Capitulo 8

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Me encontraba sentada en la sala de espera de la doctora Linares, esperando que ella me pudiera atender.

Mis manos sudaban y tenía ganas de
salir corriendo del lugar, de seguir hundiéndome en el dolor porque era más fácil que enfrentarlo.

Sin embargo, tenía que intentarlo por mí y por mi bebé. Debía darle una oportunidad a la terapia antes de darme por vencida y si este no era el
camino, buscaría otro método que funcionara.

Mi corazón tronó como loco y no podía controlarlo, sentía que en algún momento me daría un ataque de nervios.

La puerta frente a mí se abrió y salté del susto, la secretaria me sonrió e hizo un ademán para que me levantara y así lo hice, pasé mis manos por mi pantalón para secarlas antes de caminar a la mujer que estaba en el umbral de la puerta.

-¿Marizza? -cuestionó con duda.

-Esa soy yo -susurré nerviosa.

-Soy la doctora Lujan Linares. Es un gusto conocerte -sonrió y estrechamos nuestra manos- Entremos para empezar. Laura, por favor, que nadie nos interrumpa.

-Por supuesto, doctora.

-Gracias.

Ella giró para ingresar a la habitación y la seguí, cerró la puerta detrás de mí mientras me indicaba que tomara asiento.

Me dejé caer en un lindo sillón individual y miré a mí alrededor esperando encontrarme con un diván, pero no había ninguno en la habitación. Observé sus títulos en la pared y algunas obras decorativas aquí y allá, el lugar acogedor y agradable como si fuera perfecto para sentarse a conversar con una vieja amiga.

-¿Qué la trae el día de hoy, Marizza?- cuestionó y se sentó en el sillón frente a mí, colocó una libreta sobre su regazo y esperó pacientemente a que hablara.

-Eh -balbuceé y pasé repetidamente mis
manos por mis muslos, empezaré por el
principio.

-Cuando quieras, Marizza. Estoy aquí para escucharte.

-Gracias -sonreí y tragué el nudo de nervios de mi garganta antes de continuar-: Hace cinco años tuve un accidente automovilístico, donde
perdí a mi bebé y al amor de mi vida. Desde ese día, no me siento como yo misma y he hecho cosas que no me enorgullecen, he lastimado a la persona que ha estado a mi lado todo este tiempo y no quiero seguir así -sollocé-. Ahora estoy embarazada y no quiero que mi bebé sea criado por la cáscara de persona en la que me he convertido. Quiero que él tenga una mamá que lo
amé con todo su ser.

-Tienes un pasado trágico, Marizza- analizó-. ¿El padre del bebé estará presente?

-Él se enteró del embarazado esta mañana y no sé si estará presente en la vida de su hijo- suspiré y cerré los ojos-. El y yo no estamos en los mejores términos y no deseo que mi bebé pague los platos rotos.

-Lo amas -declaró y no tuve tiempo de negarlo porque ella continuó hablando-: Comencemos por el principio, ¿qué sucedió hace cinco años?

Tomé una respiración antes de contar todo, desde como conocí a Simón, nuestra relación y del bebé que creamos juntos. La felicidad que
sentí cuando me pidió matrimonio y que no podía concebir mi vida sin él a mi lado. También le narré lo poco que me acordaba del accidente y las secuelas que me había dejado tanto de
manera física, emocional y mental.

Le conté de Pablo y como nos habíamos conocido, mi atracción inicial a él y como siempre estuvo a mi lado hasta que se cansó dejándome abandonada.

Le confesé el miedo que tenía de perder a mi bebé o de no poder presentarme a un cementerio sin romperme en pedazos. Que necesitaba sanar para poder seguir adelante.

En resumen, le conté mi historia.

Desde mi infancia en Casas de acogidas y algunos orfanatos hasta llegar a conseguir una beca para una gran universidad, y de mi arte lleno de dolor y sufrimiento. Hablé de toda mi vida en más de una hora de sesión y me sentí aliviada de poder sacar lo que había en mí.

-Marizza -dijo y miró su blog de notas.
Había escrito muchas cosas mientras le contaba mi historia y tenía curiosidad de saber que había anotado- Lo que percibo es que padeces de un duelo complicado o patológico.

-¿.Qué es eso?- fruncí el ceño.

-Significaba que no has podido superar el fallecimiento de tu prometido y del bebé que tenías en tu vientre

-¿Por qué es eso, doctora?

-Marizza, ¿tienes algún sentimiento de culpa o resentimiento hacia el accidente que te los arrebató?

-Yo..

-Debes ser sincera -insistió.

-Sí -confesé con los ojos Ilenos de lágrimas-. Siento que es mi culpa de que no estén aqui conmigo.

-¿Por qué?

-Porque si yo hubiera estado despierta, las cosas serían diferentes -solloze-. Todos estaríamos vivos y juntos, seríamos felices.

-¿Y Pablo? -preguntó, leyendo su blog de notas.

-¿Qué con él?

-Si Simón siguiera vivo, nunca hubiera
conocido a Pablo.

-Yo.. -vacilé, pues ella tenía razón y no sabía cómo responder.

-Marizza -suspiró- No es tu culpa. Si hubieras estado despierta, tal vez las cosas serían iguales a como lo son ahora.

-Pero...

-Mira- declaró y se inclinó hacia mí- Hay cosas en la vida que no podemos controlar y el accidente era una de esas cosas, ya que hubiera sucedido contigo despierta o dormida, o si no estuvieras ahí junto a él, era algo que no podías
haberlo evitado.

Nos quedamos en silencio y analicé sus palabras, pues ella tenía razón.

El accidente iba a suceder conmigo a su lado o no, era algo del destino y nadie podía modificar eso.

Suspiré y dejé caer mis hombros hacia adelante resignada con esa verdad que no había querido ver en los últimos
cinco años. Las cosas sucedían por algo y no podía cambiarlas.

-Tiene razón -nmurmuré.

-Nuestro tiempo se ha terminado, Marizza- miró su reloj de pulsera- Pero me gustaría que te perdonaras para poder continuar con nuestra terapia. Pídete perdón por algo que no fue tu culpa y te aseguro que Simón no te culpa de nada. Necesito que te sientas en un lugar tranquilo y pienses si realmente fue tu culpa o no, si hubiese podido cambiar algo de lo sucedido- hizo una pausa-. Deberás visitar su tumba, abrirte con él y decirle todo lo que sientes. Nuestra próxima sesión es dentro de dos días.

-¿Hablar con él? -titubeé nerviosa.

-Hablar con quienes ya no están nos trae paz- sonrió- Ellos escuchan, Marizza. Necesitas hablar con él y darle un cierre a esa parte de tu vida.

-Pero...

-Eso no significa que ya no lo ames, solo que entiendes que la vida continua sin tenerlo a él de manera física. Simón siempre estará en ti y vivirá en cada cosa que hagas con el corazón.

Asentí y me levanté del sofá para despedirme de ella. Sus palabras seguían nadando en mi mente y sabía que era momento de perdonarme, como de recibir el perdón de otras personas involucradas en el accidente.

Era el momento de ir al cementerio.





Continuar...

PEQUEÑAS HISTORIAS PABLIZZA/BENJAMILADonde viven las historias. Descúbrelo ahora