Capitulo 6

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Su relación seguía abarcando todos los sentidos. La constante falta de Mateo en casa hizo que Pablo casi se olvidara de que esa era la mujer de su padre y que él simplemente era "el otro".

Eso realmente ni se lo planteaba, pero la realidad siempre se nos cruza en el camino.

Y Pablo fue deliberadamente abofeteado por la realidad la tarde que llegó a casa con la intención de estar con Marizza y cenar con ella, pero se encontró con que ella y su padre estaban a punto de salir.

Mateo la iba a llevar a un restaurante muy elegante, y ella se vistió para la ocasión.

No la tuvo delante más de un minuto, pero se dio cuenta que nunca la había visto tan hermosa.

No solo estaba linda, estaba radiante, y algo le estrujó el estómago al darse cuenta que su compañía no tenía ese efecto en ella.

Se comportó de forma arisca y algo brusca. Marizza conocía sus motivos, pero hubiera deseado que no fuera así.

En esta ocasión, conocer la causa del problema, no servía de nada para enmendarlo.

Una vez en el coche…

-Pablo sigue comportándose como un niño malcriado…- se quejó Mateo- Pensaba que se habían empezado a llevar mejor.

Marizza mirando por la ventanilla- Pablo y yo no somos compatibles, pero no es ningún niño malcriado.

-No, da igual como se lleven. Hay unas mínimas normas de educación que no cumple. Ni siquiera te saluda- dijo Mateo moviendo su cabeza en negación

-Déjalo estar Mateo- dijo Marizza mirando a su marido- En el momento que yo considere que su comportamiento no es el adecuado… Yo misma se lo haré saber.

Mateo examinó a Marizza con la mirada

-No sé porque lo proteges. No es un niño.

-No lo protejo, pero realmente… No ha hecho nada mal.

Mateo se encogió de hombros- Como prefieras…

*************

Las cosas no mejoraron nada en los días consecutivos.

Para Mateo, descubrir que Pablo no se llevaba bien con Marizza, solo le dio motivos para pasar más tiempo en casa con su esposa o salir con ella.

Nunca hubiera imaginado que eran esos hechos los que hacían que Pablo estuviera insoportable.

No solo le dolía que Marizza ni siquiera se acercara a él desde que su padre pasaba tanto tiempo en casa, sino que le dolía que entre ellos estuviera todo tan bien, cuando él la había visto tan sola por culpa de su padre.

Pasaron semanas sin ni siquiera dirigirse la palabra. Él la evitaba a toda costa y las pocas veces que se cruzaban, a ella no le daba la cara para intentar hablar con él.

Pablo se había prometido no estar a la expectativa de lo que hiciera ella. Tenía que evitarla, era la mujer de su padre, y era una mujer que ya no tenía ningún interés en él.

No era lógico martirizarse por ella como lo estaba haciendo. Pensar en ella era un error constante, pero no tenía valor suficiente para decirle adiós definitivamente.

Solo le quedaba una opción.

*********

No sabía cuanto tiempo llevaba sin hablarse con Pablo, pero solo sabía que desde que él había dejado de dirigirle la palabra, ella no se había vuelto a atrever a llamar a su madre.

No se sentía capaz de hacerlo sin la seguridad de un abrazo suyo esperándola.

Salió de su habitación. Mateo la esperaba abajo para cenar, Pablo seguramente pasaría del momento "familiar".

Recorrió el pasillo y lo vio apoyado en la puerta de su habitación, la analizó de arriba abajo sin ningún disimulo. Ella hubiera jurado que se sonrojaba ante tan descarado escrutinio.

Respiró hondo y siguió andando, tenía que pasar al lado de él para bajar por la escalera.

Y justo en ese momento, él la agarró del brazo y la hizo entrar a su habitación.

Ella no solo no se atrevió a decir nada sino que no opuso resistencia alguna. Deseaba que Pablo hiciera algo así.

Él cerró la puerta y la apoyó a ella de espaldas a ésta.

Se acercó lentamente y la besó con ternura, con mucha ternura y con mucho cuidado, como si quisiera enmendar el daño que pudiera haber hecho con sus malos modos y su indiferencia.

Pablo separándose un poco- Estas preciosa…

-No llevo nada sostificado…

-Como sea… Pero siempre estas preciosa. Corrijo, eres preciosa.

Esta vez no tenía ninguna duda. Pablo había conseguido que se pusiera roja como un tomate, pero no le importaba.

Marizza algo nerviosa- Esto no esta bien…

Pablo acercándose a su cuello y besándolo entre palabras' Esto esta mal desde el principio… Pero ahora no quiero que acabe… No dejes que acabe Marizza.

Ella cerró los ojos y suspiró ante los cuidados de Pablo sobre su cuello. Se estremecía con cada contacto del rubio sobre ella.

-Pablo… Tu padre…

-No tiene que enterarse…- dijo separándose de ella- Sé que ahora esta más en casa pero…

-Me esta esperando- Marizza le rodeó el cuello con los brazos y le besó de forma apasionada.

Ella tampoco quería que eso acabara. Él sonrió. Le pasó el dedo pulgar por lo labios en un inútil intento de quitarle el carmín esparcido.

-Ahora me retoco- dijo Marizza agarrando el picaporte de la puerta y Pablo se separó de ella- Búscame ¿si?

Pablo asintió con una sonrisa. Sabía que acababan de volver a lo de antes. Sabía que era una locura, y más ahora que su padre pasaba tanto tiempo en casa, pero algo dentro de él le decía que eso era mejor que nada. Que cualquier cosa era mejor que nada si se trataba de ella.

Y ese tipo de situaciones en la habitación de Pablo pasaron a ser lo habitual.

Siempre era él quien la buscaba, siempre era él quien estaba pendiente de si su padre andaba cerca o no, pero no le importaba.

Ella no sabía porque cedía a todas las incitaciones de Pablo con tanta facilidad. Sabía que estaba haciendo mal, le estaba fallando terriblemente a Mateo, y ella quería a Mateo, quizá no lo amara, pero le tenía mucho cariño.

El problema empezó en el momento en que ese "cariño" fue superado por el cariño que despertaba en ella su hijo. A Pablo tenía claro que tampoco lo amaba, pero él se había encargado de ocupar el lugar de su padre, casi de forma inconsciente.

Él no lo tenía tan claro como ella. Podía sentirse mal cuando veía a su padre con Marizza, pero no por culpa de los remordimientos, que los tenía, pero eran superados con creces por los celos. No soportaba ver a Marizza entre los brazos de su padre, ni hubiera soportado verla entre los brazos de ningún otro. Se había enamorado de su madrastra, y lo peor es que nunca antes se había enamorado de nadie.











Continuará....

PEQUEÑAS HISTORIAS PABLIZZA/BENJAMILADonde viven las historias. Descúbrelo ahora