Capitulo 9

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El nuevo día resultó ser igual de sombrío y frío.

Las nubes aún se cernían sobre la isla, pero no llovía.

Parecía que el cielo estaba a punto de caer sobre la isla con un aguacero.

La brisa del océano de alguna manera trajo el frío.

Mia no durmió esa noche, y desde muy temprano en la mañana, ya estaba sentada al lado de la cama de su tío, quien aún estaba inconsciente.

Su herida vendada seguía sangrando, el calor se apoderó de él con convulsiones.

El hombre murmuró algo durante las horas de agonía, pero su habla se entrecortó, era difícil distinguir al menos algo.

Luego de volver a mojar el paño en agua limpia, Mia lo bajó suavemente sobre la frente de Lucas, en ese momento él abrió mucho los ojos y agarró su muñeca con fuerza.

- ¿Oh, que estás haciendo?- ella exclamó en voz alta por la conmoción y el dolor. - ¡Duele, Lucas!

-Mia ...- dijo el hombre con voz ronca.- Yo ... lo siento mucho ...

-¿Qué pasó? ¿Quién te disparó? - Rápidamente comenzó a hablar la chica. - ¿Debería llamar a mi papá?

- P-solo ...

- ¿Para qué?- Lucas, por favor ... ¡me estás asustando!

- Lo hizo-lal s-s…

La chica sintió que quería contarle algo muy importante, lo obsesionaba, atormentaba su alma.

Pero ella no tenía idea de cómo ayudarlo.

En ese momento se abrió la puerta principal y Franco y Pablo se pararon en el umbral.

Se apresuraron a entrar en la habitación, alarmados, somnolientos y miraron a Mia.

- ¿Qué pasó? Gritaste ... - comenzó Franco, acercándose a su hija.

Sus cálidas manos se posaron suavemente sobre sus hombros, dándole una protección y una calma inexplicables.

- El tío, se despertó ... Solo estaba asustada ...

Franco y Pablo miraron al hombre al mismo tiempo, estaba nuevamente inconsciente y su agarre en el brazo de Mia se debilitó.

-Mia, necesitas descansar…- dijo Pablo en voz baja. - Sol puede cuidar de Lucas ...

- No, la chica también estuvo despierta la mitad de la noche. - Respondió Franco con seriedad. - Lleva a Mia a la habitación, yo mismo estaré de guardia hasta que llegue el barco.

Pablo asintió con la cabeza.

Le tendió la mano a la chica, llamándola.

- Pero papá, no es difícil para mí ...

- Mia, por favor. - Franco fue inflexible.

Mia cedió obedientemente, acurrucándose en su cálido abrazo de su amigo.

Los amigos salieron al pasillo, cerrando silenciosamente la puerta detrás de ellos.

El chico literalmente condujo a la chica por el pasillo, sujetándola con fuerza por la cintura.

- Ni siquiera has dormido, ¿verdad?

- Pablo, No pude cerrar los ojos ni por un segundo ... No puedo creer lo que está pasando. Pablo, ¿qué está pasando?

PEQUEÑAS HISTORIAS PABLIZZA/BENJAMILADonde viven las historias. Descúbrelo ahora