Capitulo 3

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Llevaba un rato observándolo desde la cola del kiosco. Estaba sentado en un banco del parque sin prestar mucha atención a nada, más bien metido en su propio mundo. Ya estaba atardeciendo.

Camila miró el reloj. La verdad que el día había pasado bastante rápido, pensó que sería peor.

Desde luego, era única para complicarse la vida…

¿Quién la mandaba a ella convertirse en la sombra del rubito?

Con lo tranquila que había estado durante todos esos años sin él en el pueblo… Estaba convencida de que ella y Benja nunca iban a conseguir llevarse bien, había algo que les hacía chocar. No sabia que sería, pero le conocía de toda la vida y nunca se habían gustado.

Pagó el paquete de pipas al kiosquero y regresó junto a él

-¿No quieres?- dijo ofreciéndole. Benja negó con la cabeza- Tú te lo pierdes…
¿Sabías que las pipas son muy buenas para la memoria? Y también para prevenir enfermedades cardiovasculares- escupió las cáscaras de una y siguió hablando- A parte de que están buenísimas claro. Aunque para mi gusto las mejores son estas- le mostró el paquete- Las que tienen sal no me gustan nada… para mí las pipas tostadas, y cuanto más tostadas estén mejor- volvió a escupir una cáscara- Cuando éramos pequeñas nuestro abuelo tenía en el jardín un girasol que daba pipas, nos pasábamos el día mirando a ver si tenía alguna- de nuevo tiró las cáscaras- ¿Sabes? Estoy pensando en plantar yo uno… con todas las pipas que como a la semana me saldría rentable. ¿Has probado las pipas peladas? Ni punto de comparación…

Benja la escuchaba hablar sin prestarle la mayor atención

¿Es que esa chica no podía tener la boca cerrada cinco minutos?

Habían pasado todo el día juntos y ya empezaba a marearse de tanto escucharla hablar.

La Camila que él recordaba era más callada y antipática, esta parecía haberse hecho el propósito de decir mil palabras seguidas… le estaba poniendo de los nervios

-¿Te crees que me importa algo todo lo que me estás diciendo?- dijo Benja cortante y se llevó una mano a la frente- Vas a conseguir que me de dolor de cabeza

-Deberías relacionarte más con la gente… eso de haber estado tantos años sólo ha hecho que te vuelvas algo antisocial

-¡¿Perdón?!- Benja la miró alucinado- ¿Tú me estás diciendo a mí qué cómo debo ser? Si no recuerdo mal, cando me fui eras tú el ser más antisocial y antipático de este pueblo. No vengas a darme lecciones de moral

-Sí, algo antipática solía ser por ese entonces…- dijo Cami arrugando el seño- Pero la gente cambia

-Me importa muy poco lo que hayas cambiado- dijo Benja levantándose del banco y se abrochó la cremallera de la cazadora hasta arriba- Me voy a casa, empieza a hacer frío

No había dado cuatro pasos cuando se dio cuenta de que ella estaba de nuevo a su lado.

La miró con furia

¿Es que no pensaba dejarlo tranquilo?

En esos momentos quería perderla de vista y regresar a su casa, meterse en la cama y olvidarse de la boda de Elsa, de Camila y de todo lo que estaba pasando

-Te acabo de decir que me voy a MI CASA ¿Qué parte no entiendes?

-Lo entiendo todo perfectamente. Pero estoy segura de que tu madre se alegrará mucho de que vaya a cenar con ella

-¡Ah no! No pienso permitir que te metas también en mi casa ¡No puedes auto invitarte a cenar!

-¿Quién lo dice?- le dijo Cami con media sonrisa

-Hay una cosa que se llama educación. No puedes ir a una casa si no te han invitado antes… pero claro, me olvidaba que tú de educación cero

Camila puso los ojos en blanco- Ay Benjita… como se nota que no has estado por aquí últimamente. Yo no necesito permiso de nadie para ir a tu casa. Tu madre me adora

Echó a andar calle abajo dejándolo plantado ahi pasmado. No podía creerse lo mal que estaba esa chica

¡Y para colmo se metía en su casa!

¿En qué estaba pensando su madre?

A la gente como Camila era mejor tenerla muy lejos… no hacerse íntimos de ella.

Estaba alucinado, se iba unos años del pueblo y en seguida le invadían en su propio territorio.

Permanecieron callados el resto del camino. De vez en cuando la miraba de reojo.

Había cambiado mucho, no tanto físicamente, que sinceramente algo había cambiado, pero en lo que más cambiada estaba era en la forma de ser.

Ya poco quedaba de aquella joven rebelde que iba a su antojo, sin pensar en los demás apenas. No sabía cuál de las dos Camilas le sacaba más de sus casillas… la otra al menos pasaba de él y lo ignoraba, a esta la tenía que aguantar todo el tiempo.

Abrió la puerta del jardín y pasó delante de ella, sin ni siquiera molestarse en aguantarla para dejarle paso.

Nada más cruzar Cami la puerta, apareció corriendo por el jardín Zape, el perro que tenía en casa desde que él tenía 17 años

- ¡Zape!!! ¿Cómo está mi chico?- dijo Cami agachándose para abrazar y acariciar al perro.

Benja miró sorprendido como su perro la llenaba la cara de lametones y la hacía todo tipo de tonterías.

¡Si a él ni siquiera le había hecho el menor caso desde su vuelta!

Cada vez le agradaba menos la situación, Camila no sólo se llevaba bien con su madre, si no que había conseguido conquistar hasta a su perro.

¡Era su perro!

Debería recibirle así a él y no a ella

-Es mi perro… no el tuyo. No le acapares tanto- dijo Benja agarrándole por la correa del cuello y apartándole de al lado de Cami

-¡No me digas que te pones celoso porque tu perro me prefiere a mí!- dijo Cami riendo

-No te prefiere a ti… lo que le pasa es que lleva mucho sin verme y le cuesta tomarme confianza- dijo Benja molesto

Cami rió con ganas

-¡Qué tontería más grande acabas de decir!

-¡No es ninguna tontería! Se tiene que volver a acostumbrar a mí, eso es todo

-Jaja, lo que tiene es que volver a quererte… seguro que se olvidó de ti

-¡No digas eso! ¡Zape me sigue queriendo!- dijo Benja cada vez más molesto

-Si tú lo dices- dijo Cami encogiéndose de hombros y pasando por delante de él

Cuando estuvo de espaldas a él hizo un gesto con las manos como si la estrangulase el cuello.

Eso era lo que más le apetecía hacer en ese instante. Lo exasperaba, lo desesperaba.

Si tenía que aguantarla así durante cinco días iba a terminar por perder su cordura.

Agarró al perro de nuevo por el collar y lo llevó hacia su caseta mientras Cami entraba a la casa. Necesitaba alejarse de ella aunque sólo fuese para llevarse a Zape… estaba muy agobiado.

Demasiado.

-¿Verdad que sí me recuerdas campeón?- dijo Benja agachándose junto al perro. El perro emitió un pequeño aullido y se tumbó junto a la puerta de su caseta- De quien tendrías que olvidarte es de Camila, no está bien de la cabeza amigo- agarró una pelota vieja y mordisqueada y le revolvió la cabeza- ¿Quieres jugar?

Lanzó la pelota hacia la otra punta del jardín y espero… pero el perro pasó de él olímpicamente.

Simplemente se limito a seguir la trayectoria con la vista y acto seguido cerró los ojos dispuesto a dormirse.

Benja suspiró y se levantó resignado.

Al final Camila tendría razón y el perro ni lo recordaba.






Continuará...

PEQUEÑAS HISTORIAS PABLIZZA/BENJAMILADonde viven las historias. Descúbrelo ahora