36 - 13 semanas

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Uno que ha merecido la pena esperar, prometo.

X

-QUE. PORQUE. – La pelirroja se sentó en la cama, buscando se librar de las mantas. – Que pasa?

-No sé, tengo un sangrado o algo. A lo mejor no es nada, pero me voy al médico para estar segura.

-Un minuto que voy contigo.

-No, que no.

-Como que no Amelia.

-Nat no hace falta de verdad que ya llamé el Uber y esta abajo. – Fue saliendo por la puerta.

-Llamaste a Luisita?

-No, porque ha llegado hace poco, que he visto su mensaje, deja que duerma Nat. Que puedo ir sola. Y vuelve tú también a dormir.

Amelia salió y Natalia muy contrariada, volvió a meterse en la cama, giraba de un lado a otro, pero el sueño le había abandonado.

-Jodete morena. – Buscó en su lista de contactos "Luisa" y dio al botón verde.

Luisita estaba boca abajo en su cama escuchando el insistente pitido de su móvil. – JODER. – Sin ver el nombre en la pantalla aceptó la llamada. - Que.

-Luisa, soy yo. Natalia.

Las alarmas de Luisita le despertaron de golpe. – Natalia, que pasa? Amelia?

-Sí. Bueno, es que no sé qué le pasa, ha ido al médico.

-Al medico? ¿A estas horas?

-Sí, no comprendí muy bien lo que pasó, pero me ha dicho que tenía un sangrado o algo.

El corazón de Luisita empezó a latir muy rápido, empezó a buscar unos pantalones para tapar la desnudez en que se encontraba. – Como que sangrado Natalia? ¿Y ha ido sola?

-Ya te lo dije que no me explicó muy bien, y la muy cabezota no me dejo ir con ella. Pero no creo que sea muy bueno que esté sola.

-No claro que no. – Respondió la rubia apurada en el otro lado de la línea, mientras ponía una camiseta, la sudadera de la universidad y también los converses. – Me voy para allá Natalia. Muchas gracias.

-De nada. Oye y Luisa.

-Sí.

-Suerte y avísame que claro, ella no debe volver a dormir aquí.

-Claro. Te mando mensaje.

Luisita ya se encontraba en el coche ayustando los espejos. – Joder Amelia.

Amelia estaba sentada inmóvil en aquella sala de espera, con la mano en su vientre y los ojos fijos en el suelo. Había que esperar que el ginecólogo de guardia viniese a verla, y no quería desesperarse. Vio entrar dos chicas llorando de dolor, con la panza enorme, claramente para el parto. Y también un chico que andaba de un lado a otro esperando noticias.

En su cabeza buscó todo que había pasado en la semana, no había visto mucho a Luisita en estos tres días. Por no estar actuando pasó a ayudar más a su madre en los asuntos del hotel. Fue a reuniones y cerró contractos con nuevos restaurantes y funcionarios. Estuvo todos los tres días de un lado a otro en Barcelona y acostándose muy tarde por esperar que Luisita llegase a casa y le mandase un mensaje.

-Amelia!

-Amelia Ledesma.

Su nombre sonó en dos voces diferentes, una de ellas un médico de bata blanca, gafas y expresión cansada. La otra, Luisita, saliendo del ascensor, con la cara roja, claramente por la carrera que había pegado y la expresión enfadada.

Tu y Yo y todo lo que vino después...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora