Empiezo a sentirme realmente asustada, nerviosa y mal. Cada vez estoy más mareada y me cuesta más mantenerme consciente, pero quiero evitar a toda costa que estos imbéciles me hagan algo.
- También te podrías haber traído a la rubia.- se queja uno.
- Era imposible quitarle al pequeño de los Sideris de encima.-
- Bueno, nos conformaremos con esta, aunque dudo que nos dure a los cuatro.- ríe malévolamente.
Siento como el tal Marcelo me agarra por la cintura y, como acto reflejo, le doy un rodillazo en su entrepierna.
- ¡Ah, hija de perra!-
Intento alejarme pero mis pies me traicionan y caigo sobre el capó de un coche. Escucho la risa de todos ellos y sus pasos aproximándose hasta mí.
- ¡Agarradla!- grita Marcelo.
Dos de ellos sujetan mis brazos y otro agarra mis piernas y las abre. Marcelo se acerca hasta mí y con su mano presiona mi barriga para que mi torso quede pegado al capó del coche.
- ¡Soltadme!- grito con lágrimas en los ojos.
- ¡Si esto era lo que querías zorra!- ríe el ojiverde.- ¡Has estado provocándonos como una prostituta todo el día!-
Coloca sus manos en mis piernas y sube mi vestido hasta mi cintura, dejando mis bragas de encaje al descubierto.
- ¡Basta, por favor!-
- ¡Cállate!-
Noto un fuerte impacto en mi mejilla y todo se vuelve borroso, no consigo distinguir nada y siento que en cualquier momento voy a desmayarme. Escucho una cremallera bajarse y noto un cuerpo encima del mío.
- Ahora si perrita, comencemos con la diversión...-
Rezo a los dioses para perder el conocimiento y no tener que vivir esto pero, de un momento a otro, siento que el peso del chico sobre mí desaparece, al mismo tiempo que escucho muchos golpes y súplicas.
***
Ares
«Maldita mocosa del demonio...»
Lleva todo el puto día bailándole a mi hermano de forma provocativa, capturando las miradas de todos los gilipollas que hay en esta fiesta y lo peor es que ahora le está bailando a un imbécil cualquiera y encima me está mirando con una sonrisa.
«Cómo voy a disfrutar del castigo que te voy a dar pequeña insolente...»
Sigo con mi bebida, ignorando a todas las chicas de mi alrededor y me concentro en ver bailar a Isabella que, sí, es una niña, pero está muy buena, sería idiota si dijera que no. Además hay algo de ella que me encanta... su inocencia. La podría pervertir y destruir a mi antojo, sin embargo es la hija de mis padrinos y no puedo tratarla como me gustaría.
Noto como el tipo ese se la lleva entre la gente, pero no hacia la barra o hacia la zona de juegos, sino al aparcamiento.
«Mierda... esto no pinta bien...»
De repente siento una mano en mi entrepierna y me giro para ver a la chica pelirroja que está arrodillada frente a mí.
- Ares, ¿por qué no vamos a divertirnos un rato?-
- Sí anda vamos...- murmura una rubia.- Lo haremos las dos contigo...-
Una oferta tentadora que habría aceptado sin lugar a dudas, pero estoy seguro de que la mocosa está en problemas y es mi deber protegerla, ya que los idiotas de mis hermanos no sirven para nada.
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Entre dioses
ActionIsabella Al-Asad cumple los 20 años sabiendo que su vida cambiará por completo, pues sus padres acordaron que a esa edad se casaría con el primogénito de los Olímpicos, Ares Sideris. Todo se pondrá patas arriba cuando la inocente chica tenga que co...