33 - Suplementación

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Vamos que en este capitulo entrego un poco para cada gusto. 

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– No es algo grave, en una situación en que no estuvieras embarazada apenas te receptaría unas pastillas y una dieta, pero como necesitamos que estos niveles se estabilicen lo más rápido posible te apuntaré en cuatro sesiones de reposición de hierro por vía intravenosa. Los va a hacer aquí en el hospital, dos días por semana en las próximas dos semanas, luego del segundo día después de la última, volverás a hacer los análisis y volver conmigo para la cita del próximo mes, cuando cumple las doce semanas. ¿Me entienden?

La pareja miraba con los ojos más que abiertos al médico, Amelia llevaba la mano a su vientre cada vez más redondito, con miedo de haber hecho algo que podría perjudicar a su bebé. – ¿Fue algo que he hecho? - Preguntó con la voz temblorosa.

Luisita la miró, también algo llorosa y antes que el médico pudiera abrir la boca se adelantó. – Amor, claro que no. – Le acarició la mejilla con delicadeza. – Es algo que puede pasar. No es culpa tuya.

El doctor sonrió al ver la ternura con que Luisita trataba a Amelia. – Eso es Amelia. No es nada que haya hecho. Es algo muy normal, porque estudian mucho y tienes poco tiempo a comer sano. Eso es un camino fácil para las anemias. Si no estuvieras embaraza puede que ni siquiera lo notase y se lo pasaría solo dentro de seis meses, que es lo que te falta para acabar los estudios.

Amelia se tranquilizo un poco y el médico finalizo sus apuntes, les entregando el formulario para marcar las citas de Amelia a los suplementos. Al finalizarlos salieron a la calle, cada una en sus pensamientos.

-Mejor que pases a comer en el restaurante orgánico del campus ¿no? – Luisita rompió el silencio.

-Pfff. Sí. – respondió Amelia. – Es que, no quería tener que tocar en el dinero de mi padre de verdad. – Amelia tenía una cuenta donde estaba toda su parte de los lucros del hotel. Devoción era muy estricta a eso, la parte de Amelia era siempre transferida a esa cuenta, pero la morena no tocaba el dinero. Decía que quería hacerse cargo ella sola de sus gastos, apenas permitía a su madre que le pagara la universidad y el alojamiento.

-¿De qué hablas?

-Del dinero del hotel, ya te lo he dicho. – Lusita asintió con la cabeza. – Es verdad que no quería tocarlo, iba a dejarlo ahí y quizá los transferiría al bebé o yo que sé. Pero es que ahora. Lo que gano con la función no me va a ser suficiente, porque claro, el restaurante orgánico es mucho más caro de que el otro donde comemos aquella basura, grasosa y deliciosa. – Rieron juntas, recordando cada hamburguesa o croqueta que compartieron de la cafetería del campus.

-Yo te puedo ayudar con eso. Ya te lo dije que vengas a casa. Ahorramos el dinero de tu madre...

-No. Ya te lo dije que no. – Amelia se enfadaba cada vez que Luisita le proponía mudarse a vivir con ella y con Marina. - No quiero vivir juntas ahora Luisita, que sabe Dios lo que vamos hacer cuando llegue el bebé y no quiero correr aún más. Y otro punto es que, mi madre paga el alojamiento, o sea, que vivir contigo y con Marina suponía compartir el alquiler en tres y pagar más. Necesitamos ahorrar el máximo porque luego terminamos y estaré de seis meses, tendremos que pensar que hacer y claro, muchísimas cosas que comprar.

Amelia se agobiaba en pensar en todas las cosas que estaban cambiando en su vida de un día a otro y cuanto a eso Luisita no le podía ayudar.

-Lo sé mi amor. Perdón vale. – La abrazó por los hombros. - No se lo digo más.

-Ya. – Amelia le dio un pico. – Continuamos siendo novias Luisita, quiero que sigamos haciendo cosas de novias.

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Tu y Yo y todo lo que vino después...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora