O.S. 4 - Falta de colaboración (Pt. 1)

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AAAAA estoy atacada. 
Bueno, este O.S. es algo que realmente he querido hacer desde hace mucho tiempo y gracias a las diosas ha sido posible. 

Como es una historia que se ha hecho un poco más grande de lo que pensaba, entonces he decidido dividirla en algunas partes (aún no se cuantas) pero...

La parte 1 viene por las manos de una de las escritoras más maravillosas de este fandom @aleja_lara1004. Alejandra, que maravilloso tener un poquito de tu talento en mi historia, muchas gracias!

X

No podía creerse lo que estaba ocurriendo, estaba entre el agobio y el enojo al presenciar todo aquello, en todos sus años de vida era la primera vez que le hacía algo así y la situación parecía ser mucho peor ahora. Ahora dolía más.

-No me puedo creer me estés haciendo esto ahora... Justo ahora. – Se llevó las manos a la cara con la voz casi temblorosa. – Es que no lo entiendo, se supone que teníamos que ser equipo y de repente me has abandonado. – Recibió solo silencio lo cual la indignaba mucho más. – Venga, por favor, no sé qué pasa pero seguro que podremos solucionarlo si me ayudaras solo un poco. – Pasó una mano por su cabello rubio metiendo un mechón detrás de su oreja y con la vista baja, sus plegarias seguían sin funcionar.

El silencio reinó en el recinto cuando cerró los ojos e invocó fácilmente recuerdos de ese cuerpo glorioso que poseía su esposa, ese cabello a veces rizado a veces lacio, esos ojazos que en la pasión se oscurecían tanto como la noche, esos labios carnosos y rojizos, sus pechos perfectos, con el peso y volumen ideal para encajar en sus manos, su abdomen, ya no tan plano por el embarazo, pero igual o más de deseable que antes, le encantaba resbalar su lengua por el centro de su estómago hasta llegar a su ombligo y saborearlo con ganas hasta escucharla gemir su nombre...

Claramente estaba enamorada de la anatomía de su mujer, sobre todo de esa que estaba más hacia el sur, esa que con un solo movimiento tenía expuesta solo para ella y su disfrute visual, las piernas de Amelia y su culo siendo otra de sus debilidades, pero sin duda alguna recordar como su mujer se exponía ante ella cada vez que hacían el amor o simplemente tenían sexo salvaje era una sensación insuperable y mientras se imaginaba tal hecho majestuoso su mano dirigía los movimientos primero lentos y luego más rápidos en su propia intimidad.

Sin embargo, a pesar de sentir su cuerpo contraerse con cada caricia acompañada por un recuerdo recurrente excitante, tuvo que abrir los ojos para encontrarse con su peor pesadilla: Junior no quería colaborar con ella esa noche.

Encerrada en el baño se maldecía a sí misma y lanzaba palabras de reproche contra su amigo entre las piernas con el que consideraba llevar una buena relación y así de buenas a primeras parecía que ya no se entendían muy bien.

-Amor, abre la puerta por favor. – Escuchó a su esposa al otro lado de la puerta, cerró los ojos con fuerza, apretando los puños hasta tener los nudillos blancos.

Finalmente respiró profundo y abrió la puerta débilmente. – Lo siento.

Amelia la miró con ternura y acarició su mejilla. – No tienes nada que sentir, amor, estas cosas pasan.

Luisita apretó los dientes. – ¡Pero no a mí! – Exclamó. – Soy demasiado joven para estar pasando por esto ahora. – Se cruzó de brazos ocultando aparatosamente sus pezones erguidos.

La morena intentó no reírse puesto que para su esposa parecía ser algo realmente catastrófico y aunque un poco extrañada por el asunto, no pensaba echar más sal a esa herida. Se acercó a ella y agarrando sus manos le soltó el apretado cruce de brazos. – A ver, no sé qué ha podido ser, pero no te martirices por esto... Vamos a la cama, mañana vemos. – Se inclinó dándole un roce de labios, la miró a los ojos antes de ahora si besarla en condiciones, metiendo su lengua en la boca de la rubia quien automáticamente llevó las manos hasta la cintura de la morena. – Ven, ven, ven...

Tu y Yo y todo lo que vino después...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora