Capítulo 64.

265 20 31
                                    

Dibujo de portada de capítulo: Elieth Schneider.

Capítulo 64.

Múnich.

Tomando en consideración lo que ocurrió en el partido entre el Bayern Múnich y el Hamburgo, Rudy Frank creyó que llegaría a su casa directamente a dormir, pero una vez que estuvo en la comodidad de su habituación se dio cuenta de que no conseguía conciliar el sueño, a pesar de que el cansancio se había apoderado de cada átomo de su cuerpo. El equipo tuvo una jornada magnífica, no se podía negar, pero él estaba preocupado por Karl, quien no había dado señales de vida desde que se marchó del estadio para ir a buscar a Elieth Shanks. Cierto era que no se había marchado solo, otra vez ese portero esquivo del Hamburgo (o mejor dicho, ex portero) se había encargado de llevarlo a la estación de la Landespolizei, de acuerdo a lo que Karl le alcanzó a decir mientras iba de camino hacia allá, pero de cualquier manera era imposible que Rudy Frank, como padre abnegado que era, se preocupara por él.

Tratando de hacer el menor ruido posible, el hombre tomó su teléfono con la finalidad de llamarle a Karl, pero antes de que siquiera tuviera la oportunidad de encender la pantalla, una voz cortó el silencio de la noche.

– Espero que no estés pensando en marcarle otra vez a tu hijo –dijo Lorelei, desde la cama–. Ya es muy tarde y debe de estar dormido; déjalo descansar, mañana le llamas.

– No sé por qué tú no estás preocupada –replicó Rudy Frank, turbado por lo mucho que ella lo conocía, tanto que supo lo que iba a hacer antes de que tuviera la oportunidad de intentarlo–. No tenemos noticias de él desde hace horas.

– Nuestro hijo ya tiene edad para cuidarse solo –replicó Lorelei–. Vivimos en un país relativamente seguro, posee una patada con la cual puede partirle la espalda a cualquiera y no está solo, así que no tendría por qué preocuparme. Además, si pudo atravesar el país en auto con un esguince de cuello en recuperación, seguro que puede sobrevivir a un viaje a la estación de policía de esta ciudad estando en perfectas condiciones de salud. Me enternece que sigas viendo a nuestro Karl como un niño, pero ya es un adulto responsable de sus actos, querido.

– Supongo que lo es –admitió el entrenador, abochornado–. Pero también es cierto que lo voy a ver siempre como mi pequeño.

Lorelei se incorporó en la cama y se estiró para encender la luz de la lámpara de su mesilla de noche para ver a su marido parado junto a la ventana, con el teléfono aún en la mano.

– Entiendo que quieras saber qué ha sucedido, pero es muy tarde y Karl tuvo un día pesado –repuso la mujer–. ¿Cuántas veces le has intentado llamar? ¿Diez, veinte? Si no ha contestado no es porque lo hayan secuestrado, sino porque seguramente está descansando.

– Tal vez tienes razón –suspiró Rudy Frank y decidió capitular–. De cualquier manera, nada puede ser peor a lo que sucedió en el estadio, no hay forma en la que se vuelva a meter en líos en una estación de policía.

– Así es, querido –asintió Lorelei, mientras daba palmadas en la parte de la cama que estaba vacía–. ¿Por qué no vienes a dormir tú también? Buena falta te hace.

– De acuerdo –cedió Rudy Frank, dejando el teléfono en su propio buró para acostarse después junto a su mujer.

Esta vez no tardó en quedarse dormido, pues las palabras de Lorelei lo habían relajado: Karl-Heinz era un hombre adulto y como tal seguramente sabría hacerse cargo de cualquier situación que se le presentara.

Obviamente, cuando despertó a la mañana siguiente y se enteró de que Hedy Lims había atacado a Karl y a Elieth a las afueras de la estación de la Landespolizei, Rudy Frank puso el grito en el cielo. No sólo su hijo había estado en peligro (un poco exagerado el hombre, hay que decirlo), sino que había empeorado el escándalo que venía arrastrando el Bayern desde la noche anterior con la entrada de Elieth Shanks al campo. Los medios de comunicación se dividían entre darle cobertura a la paliza futbolística y a la paliza que Elieth le propinó a Hedy, según el vídeo que andaba circulando por las redes sociales y que Marie tuvo el tino de mostrarles a sus padres durante el desayuno. Rudy Frank comenzó a ser acosado por reporteros que querían que diera su versión de los hechos, aún cuando no tenía ni idea de qué había ocurrido. En esos momentos, hasta Lorelei tuvo que estar de acuerdo en que era necesario ponerse en contacto con Karl lo antes posible, pero éste seguía sin contestar el teléfono.

In This Together [Captain Tsubasa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora