Capitulo 6

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Duré varios días encerrada en mi departamento, no comía y no podía dormir.

Lo peor es que los malestares del embarazo hicieron su aparición y cada vez me ponía mal y me sentía más débil.

Un día, Michi, la mujer que viene a mi casa para hacer limpieza, me encontró desmayada en la sala y tuvieron que llamar a una ambulancia, al despertar me di cuenta que estaba Internada y conectada a varias sondas.

El médico que me atendió me dio un regaño y entré en pánico cuando me dijo que estaba a punto de perder a mi bebé, eso me hizo darme cuenta que no solo era mi vida la que dependía de un hilo sino también mi hijo.

Estuve unos días Internada, no se como Pablo se enteró y apareció en la habitación.

Lucía cansado, ojeroso y cuando se acercó lo ignoré por completo dándole la espalda y con eso entendió que no lo quería cerca de mí. Solo escuche la puerta cerrada de nuevo.

Sus padres estuvieron conmigo, luego su madre iba varios días a la semana para constatar que estuviera bien y me alimentara, ya les había confirmado que estaba embarazada, pero no sabían que era su nieto, aunque lo querían como a uno.

No era capaz de decirle porque sabía que de inmediato le dirían a Pablo y no lo quería conmigo.

Al cabo de un mes me recuperé por completo y mi estado de ánimo había mejorado notablemente. Solo tenía en mi mente que debía salir adelante por mi hijo.

Mi barriga había crecido bastante, ya me habían confirmado que tendría a un niño, estaba feliz y aun no había dado con la casa que quería para criarlo, así que decidí esperar que naciera para cambiar de casa, entre tanto decoré una de las habitaciones de mi departamento y ya tenía todo listo para la llegada de mi hijo.

De Pablo no había vuelto a saber nada, Mora, su madre, sabía que no quería saber nada de él ni de su matrimonio y cuando venía de visita sola o con su esposo solo hablábamos de mi bebé y de sus planes de irse de nuevo de luna de miel, no se cuántas lunas de miel hayan tenido hasta ahora, pero cada vez se veían más y más enamorados.

Quite las fotos de Pablo de mi departamento, había varias donde siempre estábamos juntos abrazados sonriendo como si fuéramos una pareja de enamorados.

Muchas veces sacaba un porta retrato donde estaba su fotografía y la miraba por horas y luego la volvía a guardar en el último cajón.

Me sentía cansada, ya estaba de 38 semanas y muy pronto tendría a mi hijo conmigo. Decidí salir un momento, el encierro me estaba agobiando y quise caminar por un rato ya que eso ayuda mucho.

No logré caminar una cuadra cuando siento que alguien me llama, me doy la vuelta y me encuentro con Pablo.

Me sorprendió mucho al verlo, por un momento estuve a punto de tirarme en sus brazos y abrazarlo, pero hice una fuerza descomunal para no hacerlo.

-Hola- susurro y el camino hasta estar cerca de mi.

-¿Cómo estás?- pregunta y mis palabras se atragantan en mi garganta al verlo más de cerca, luce completamente diferente al hombre de hace unos meses.

-Bien- mi hijo me patea, debe sentir como tiemblo al ver a su padre.

-Quisiera invitarte a tomar algo- pienso negarme- Por favor- dice en forma de súplica y asiento.

Pablo me señala al café que está al otro lado de la calle y ambos caminamos hacia el lugar. Miro de reojo a Pablo, me duele verlo así.

Ha bajado demasiado de peso, luce muy delgado como si hubiera estado enfermo, sus pómulos se notan. Quiero llorar, quiero tirarme en sus brazos y decirle que cuidaré de él hasta que vuelve a ser el de antes.

PEQUEÑAS HISTORIAS PABLIZZA/BENJAMILADonde viven las historias. Descúbrelo ahora