59 - Sí? Sí.

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Ha llegado el día. 

X

Primer sábado de febrero, este fue el día elegido, la verdad era la única data disponible en el juzgado, para que Luisita y Amelia formalizasen su unión delante del estado. Devoción llego a las 9 de la mañana en el apartamento de la pareja y cuando la puerta se abrió siquiera recibió un hola, solamente tomó el nieto de los brazos de Amelia, que tenía la cara hinchada, ojeras enormes y un humor horrible.

Luisita arregló la habitación de Álex para su suegra con un humor no mucho mejor que de su prometida.

-Pero que pasa por aquí? ¿Qué me ha tirado el niño a los brazos no más abrir la puerta? – Preguntó un poco fuera de lugar.

-No hago idea, ve, que contigo esta tranquilito y te mira con esos ojitos y hace esas caritas y luego lo compras. Pero nos está volviendo locas mamá. -  Amelia se sentó en un taburete de la cocina, echando café hasta el borde de una taza.

-Hola Devi. – Dijo Luisita sin mucho ánimo, acompañando a Amelia en el café.

-Pero...

-Mamá, no duerme, toda la noche, a veces se queda jugando con sus manos o algo, pero quieto, pero hoy, seguro que alguno vecino estuvo a punto de llamar la policía por maltratos a bebés, porque lloraba de una manera, como si lo estuviéramos pegando.

-Pero, serán los dientes hija. Que esta con solo uno y luego saldrán todos a la vez y se pone irritado.

-Mamá, que de doy la paletita de leche mía que la pediatra nos dijo, le doy una medicación para las molestias, pero noooooo no es eso. Que ahora ve, luego se va a dormir. Le voy a dar el pecho a ver si come algo porque ha llorado tanto que siquiera ha comido.

-Pero también si sigues con el café de esa manera tampoco le vas a calmar. Claro hija, que tomas café de esa manera, que va para la leche.

-Pero casi no tomo el café mamá, pero es que hoy, tenemos el juzgado y luego la fiesta en el bar, y yo no he dormido nada. Luego vendrá Fernando a hacernos un maquillaje y el pelo y estoy que parezco un zombi.

Devoción la miro con algo entre pena y gracia. – No es nada fácil no?

-Pues no. – Sonrió triste Amelia, tomando otra vez su hijo que empezó a lloriquear en los brazos de su abuela, y se fue hasta la habitación de él.

-Porque no le das el biberón? – preguntó a Luisita cuando se quedaron a solas.

-Pues dice que darle el pecho no la molesta, que le encanta, pero es que estos días han sido muy difíciles, no duerme nada por las noches, y Amelia regresa a casa cansada en los días que actúa y yo pues no le puedo ayudar tanto, porque cuando se enoja tu nieto, no hay quién lo saque de los brazos de Amelia. De verdad, que lo hago a veces es buscar una ropa de ella y poner cerca, que cuando la huele se tranquiliza un poco. A veces ni siquiera yo soy suficiente.

-Ay mi niña. – Acarició la mejilla de Luisita.

-Oye, que yo tranquila, que a veces hablo estas cosas y piensan que no me siento madre. Y no es eso, entiendo la conexión que tienen, es algo físico y me parece muy bonito. – Sonrió.

.

Fernando hizo su magia y a las 16 Luisita y Amelia lucían perfectas, Amelia salió por último de la habitación, Luisita estaba cambiando el bebé que estaba más tranquilo y casi dormido. Vio a Amelia en su pantalón y blusa blancos, más hippie que nunca, sus rizos definidos y perfectos, sandalias de tacón y la sonrisa gigante.

-GUAU. – Sonrió ilusionada la rubia.

Luisita vestía un traje de color crema suave, su pelo atado en una coleta baja y su maquillaje suave,

Tu y Yo y todo lo que vino después...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora