a salir a molestarla, aunque ella no tardó en sentir como la piel de sus brazos se erizaba por el frío, prefería eso a estar dentro de ese salón.

-Sigues poniéndote mal… ¿No es así?- dijo Pablo diciéndole de atrás

Marizza se giró y no dijo nada. Se quedó mirándolo a los ojos. Los mismos ojos con los que dormía todas las noches, pero que ya hasta habían dejado de resultarle familiares.

-¡Dale Marizza! No puedes ponerte así por una llamada.

-No quiero estar dentro. Me da igual lo que haga tu padre.

-Estas enfadada.

Marizza cerró los ojos y sonrió. Eso era lo peor, no estaba enfadada, se sentía completamente abandonada, pero no estaba enfadada.

Marizza mirándolo de nuevo- Te aseguro que no…

-¿Entonces?

-Estoy sola.

-No es así.

Marizza señalando hacia el salón- Toda esa maraña de extraños no son compañía ¡eh! Para ellos no existo.

-Bueno… Quizá para ellos no.

-Y para tu padre tampoco.

Se quedaron mirando fijamente.

Para él si existía… ¡Vamos que si existía!
No se la podía sacar de la cabeza. Le parecía la mujer ideal, salvando el hecho de que estaba casada con su padre…

-Para mi padre si eres alguien. Y para mí también…

-¿Para ti? ¿A ti te importo?

-Estoy aquí, ¿no?

Ella no contestó. Se quedaron callados durante un largo rato…

Pablo recorría todo su rostro con la mirada, se había acostumbrado a la belleza natural de Marizza, pero ese día estaba mucho más linda que de costumbre.

Con ninguna mujer que le atrajera había tenido tanto aguante como con ella, pero su aguante flaqueó en ese preciso instante. Se empezó a acercar…

Ella no se movía.

Pablo era realmente muy lindo, era el hijo de su marido, pero en ese momento ella no veía más allá de sus ojos.

PEQUEÑAS HISTORIAS PABLIZZA/BENJAMILADonde viven las historias. Descúbrelo ahora