Capítulo 74.

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Capítulo 74.

Múnich.

¿Cuánto puede durar la eternidad? La respuesta a esta pregunta es relativa, como pudo comprobar Stefan Levin durante los minutos que siguieron a su fallida propuesta de matrimonio. La eternidad podría medirse en eones de años o reducirse simplemente a unos cuantos segundos, dependiendo del nivel de incomodidad de la persona que la calcula. Y para Levin, esos minutos fueron más largos incluso que la misma eternidad.

"Si Sho se enterara de las idioteces que estoy pensando, se burlaría de mí hasta morir", pensó Stefan. "Pero más se burlaría de que Débora me ha dicho que no. ¿Por qué me ha dicho que no quiere casarse conmigo, si dice que me ama? ¡Simplemente no lo entiendo!".

"¡Pues pregúntaselo y sal de dudas! No te rindas hasta que no agotes todas las posibilidades".

– Creo que no escuché bien –admitió Stefan, después de que transcurrieron esos incomodísimos minutos de silencio–. ¿Me amas, pero no quieres casarte conmigo?

– Lo siento, en serio que sí –respondió Débora; ella se veía muy afligida, como si lamentara haberle dicho que no quería ser su esposa.

– ¿Qué fue lo que hice mal? –preguntó Stefan–. Sé que la primera vez que te lo pedí no lo hice en el mejor momento, de hecho admito que sólo estaba siguiendo un impulso, pero eso no significa que no te lo haya preguntado en serio, por eso intenté corregirlo y hacer las cosas bien, me esforcé por hacer que esta pedida fuese especial y única. ¿Qué fue lo que falló?

– Tú no hiciste algo mal, Stef –aseguró Débora, con melancolía–. ¡No sé qué es lo que me pasa! Te aseguro que he estado esperando este momento toda mi vida pero, ahora que al fin ha ocurrido, me he dado cuenta de que algo no está bien. Desde niña sueño con el instante en el que el hombre al que amo me dé una hermosa sortija y me pida que sea su esposa, pero ahora que has hecho exactamente eso, lo único que pienso es que casarme contigo ahora sería un error.

– ¿Por qué? –Stefan cada vez entendía menos–. Si me amas y yo a ti, ¿por qué crees que estaría mal que nos casáramos?

– Porque creo firmemente que ninguno de los dos está listo –argumentó Débora, con suavidad–. Yo todavía no he terminado mi especialidad y tú apenas estás ganándote tu lugar en el fútbol mundial. ¿En serio crees que éste es el mejor momento para comprometernos?

– Pues sí –asintió Levin, aunque al decirlo no se sintió tan seguro de su afirmación–. Aun estando casados podemos cumplir nuestras metas, eso no tiene por qué detenernos.

– Sí, es cierto, muchos matrimonios han sabido salir adelante juntos cuando ambas personas se comprometen a apoyarse mutuamente, pero no sé si los dos estamos a ese nivel –replicó ella.

– Deb, sé que te fallé una vez, pero puedes estar segura de que haré todo lo posible para ayudarte a cumplir tus sueños –aseguró Stefan, dolido.

– No, no me refería a eso, déjame explicarme –pidió ella, con premura–. Creo que a los dos nos hace falta madurar primero, como personas y como profesionistas, antes de decidir que queremos compartir nuestras vidas. Si no somos capaces de sacar adelante nuestros sueños, mucho menos podremos ayudar al otro a conseguir los suyos. No estoy diciendo que no vayamos a hacerlo en un futuro, simplemente creo que no estamos listos justo ahora.

– ¿De verdad lo piensas? –cuestionó él, alzando las cejas.

– Sí, lo creo –suspiró ella–. Dios, de verdad que debo de estar loca por estarme negando a algo que he anhelado desde niña, pero ahora que soy adulta me doy cuenta de que se necesita más que amor y buenas intenciones para hacer que una relación esté lista para pasar al siguiente nivel. Sí te amo, Stef, sí quiero casarme contigo, pero no ahora, no es el momento. Primero debemos establecer nuestros objetivos, conocernos mejor y saber bien qué es lo que el otro quiere para poder dar ese paso con la seguridad de que hemos hecho todo lo posible para evitar que lo nuestro fracase porque no supimos ver nuestros errores a tiempo.

In This Together [Captain Tsubasa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora