Capítulo 9

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Un rato después ella estaba apoyada en su pecho. Dibujando figuras sin sentido sobre él con sus dedos.

Pablo se sentía realmente bien, sentía que nunca habían conectado así, sentía como si ella nunca le hubiera cuidado tanto…

Y se dio cuenta que no podía renunciar a ella, no por propia voluntad al menos. Compartirla era lo más absurdo del mundo, pero era la única opción, porque para él no estar con ella ya no era un opción. Lo había intentado, pero no podía darle la espalda y dejar de sentir. A pesar de todo ella tenía que irse de allí, ella tenía que dormir con su padre.

Pablo tocándole el hombro- Será mejor que vayas a tu habitación… Ya es muy tarde.

Marizza sentándose en la cama y mirando su reloj- Si… supongo que si.

Se giró para mirarlo a la cara y le sonrió antes de acercarse y besarlo lentamente.

Marizza separándose un poco de él- Pero antes… ¿Puedo hacerte una pregunta?

Pablo asintió.

Ella podía preguntarle si seguía enamorado de ella, si realmente la quería, pero eso hubiera sido demasiado pretencioso…

Decidió eliminar otras opciones antes. Si Pablo no sentía nada por la chica que se había ido justo antes que ella, mucho menos iba a sentir algo por alguna de las que no le habían durado ni dos noches.

Y si no sentía nada por otra persona… Entonces quizá, siguiera enamorado de ella.

-La chica… La chica que se ha ido antes.

-Si… Paula. ¿Qué pasa con ella?

Marizza mirándolo a los ojos- ¿Sientes algo por ella?

-¿Me vas a juzgar ahora?- dijo algo molesto

-No, no… Quiero… Solo quiero saberlo.

Él no sentía nada por ella. Era una amiga, una amiga especial, pero para su desgracia, solo Marizza ocupaba sus pensamientos. Sin embargo, eso ella no lo sabría nunca, no cuando ya sabía como iba a reaccionar. Intentó no expresarlo, pero la vergüenza le recorrió todo el cuerpo al caer en cual era el interés de Marizza.

Ella solo quería asegurarse de que él ya no sentía nada por ella, esa era la condición para estar juntos… y él quería estar con ella.

-Es especial.

-¿Lo que sientes por ella?

-La chica en si- dijo rascándose la nuca- Supongo que me gusta, me gusta mucho, no sé.

-¿Estas… estas enamorado?

Ella no preguntó de quien, así que él no estaba mintiendo. Y sabía que ella necesitaba ser engañada.

-Si… Creo que si.

A Marizza el corazón se le paró. Podía jurarlo. Durante un par de segundos sintió que se le paraba y le dolía como nunca antes le había dolido una parte del cuerpo. Estaba enamorado, enamorado de otra…

Cuando volvió en si, Pablo la miraba fijamente.

¿Tenía que decir algo?

Se rió por dentro, era completamente incapaz. Se estiró un poco para agarrar su camisón y se lo puso sin decir una sola palabra. Salió de la cama y se dirigió hacia la puerta.

Ella no había dicho nada y Pablo no había intentado cambiar eso. La miraba entre serio y sorprendido.

Ella se giró y con media sonrisa dijo:- Me alegro, de veras.

Abrió la puerta y se fue de la habitación sin esperar a que él pudiera decir algo. Ya no había nada que decir ni nada que hacer.

Entendía perfectamente la reacción de él después de haberle confesado que la quería. Si le había dolido la décima parte que a ella saber que no era un amor correspondido, cualquier cosa estaba justificada.

**************

Las cosas cambiaron radicalmente a partir de esa noche y Pablo no supo soportarlo mucho tiempo.

Él creía que iban a volver a lo de antes y aunque fuera mucho menos de lo que él realmente deseaba tener con Marizza… Se había hecho ilusiones, se había hecho muchas ilusiones pensando en todo el tiempo que iba a volver a compartir con ella.

A pesar de las expectativas que Pablo se creó a raíz de ese último encuentro. A la mañana siguiente ya tuvo pruebas de que nada había cambiado, ni iba a hacerlo. Marizza no quería saber nada de él y él no entendía absolutamente nada.

Estaba convencido de que había hecho las cosas bien, de que había hecho las cosas como ella las prefería al menos.

Y a causa de ese convencimiento, le era imposible encontrar la razón de semejante cambio de actitud.

Pablo intentó acercarse a ella en varias ocasiones y cuando al fin comprobó que esa actitud de Marizza iba a ser la definitiva, se dio cuenta que él no lo soportaba, por lo que llevo a cabo un plan que solo su "relación" con Marizza había retrasado.

-Pero puedes hacer lo mismo aquí- le dijo su padre

-Prefiero estar con Tomás… Además él…

-Él no vive en la ciudad. Entiendo que quieras emanciparte, pero ¿no puedes hacerlo en esta misma ciudad?

Marizza entrando distraída en la cocina- ¿Quién se va de la ciudad?

Mateo partándose y girándose hacia Marizza- Pablo… Insiste en irse a vivir con su mejor amigo a Buenos Aires.

A Marizza se le cayó el libro de las manos. Y buscó la mirada de Pablo esperando que le dijera que eso era mentira, que eso era un disparate. Sin embargo él esquivó su mirada.

Mateo se acercó a Marizza y recogió el libro del suelo para volver a pasárselo.

-No quiero vivir solo… Por eso prefiero irme con Tomás.

-Para no estar solo puedes quedarte aquí- dijo Marizza sin salir todavía de su asombro

-Pero tampoco quiero vivir con mi padre toda la vida.

-Bueno, que tampoco quiero discutir. Te dije que cuando tuvieras la decisión tomada te iba a apoyar y eso voy a hacer. Además, tienes tus propios ahorros así que no podría impedírtelo.

Pablo sonrió complacido ante la actitud de su padre y saliendo de la cocina añadió…

-Mañana vienen los de la mudanza, aunque tampoco me llevaré todo lo que tengo.

Marizza cerró los ojos con fuerza. Quiso girarse y gritarle

¿Mañana?

¿Te has vuelto loco?

Tenía que estar loco para irse así…

Para dejarla así de sola, por mucho que hacerle compañía fuera solo alimentar su egoísmo.






Continuará.....

PEQUEÑAS HISTORIAS PABLIZZA/BENJAMILADonde viven las historias. Descúbrelo ahora