49 - 40 semanas

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A aquelles que no notaron, los capitulos llevan como portada frutas o verduras que se parecen al tamaño que tendría Álex durante el embarazo. 
Así que, vamos a ver que tal esta nuestra sandía. 

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-María busca un cerve en la cocina a tu viejo eh.

-Porque no le pides a Luisita?

-Pues porque tu hermana acaba de venir de allí. – Luisita miro su hermana desde su lugar en el sofá enseñándole la lengua.

María se levantó muy a la contraria, busco cerveza a su padre y de paso una para ella misma.

-Eso es penalti, maldito. – Amelia gritó a la pantalla.

-Pero que pasa a ese juez de verdad. – Marcelino ya se estaba en pie de tan nervioso.

-Que apites luego de una vez entonces y vamos a la prórroga.

-Mi amor, cálmate que te va a dar algo.

-Luisita es que no ves? Nos están robando.

-Sí mi amor, ya lo sé.

La verdad es que Luisita no lo sabía, no entendía nada de futbol y tampoco hacía mucha cuestión de entenderlo. Estaban en un miércoles en la casa de sus padres, a las 10 de la noche, para ver un partido entre el Atlético y el AJAX. Por alguna razón que Amelia le había explicado y que ella ya se había olvidado, era un partido muy importante.

-Dale, que empieza la prórroga yerna.

Amelia que se había ido al baño volvió cerrando los botones de su mono. Ropa que ahora usaba todos los días. Porque nada más le entraba. Las 40 semanas habían llegado y con ellas dos kilos más.

Cuando el partido por fin llegó a su final, eran las 23 de la noche, el Atlético salió ganador y por ello Amelia bailaba con su suegro en medio del salón, con la camisetita que sería de Álex en sus manos. Marcelino le acariciaba la panza y canturreaba las canciones del equipo.

-Amoooor por favor, vamos a casa. – Luisita había despertado temprano para empezar las grabaciones de la novela.

Petición ignorada. Salieron de la plaza de los frutos a media noche. – De verdad Amelia que no puedo conducir, me cierran los ojos.

-Ya, dejo que conduzco yo. – Adentraron el coche y Amelia puso en la radio donde estaban comentando el partido.

-No te cansas?

-Shhh Luisita que van hablar de la nueva incorporación.

-Te lo digo ya lo que te voy a incorporar yo.

-Eso también me lo puedes incorporar luego lleguemos vale. – Le guiño.

Entre llegar a casa y cambiar la ropa, les dio tiempo a uno rapidito antes que Luisita cayese rendida, y solo porque la rubia ya estaba más que preparada cuando Amelia entró a la habitación.

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En el viernes por la tarde Amelia aparcó el coche delante de la emisora donde trabajaba Luisita. Entregó su DNI a la seguridad y luego llamaron a Luisita autorizando su entrada en el local. Miró curiosa a cada uno de los rincones mientras cruzaba los pasillos hasta donde la chica le había indicado. Imaginaba cuando sería su turno de estar allí también, decorando textos y viviendo otra persona.

-Amor.

-Hola... - Se aproximó a ella y le dio un beso en los labios. – Bien? – La rubia asintió.

-Ven, te presento.

Luisita cruzó con Amelia de la mano otras tantas puertas más. Le presentó a su equipo actual, al director jefe, la llevó al plató y le hizo una foto con una actriz que gustaba a la morena. Todos le desearon una buena hora y alababan su barriga y su elegancia. Hoy en mono de manga larga y sandalias.

-Aún tenemos tiempo antes de la cita?

-Por qué? – Amelia le preguntaba con una sonrisa que le decía que sabía por dónde iba su chica.

-Nooooo, no es eso. Malpensada. – Luisita le dio una palmadita en el culo. – Que quería llevarte a comer aquella tarta que tiene aquí en la cafetería, que viste en los stories. Hoy es el día.

-Aaaaaaay sí quiero. Vamos.

Como una niña en heladería Amelia comió dos trozos de la tarta de fresa que servían en la emisora. -Eso esta muy bueno.

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Llegaron a la cita con Daniela a las dos de la tarde, hicieron toda la rutina y finalizaron su playlist de parto. Daniela repasó con Amelia los ejercicios que debería hacer a partir de aquella semana para acelerar el proceso. Y como deberían proceder en el caso de empezar el trabajo de parto. Porque solía durar horas.

-Madre mía Amelia. Ahora estoy muy nerviosa.

-Y yo Luisita. Creo que me va a salir el corazón por la boca.

-Estamos a punto de conocerlo. – Acarició la panza. – Nuestro bebé.

-Sí. – Las lágrimas brotaron en los ojos de la morena.

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Pasaron todos los días finalizando cada detalle, toda la ropita lavada y planchada. Pañales, alcohol 70, solución fisiológica, compresas, bragas.

Manolita vino a casa e insistió en limpiarla del techo al suelo cuando Amelia entró en las 41 semanas. Encontró su nuera sobre la bola de pilates en el salón.

-Hola hija. – Besó su cabeza. – Como te sientes?

-Ahora? ¿De verdad? Agotada. Estoy muy cansada ahora mismo. Como si todo el cansancio me viniera de golpe.

-Sí. Puedo imaginarlo. 41 semanas ya no?

-Sí.

-¿Y la ecografía?

-Pues tu nieto esta de puta madre aquí dentro.

Se rieron. – Anda Álex sal de ahí, viene con abuela que tu madre necesita descansar hijo. – Habló a la panza.

Amelia sonrió. – Escucha tu abuela hombrecito.

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"41 semanas y un día." El móvil de Luisita la avisó aquella mañana cuando se despertó.

-AAAAAAA

-AMELIA. - Corrió hasta el baño para encontrar Amelia con la mano entre las piernas y una sonrisa. - ¿Qué pasa?

-Ha salido. – Le enseño la mezcla oscura que tenía en los dedos. – El tampón. Ha salido.

-Madre mía que me desmayo. – Luisita se apoyó en el marco de la puerta.

-Que te desmayas y te doy un puñetazo. Está llegando el momento amor.

-Sí. – Los ojos acuosos de ambas, llenos de ilusión. – Vente mi amor aquí te esperamos. – Habló con la panza.

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41 semanas 5 días:

-Hola.

-Hola amor, ¿cómo estás?

-Bien. ¿Aún te queda mucho por rodar hoy?

-Amor, acabo de llegar. – Luisita rio.

-Ah sí. Es que...

-Amelia que ha pasao? – Empezó a ponerse nerviosa, largó la pantalla que estaba mirando.

-Estoy de parto.

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Ha llegado elmomento... Ay que nervios. 

Nos leemos luego. 

Tu y Yo y todo lo que vino después...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora