Capítulo 77.

194 15 2
                                    

Dibujo de portada de capítulo: Lily de Wakabayashi.

Capítulo 77.

Múnich.

Estar de vuelta en Múnich tras haber recorrido dieciocho mil kilómetros en tres días hizo que Schneider se sintiera fuera de lugar al volver a los entrenamientos del Bayern. Aunque experimentaba un cansancio pesado, que se le acumulaba sobre todo en las piernas, no quería perderse una práctica más y por lo mismo se presentó el lunes a Säbener Straße, aunque los trámites en el aeropuerto los retuvo a Elieth y a él más de lo esperado, con la consecuencia de que Karl llegó a los entrenamientos casi dos horas después de que hubieran comenzado. De tal manera que, cuando apareció en los campos, se encontró con que la mayor parte del equipo estaba reunido alrededor de Levin, quien reproducía una canción con tonos metaleros en su smartphone a todo volumen. Sus compañeros escuchaban la melodía en estado de concentración total, como si estuviesen preparándose para hacer algo, seguramente invocar al diablo a juzgar por lo que Schneider estaba escuchando.

Shades of a past not so far to forget

The rise of the demons from their bloody hell...

– ¿Qué está sucediendo aquí? –preguntó Karl, con una voz más autoritaria de la que esperaba.

– ¡Oh! ¡Nuestro aguerrido líder por fin ha regresado! –exclamó Sho, de manera teatral–. ¡Salve, querido capitán!

– ¿Qué carajos te pasa? –soltó Schneider, extrañado y avergonzado–. Bueno, qué digo, si ya sé cómo eres, ¿pero qué es eso que están escuchando?

Gloria, Gloria perpetua

In this dawn of Victory...

– Es una canción que nos mostró Levin –explicó Shiken, con cierta pena–. La hemos estado escuchando antes del entrenamiento para motivarnos.

– ¿Motivarlos con música metal? –Karl arqueó las cejas–. ¿Me voy tres días y de repente ya todos adquirieron los gustos raros de Levin?

– Oye, que mis gustos no son raros –protestó Stefan, ofendido–. Que tú seas demasiado estirado es otra cosa.

– Yo no soy un estirado, simplemente no entiendo por qué tan repentinamente decidieron que esa canción es buena para motivarse –se defendió Schneider, ofuscado.

– No fue algo repentino, la hemos estado escuchando desde hace tres días –replicó Shunko, lo que hizo que Karl le lanzara una mirada de hastío; esto hizo que el chino añadiera–: Oye, que cuando te fuiste y nos dejaste sin nuestra motivación, tuvimos que buscar la manera de suplantar esa ausencia y fue al compañero metalero aquí presente al que se le ocurrió poner esa canción.

– A mí no se me ocurrió poner esa canción –lo corrigió el sueco, muy digno–. Yo la estaba escuchando en los vestuarios y tú me quitaste el teléfono para conectarla a tus bocinas y ponerla a todo volumen porque te gustó y de ahí los demás también quisieron oírla.

– Detalles, detalles. –Sho se encogió de hombros–. El caso es que nos estimula a luchar cada día.

– Sí, ya veo cómo. –Karl puso los ojos en blanco.

Tragic and furious

The crash of the steel of the gods...

– No es una mala canción –opinó Corman–. Al menos el ritmo es alentador.

– Supongo –reconoció Schneider y señaló el teléfono de Stefan–. Aun así, ¿te molestaría apagar eso, Levin?

– Como digas –refunfuñó Stefan, todavía indignado porque el alemán le hubiese dicho que su música era rara.

In This Together [Captain Tsubasa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora