PEQUEÑAS HISTORIAS PABLIZZA/BENJAMILA

FINAL

POV PABLO

Un año después

Miré a Marizza sentada sobre sus talones conversando con Simón y con el bebé que ambos habían procreado años atrás, la forma en que sonreía y se desenvolvía dejaban ver la sanación que había realizado en el último año.

Nuestro hijo Aaron, de seis meses de edad, sonrió viendo a su mamá mientras yo lo sostenía contra mi pecho.

Todo había cambiado después de la
gran declaración que hizo Marizza, ya que siempre esperé escuchar sus verdaderos sentimientos hacia mí y, aunque ella pensó que me había
rendido, nunca lo hice, solo había cambiado de táctica, esperado que ella se diera cuenta de lo que realmente sentía por mí.

-Mamá está hablando con Simón- manifesté.

Aaron se acurrucó en mi pecho antes de cerrar los ojos y llevarse el dedo pulgar a su boca.

Escuché pasos y giré mi cabeza hacia donde provenían, me encontré con Luz,

Luz, Estefi y Oscar caminando hacia a donde me encontraba esperando a mi pareja. Los había conocido después de que Marizza y yo retomamos nuestra
relación, ella me los presentó como lo que eran, los padres de Simón y me sentí aliviado al saber que mi chica tenía más personas apoyándola en
su recuperación.

Estefania me dio un abrazo rápido antes de caminar hacia Marizza, ellas se habían unido después de que los señores Perez le pidieron perdón y
formaron una relación de madre-hija.

Amaban a Aaron como si fuera su propio nieto y lo consentían casi igual como mis padres lo hacían.

-Gracias por venir -dijo Oscar, parándose a mi lado y metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.

-De nada -murmuré, arrullando a Aaron- Es bueno para Marizza hablar con Simon su bebế.

-¿Está mejor?

-Mejorando- miré a mi esposa, quien seguía hablando con su exnovio- Muy pronto estará completa y habrá sanado.

Marizza y yo nos casamos tres meses después de esa noche de lluvia, en una ceremonia íntima en la casa de mis padres y donde los señores Perez habían sido los testigos de nuestra
unión.

La terapia seguía ayudándola y estaba
aprendiendo cada día más de cómo no permitir que el dolor la tumbara o la gobernara.

Su obra maestra, nuestras manos sosteniendo un corazón que antes había estado hecho pedazos, había sido un éxito en su exposición y tuvo muchas propuestas de compra, pero mi mujer no aceptó ninguna de ellas. En cambio, la colgó en nuestra sala de estar, ya que esa pintura representaba todo lo que habíamos tenido que pasar para ser felices, para ser la familia que
éramos en ese momento.

Marizza se levantó del suelo y limpió la tierra de sus pantalones antes de acercarse a Estefi para darle un abrazo, hizo lo mismo con Luz, con quien me tomó un poco de tiempo formar una
relación de cuñados, ya que ella tenía miedo de que dejara a Marizza de nuevo.

Oscar palmeó mi espalda antes de ir donde su esposa e hija, abrazó a Marizza cuando se la encontró en el
camino y le murmuró algo al oído, mi esposa asintió sonriendo y corrió hacia mí.

-¿Cómo te fue? -pregunté cuando llegó a mi lado.

-Bien -declaró y giramos hacia la salida del mausoleo.

-Me alegro, nena- me quedé en silencio por unos largos segundos-.¿Es muy pronto para tener otro?- indagué, mirando a nuestro hijo dormir.

-Pregúntamelo en seis meses y te contestaré, amor -rio con felicidad.

Sonreí sabiendo que cuando Aaron fuera un poco mayor tendríamos más hijos, ya que nos estaba gustando esto de la paternidad. El embarazo como el parto fueron normales y todo salió bien, algo que alivió mucho a mi esposa pues tenía terror de que su accidente la perjudicara en algo.

Marizza se emocionaba con cada nuevo kilo que subía o con las pataditas que el bebé daba en la noche. Ella había nacido para ser madre, aunque
su primer bebé le fue arrancado de sus entrañas, eso no le quitó el amor que tenía para nuestro hijo.

Llegamos a mi vehículo y abrí la puerta del asiento trasero para colocar a Aaron en su silla de seguridad, él se removió antes de seguir durmiendo.

Marizza colocó una manta encima de
él después de que le abrochara el cinturón. Cerré lentamente la puerta para no molestar su sueño, rodeé el vehículo y me subí en mi lado, Marizza ya se encontraba en su asiento mirando a nuestro hijo dormir.

-Hicimos un gran trabajo -murmuró.

-Lo hicimos. - agarré su mano y la apreté.

-¿Será por que te quiero?- me miró a los ojos y solté una pequeña carcajada. Era nuestra broma privada-Te amo, Pablo.

-Te amo, Marizza.

-Llévanos a casa -sonrió.

Asentí y nos Ilevé lejos del cementerio.

Miré de reojo a mi esposa y por el espejo retrovisor a mi bello hijo, quien seguía durmiendo Con tranquilidad.

Nadie había sabido que yo fui quien
rescató a Simón en el accidente. Mi estación fue llamada para ayudar en el accidente donde Marizza estuvo involucrada. No la conocí, pero
había escuchado de ella. Simón murmuraba su nombre mientras lo sacábamos del vehículo y estuve presente cuando lo llevaban al hospital.

Él habia agarrado mi mano y me miró directamente a los ojos, me asusté por el temor que se encontraba en ellos y mi corazón se detuvo por un milésimosegundo.

Flashback

-Cuídala- pidió y no entendí de quien hablaba-. Cuídala y hazla feliz. No dejes que se ahogue en el dolor.

-¿De quién habla, señor? -cuestioné sin
comprender nada.

-Cuida a Marizza- su agarre en mí se aflojó-. Hazla feliz. Promételo.

-Lo prometo -balbuceé solo para complacerlo.

Fin Flashback

Sin saberlo Simón me había encaminado al amor de mi vida y a la madre de mi hijo.

Años después encontré una foto de ambos juntos y las cosas empezaron a encajar.

Sin quererlo estaba cuidando y haciendo feliz a la persona que Simón me había pedido con su útimo
aliento.

Miré el anillo de la bisabuela de Simón
en la mano derecha de mi esposa, ella quería mantener una parte de ese gran amor con ella y no me molestaba, pues entendía que él fue importante para ella.

Sonreí y miré al cielo para lanzar un gracias.

Gracias a Simón yo estaba viviendo la vida que siempre deseé.