40 - La ultima fiesta

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Una graduación, uns fiestas, una rapidita, una propuesta... 

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-Ameeeee anda. Que va empezar la ceremonia chica. – Natalia retocaba el labial por la décima vez mientras aguardaba Amelia terminar de arreglarse en el baño. La pelirroja estaba más que eufórica para la graduación pues se había aprobado por poco en los exámenes extras.

Amelia salió del baño y Natalia se giró a mirarla con la mandíbula desencajada. La morena contaba con sus 24 semanas de embarazo, en aquella semana por obra de Dios estaba sin su hinchazón característico y su pelo había crecido un montón, según las pesquisas de Natalia, debido a la producción de las hormonas masculinas generadas.

-Ame, estás radiante. – Usaba una falda negra hasta sus pies, sandalias con un tacón sencillo, en la parte de arriba utilizaba un cropped top rojo oscuro con encaje negro debajo de los senos y en los tirantes. Su barriga estaba desnuda luciendo redonda y perfecta, con el brillo suave de su crema.

-Tú crees? – Mordió de lado su labio rojo de carmín y se miró otra vez en el espejo. Los ojos bien maquillados de manera suave y delicada para el horario.

-Si creo? Ame... Esta maravillosa. Vaya, ahora me siento un saco de patatas.

-Ya, para eh. Que estas guapísima con tu traje.

Se miraron a los ojos, y alrededor de aquella habitación que las vio crecer y madurar, se tornaren en las mujeres que eran. Natalia trabajando a tope con su telenovela en la emisora de Barcelona. Amelia, descubriendo su lado administradora, mujer de negocios, completamente al revés de la formación que ahora tenía, pero también entrando en su papel de madre en algunos meses.

-No me olvidarás? – preguntó la morena con los ojos brillosos.

-QUE? Nunca. Tú que me va a olvidar con la rubia esa y este pececillo guapo. – Acarició la barriga de su amiga.

-Jamás. – Negó con la cabeza. – Te estaré esperando cuando quiera ir a Madrid.

Se abrazaron y se secaron las lágrimas mutuamente antes de salir hasta el teatro de la universidad, fueron compartiendo anécdotas de sus cuatro años hasta encontraren con Carlos, que estaba acompañado de sus padres y el padre de Natalia. Amelia los saludó, recibió sonriente los piropos sobre su apariencia y su barriga. Luego se disculpó y fue en busca de su madre, Luisita y los demás. La primera que encontró fue su madre, después de una llamada la encontró en la entrada de la biblioteca, con su falda negra y chaqueta rosa la mujer estaba parada con un ramo de rosas en la mano, cuando avistó su hija se puso a llorar.

-Mamá... - Amelia luchaba contra sus proprias lágrimas abrazada a su madre.

-Ay hija, que guapa. – Le entregó el ramo.

-Gracias. Y que ¿te gusta? – Se giro sobre sus talones, enseñando su ropa.

-Dios mío, estás radiante. – Le acarició la barriga. - Que grande ya no.

-Pues sí. Ay, espera, mira. - Tomó la mano de su madre y se la llevó a un costado en la parte baja de su barriga donde Álex se removió.

-Ay, hola mi niño. Es abuela... Abuela Devoción. – Decidió aclarar mientras sobaba la panza de su hija.

-Ay mamá. Anda, vamos que estoy con el tempo justo.

En la entrada del teatro se encontraba Luisita con su vestido negro todo pegado en el cuerpo, hasta la rodilla. Tacones aguja y el pelo tranzado de un lado y suelto en el otro. Amelia como siempre la estaba viendo de espaldas, y nunca la perdería, su culo redondo perfectamente erguido por los tacones.

Tu y Yo y todo lo que vino después...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora