Capitulo 12

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Después de estar un mes en terapia, mi dolor apenas existía en mi interior, aunque todavía faltaba mucho camino por recorrer y debía mantenerme fuerte para no caer en el mismo abismo.

La doctora Linares me hizo hablar
sobre Simón y de mis sentimientos, de mis pensamientos y de cómo su pérdida me había afectado.

Ella me enseñó a darme cuenta de que
yo tenía el poder de cambiar lo que me estaba sucediendo.

Primero me hizo pasar por las etapas del duelo, aunque algunas si las había cumplido en los últimos cinco años y no me había dado cuenta, mientras que pasaba por cada una de ellas mi forma de ver el mundo y la pérdida cambió
drásticamente.

La doctora Linares era una genia y
me aliviaba tener a alguien que me escuchara de forma objetiva haciendo que me percatara de lo que me sucedía.

-Lo amas -declaró la doctora Linares después de que yo terminé de hablar.

-¿Disculpe?- parpadeé sin entender a que se refería.

Habíamos cambiado al tema que más me dolía; Pablo.

Ahora después de contarle como era
nuestra nueva no-relación ella había dicho que lo amaba. «¿Acaso no escuchó lo que le dije?>, me pregunté y no pude contener la carcajada que salió de mis labios, ya que no sabía que sentía por él para que ella viniera a declarar que lo amaba solo con escucharme parlotear sobre Pablo por más de media hora.

-¿No lo amas? -preguntó, enarcando una ceja con curiosidad.

-No siento lo mismo que sentí con Simón- reconocí, encogiéndome de hombros.

-Marizza- suspiró y descruzó sus piernas para colocar sus codos sobre sus rodillas. Me miró fijamente y no pude alejar mis ojos de la de ella- El amor no siempre es caos ni mariposas en el estómago. No siempre coloca tu mundo al revés y te hace dudar de todo. A veces el amor, es un amor muy diferente a lo normal, nos trae calma a
nuestra vida. Nos hace sentir como si fuéramos capaces de vivir solo con aire. Hay tranquilidad y paz cuando estamos junto a esa persona. Los amores más intensos no siempre son aquellos con caos, sino aquel que tiene armonía en su interior y te complementa de la mejor manera. Son esos que te entienden y ven lo peor de ti y aun así se quedan a tu lado. Esos son los amores por el cual valen la pena luchar- se irguió para escribir algo en su libreta- Ahora dime, ¿cómo te sientes junto a Pablo?

Sus ojos me hicieron cerrar mis ojos y mi corazón empezó a acelerarse para después volver a un latido más normal y calmante. Los ojos celestes de Pablo aparecieron en mi mente y sonreí sin
pensarlo, pues me gustaba como me transmitía tranquilidad con solo pensar en ese lindo celeste que esperaba que nuestro bebé los heredara.

Recordé sus manos masajeando mis hombros después de horas de estar pintando sin descanso. Su risa mientras veíamos una película cómica, o cuando
soltaba una de mis ocurrencias para un nuevo lienzo con ideas absurdas cuando las buenas abandonaban mi mente. La forma en que su mirada me seguía a cualquier lugar que fuera y
como se encendían al verme totalmente desnuda o con una camisa manchada de pintura y el cabello hecho un asco.

Siempre se preocupaba de que comiera algo en las horas correctas o cuando enviaba mensajes para decirme que me
extrañaba y que no dejaba de pensar en mí.

Sin conocerme me llevó a su casa porque se dio cuenta de que apenas estaba lúcida para estar de pie. Me dio su amistad cuando más lo necesitaba
y nunca me presionó a hacer algo con lo que no me sintiera cómoda. Fue paciente conmigo en todo momento y esperando a que algún día le dijera la palabra con A, cuando él la había dicho
millones de veces antes. La forma en que poseía mi cuerpo, alma y corazón sin que yo lo quisiera.

La manera de hacerme el amor siempre
cuidadoso conmigo, pero a la vez apasionado demostrando ese fuego que habitaba en su interior.

Muy diferente a la forma en que Simón y yo éramos cuando estábamos juntos.

Fruncí el ceño, pues ahora empezaba a entender mi rara manía por compararlos, pues quería tener el mismo caos que tuve con Simón mientras estaba perdiendo a alguien que realmente estaba interesado en mí y en todo lo que yo era.

No decía que Simón no me amó o no se interesó en mí, sino que sus formas de amar eran muy opuestas.

Uno podía elevarme al cielo con el miedo de que cualquier rato me dejaría caer duro contra la realidad mientras que el otro me elevaba con la seguridad de que no iba a caer.

Abrí lentamente mis ojos y me encontré con la mirada esperanzadora de mi psicóloga, quien se había dado cuenta de mis sentimientos mucho antes que yo misma lo hiciera.

Asentí con la cabeza y coloqué las manos sobre mi bebé, quien me había dado la razón para seguir adelante, para respirar de nuevo. Me tomó mucho para llegar a esa conclusión, pero realmente amaba a Pablo y después de dos años de andar a ciegas a su alrededor sin saber que sentía, por fin sabía lo que había en mi corazón por él.

-Lo amo -murmuré.

-La prequnta del millón de dólares, Marizza- hizo una pausa dramática-. ¿Qué piensas a hacer para recuperarlo?

-El no me ama, doctora confesé y agaché mi cabeza apenada- Dejó muy en claro que no quería nada conmigo.

-Lo dijo porque no quiere ser tu tapete, Marizza- suspiró y alcé mi cabeza para verla- Y ese hombre te ama y está esperando a que te des cuenta de eso.

-No sé que a hacer.

-El amor es un tren que no pasa dos veces por la misma estación. El tiempo está corriendo, Marizza- dijo
toquecitos a su reloj de pulsera- ¿Quieres perderlo para siempre?









Continuará....

PEQUEÑAS HISTORIAS PABLIZZA/BENJAMILADonde viven las historias. Descúbrelo ahora