31 - Ahora sí

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A ver como va ese regreso a la realidad...

X

En el ocho de enero Amelia amaneció en su dormitorio con su celular sonando en la mesita de noche.

-Ay Amelia apaga eso. – Natalia colocó la almohada sobre la cabeza.

-Ya ya. – Dio en el botón verde. – Sí. Ay hola mamá. Sí. Sí. Te encuentro allí entonces. Vale. Adiós.

Amelia se volvió a tumbar en la cama, el nervosismo haciendo su estómago empezar a revolverse dentro. Se levantó apresurada y corrió hasta el baño.

-Joder. – Natalia se fue detrás y se arrodilló a su lado haciendo una coleta en su pelo con su mano. – Ya mi amor. – Amelia se limpió la boca con la mano y se sentó con la espalda apoyada en la pared, los labios un poco pálidos y los ojos cerrados.

Natalia tiró del inodoro y cerró la tapa para después sentar al lado de su amiga. – ¿Como estas mi amor?

-Aquí de puta madre sentada en el suelo, después de vomitar. – Se rieron y Natalia le dio un empujoncito en el hombro. – A que hora va a encontrar tu madre?

-A las 12. Su tren hacia zaragoza es a las 18.

-¿Luisita va contigo?

-Esta trabajando, pero sale a las 14 y luego va para allá.

-Vale. ¿Y cómo te sientes?

-Cagada de miedo. Mi madre no espera para nada eso. Ni siquiera esperaba un nieto, ni que yo estuviera por ahí follando a una polla, ni que tal polla estuviese oegada a una chica. – Rio sin gracia. – Va a flipar.

-¿Cres que te vs desheredar?

-No. Pero que va a flipar, eso sí.

-¿Estas de cuantas semanas?

-Ocho. – Se levantaron por fin del suelo y Amelia se puso a lavarse los dientes, luego volvieron a la habitación para que pudiese cambiarse.

-Vaya.

-Sí.

-¿Y El medico?

-Tengo cita para mañana.

-Vale. Y... ¿vas a mudarte con Luisita y Marina?

-¿Qué? No Natalia, en los próximos 4 meses me quedaré aquí en este dormitorio

-Ay, yo que sé. Porque con las escaleras, luego te pones gordita...

Amelia le lanzó unas bragas en la cara. – Calla.

.

Amelia llegó en el restaurante 20 minutos atrasada y encontró su madre sentada con un vaso delante. La mujer bajita vestía un vestido de invierno muy elegante y medias negras con sus zapatos también negros. Amelia notó a lo lejos como estaba bronceada, había pasado las fiestas en Argentina con sus primas y dos amigas. Desde que el padre de Amelia había muerto, Devoción parecía estar redescubriendo la vida. Salía, sonreía, hacía viajes con sus amigas, hasta iba a bailes con sus compañeras del clube del libro. Hizo una nota mental de mencionar que su suegra también tenía un clube de estos.

-Hola mamá.

-Hija! – Devoción se levantó y envolvió sus brazos alrededor de Amelia con ganas, apretujando su cuerpo atlético al suyo. Se separaron un poco y se miraron a los ojos. – Que guapa estás. Que brillo bonito en tus ojos. – Le dio un beso en los morros que formaban por la manera que le apretaba las mejillas.

Amelia limpió unas cuantas lágrimas y culpo su pequeño por ellas. – Ya mamá. Deja de apretarme. ¿Que estas tomando? – Preguntó mientras ocupaba la silla delante de su madre.

Tu y Yo y todo lo que vino después...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora