Capítulo 11

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El pelinegro se encuentra sentado en su sillón, tras el escritorio. Me mira de forma seria y bastante siniestra. Yo estoy petrificada delante de la puerta, sin saber muy bien que hacer y arrepintiéndome por haber venido.

- Te lo preguntaré una vez más, ya que parece que tienes problemas de oído.- bufa molesto.- ¿Qué haces tú aquí?-

«Tranquila Isabella, no lo mandes a la mierda todavía...»

- Bueno yo... quería darte las gracias por defender a Atenea y...-

- ¿Qué esperabas?- espeta.- Es mi hermana.-

- No había terminado.- replico.- También quería agradecerte por haberme salvado de esos tipos.-

- Ya me diste las gracias ayer.-

- Sí bueno... en cuanto a eso...- suspiro.- Creo que deberíamos hablar de lo que pasó en tu habitación.-

- No tenemos nada de lo que hablar.-

- Yo creo que sí Ares.- respondo empezando a perder la paciencia.- Creo que tenemos que solucionar lo que quiera que está pasando.-

- No está pasando nada niña así que lárgate y déjame trabajar.-

Vuelve a dirigir su mirada al ordenador y es ahí cuando me pongo furiosa. Después se queja de Apolo pero él también se comporta como un crío cuando quiere.

Sin pensármelo dos veces, me acerco hasta su mesa y, de un movimiento, cierro su laptop. Él se levanta bruscamente.

- ¡¿Se puede saber qué carajos haces?!-

- ¡Quiero que me prestes atención Ares!-

- ¡¿Quieres que te preste atención?!-

De pronto me agarra del brazo y me pega a su cuerpo, quedando nuestros rostros a escasos centímetros.

- ¿No tuviste suficiente con besarte con Hermes?- pregunta con un tono que no me gusta nada.- Dime algo... ¿también te has besado con Apolo?- abro los ojos con sorpresa.- ¿Quieres jugar con los tres hermanos? ¿También quieres que todos te follemos?-

Le doy una cachetada con todas mis fuerzas y su rostro queda girado a un lado.

- ¡Eres un completo idiota Ares!- grito.- ¡Que sufrieras un tormento cuando eras niño no te da derecho a tratarme así!-

No me da tiempo a reaccionar, cuando me agarra del cuello y me estampa contra la pared. Reconozco que el golpe ha dolido un poco.

- ¡¿Qué carajos sabes tú de mi infancia?!-

- Tu madre... tu madre me contó lo que te pasó...-

Veo como levanta su puño y cierro los ojos creyendo que va a golpearme, no obstante, escucho un fuerte sonido en la pared, justo a mi lado. Miro llena de miedo al pelinegro, el cual se separa de mí y tira todo lo que hay sobre su escritorio.

- ¡Joder!- grita.- ¡Ella no tenía ningún derecho a contarle nada a cualquiera!-

- ¡Yo no soy cualquier pesona Ares!- no se de dónde he sacado el valor para decir eso.- ¡Te recuerdo que en una semana seré tu esposa!-

Él me mira molesto, aunque parece algo más calmado.

- No tenía ningún derecho...- repite.

- Tu madre solo quería decírmelo para que yo pudiera ayudarte.-

- ¡Yo no necesito tú ayuda!- exclama.- ¿Y sabes por qué?- se acerca a mí de forma amenazante.- Porque después de lo que me hicieron odio a todas las mujeres, a todas menos a mi hermana y mi madre.-

Entre diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora