Capítulo 71.

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Foto de portada de capítulo: Lily de Wakabayashi.

Capítulo 71.

Múnich.

Tal vez estaba precipitándose, pero Nela había comenzado a prepararse para volver a Inglaterra. Se sentía confiada, estaba segura de que sería aceptada en una de las dos prestigiosas universidades a las que había solicitado ingreso, o hasta podría ser que la aceptaran en las dos. ¿Qué haría en ese caso? Tanto Cambridge como Oxford eran excelentes opciones, sería difícil elegir sólo una. Bien, que ya se preocuparía por eso en cuanto llegase el momento.

– ¿Has hablado con tus padres sobre tu regreso? –preguntó Bárbara, mientras la veía ordenar y clasificar sus apuntes y otros papeles varios que Nela usó en su tesis.

– No todavía –negó Nela–. Pero sí saben que busco hacer una maestría en Inglaterra.

– Ya veo. –Bárbara acarició distraídamente la cabecita de Duke, al que tenía echado entre sus piernas–. ¿Piensas vivir con ellos?

– No –respondió Nela, aunque después se corrigió–: Bueno, sí, tendré que llegar a vivir con ellos porque no tengo otro sitio, pero pienso buscar un departamento para mudarme en cuanto pueda.

– Te vamos a extrañar –suspiró Bárbara–. Esto no va a ser lo mismo sin ti.

– Gracias, pero seguro que se acostumbrarán a no tenerme cerca –replicó Nela, abochornada–. Además, seguiré molestándolas mucho por teléfono, Skype y WhatsApp.

– Sí, pero no será igual –aseguró Bárbara–. Deb y yo ya nos habíamos acostumbrado a vivir contigo. Y, además, vas a llevarte a Food.

– ¡Se llama Duke! –la corrigió Nela, enojada–. ¡Es el colmo que nadie le llame así!

– Ya, ya, no te enojes –pidió Bárbara, con una sonrisita burlona.

– Qué más da. En fin, pueden ir a visitarme cuando quieran –aseguró Nela–, me dará mucho gusto llevarlas a conocer Londres. Y con respecto a Duke, podrían adoptar a un gato callejero que necesite un hogar. Es más, le pediré al abuelo Huan-Yue que me mande uno de China, así lo salvamos de que acabe sus días en un wok.

Bárbara soltó una risita mientras los ojos verdes de Duke la miraban con curiosidad. En poco tiempo, el animalito había ganado peso y su pelaje se había vuelto más sedoso, señales de que la buena alimentación estaban surtiendo su efecto.

– Supongo que podríamos adoptar uno, sí. –Bárbara acarició el lomo del felino–. También nos quedará Káiser, al que no le gustó la idea de perder el estatus de único gato del grupo.

– Seguro que no, pero se le pasará –se rio Nela–. Menos mal que no viven juntos.

La inglesa detuvo momentáneamente sus labores para ir a sentarse junto a Bárbara, tras lo cual se puso a rascar las orejas de Duke, con aire distraído.

– Lo mejor del caso es que, oficialmente, este gato es de Sho –señaló Nela, después de un rato–. Pero no me ha dicho nada con respecto a que no me lo lleve a Inglaterra.

– Tal vez está dando por hecho que lo vas a dejar –sugirió Bárbara.

– Sí, es posible, pero temo que lo eche a la sartén. –Nela cargó a Duke y lo acurrucó junto a su pecho–. Y el pobrecito ya ha sufrido bastante.

– ¿De verdad lo crees capaz? –preguntó la pelirroja.

– Claro que no –contestó Nela–. Confío en él, sé que ha cambiado mucho sus costumbres desde que está en Alemania, aunque no sé si de verdad llegó a comer gato o caldo de murciélago en China, nunca se lo he querido preguntar, pero sé que ahora no es capaz de lastimar a otro ser vivo, sólo no se lo vayas a decir.

In This Together [Captain Tsubasa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora