28 - Regalos de navidad

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Algunos regalos son para nosotras mismas. 

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Luisita se despertó de un sueño particularmente bueno, reprochando a su subconsciente por despertarla en la mejor parte se pegó más a la espalda de su novia.

-Que pasa amor?

-Nada, estaba soñando y me he despertado. Vuelve a dormir.

Luisita le dio un beso en el cuello, inhalando su aroma y se pegó completamente a ella, encajando sus cuerpos a perfección. Amelia dejo escapar un suspiro placentero al sentir toda su chica pegada a ella.

La próxima vez que Luisita se despertó fue sintiendo el roce insistente en su entrepierna. Volvió a si y se dio cuenta del culo de Amelia rozando en su miembro, más despierto que ella. Sin poder controlar el impulso agarro la cintura de la morena, notando su desnudez, jadeo haciendo presión contra las nalgas redondas y firmes, percibiendo el calor que deprendían y pulsando de la necesidad de ser tocada.

Amelia seguía medio dormida y medio despierta, había sacado el pijama con la intención de despertar a Luisita para que disfrutara de sus pechos como había dicho en el coche, pero acabo dormida otra vez y ahora sentía en empuje fuerte de Luisita en su espalda.

Se despertó y a cada roce sentía su centro mojarse más, pero quería que Luisita estuviese a gusto, que hiciese lo que le daba la gana. La rubia siempre controlaba sus impulsos con ella, raras veces se dejaba llevar y actuaba solo por el deseo, no daba vía libre a sus fantasías, la morena quería cambiar eso, pero sabía que Luisita no iría más allá sin saber que estaba despierta.

-Sigue amor...

-Estas despierta. – Su voz sonaba ronca por el sueño y su aliento caliente erizo la piel del cuello de la morena.

-Si, sigue. ¿Qué quieres hacer?

-Amelia. – otro empuje, el miembro duro bajo el pijama se hacía notar con más evidencia. – Quiero a ti.

-Estoy aquí mi amor. – Amelia llevo la mano izquierda hacia atrás y le agarro el muslo.

Las cobijas se movieron y luego Amelia sintió la piel caliente de Luisita contra la suya y ahogo un gemido en la almohada. Con la ayuda de su mano Luisita paso la cabeza de su pene entre las nalgas de la morena y se metió entre sus piernas sin llegar a penetrarla. La humedad apabullante de Amelia le llegaba a los muslos apretados juntos y Luisita de deslizaba deliciosamente allí. Rozando su clítoris a cada pasada. Los labios externos abrían más y abrazaban el musculo rígido entre ellos.

Amelia hundía las uñas en el muslo tensionado de Luisita dejando marcas rojas y gemía bajito. Luisita paso una mano por debajo del torso de Amelia y le sostenía dando la vuelta a su cintura, le acariciando la piel que empezaba a sudar debido a los movimientos que hacían bajo las gruesas camadas del edredón.

En un movimiento que Amelia no vio venir la morena estaba boca abajo en el colchón, con Luisita por encima que sin previo aviso se metió dentro suyo con una rapidez que Amelia nada pudo hacer sino sucumbir a la deliciosa sensación de las penetraciones profundas que le hacia su chica.

Luisita no puso Amelia en cuatro patas como la chica esperaba que lo hiciera, la dejo acostada en la cama, culo arriba con las piernas abiertas hasta casi caer del colchón, se tumbó sobre ella, las caderas moviéndose a un ritmo frenético de dentro hacia fuera de la morena, rápido y efectivo, sintió su orgasmo golpeando la vagina apretada que abrazaba con fuerza su miembro duro y caliente.

-Joder amor... Estaba a punto. – Amelia intentaba mover las caderas para encontrar también su éxtasis con el pene aún dentro, Luisita nunca la dejaba a medias, hacer disfrutar la morena siempre era su prioridad y cuando perdía el control a su deseo eso pasaba. Se reprocho a sí misma e intento mantener la rigidez por más algunos minutos para que su chica disfrutase al máximo.

Tu y Yo y todo lo que vino después...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora