Capítulo 18

567 53 10
                                    

Ares

Observo con detenimiento mi cuerpo a través del espejo y, a pesar de todos los músculos y abdominales marcados y trabajados, no puedo evitar sentir un profundo asco hacia mí mismo.

Siempre que me observo recuerdo muy bien que, si no fuera por las operaciones, ahora mismo estaría cubierto de cicatrices. Las cicatrices que esos hijos de puta me hicieron...

***

(Flashback: 12 años atrás, secuestro de Ares por los ucranianos)

Estoy atado con cadenas en una especie de mesa de torturas. No puedo mover mis brazos ni mi pies por el dolor de las heridas que me he hecho intentando soltarme, aunque no es tan grande como el de los cortes que me hizo el hombre que me trajo aquí.

Por lo poco que he podido averiguar, ese hombre es líder de una pequeña mafia que está aliada con los enemigos de papá, pero no sé que es lo que pretenden hacer conmigo y, la verdad, es que tengo miedo.

Ya llevo casi dos semanas aquí, y solo entran unos guardias a dejarme pan y agua para que me alimente, además de ese mafioso que se dedica a torturarme y a grabarme vídeos, dice que para que papá me vea. Yo intento ser fuerte, pero siempre me acabo desmayando por el dolor.

De pronto, escucho la puerta abrirse y empiezo a temblar pensando en que vayan a hacerme daño otra vez. Tengo demasiadas heridas en mi cuerpo y, algunas de ellas, están infectadas, no podré permanecer así mucho tiempo más.

Cuando miro hacia la puerta, veo a una mujer de unos 35 años, la cual lleva un vestido rojo muy corto y demasiado maquillaje en la cara.

- Así que tú eres el primogénito de Zeus Sideris.- murmura con una sonrisa siniestra.- ¿Cómo es que te llamas?- pregunta acercándose a la mesa.

- A... Ares...- susurro.

- ¿Y cuántos años tienes Ares?-

Noto como su mirada recorre todo mi cuerpo, el cual está prácticamente al descubierto, salvo por los bóxers que cubren mi intimidad.

- Tengo quince...-

- Vaya... eres muy apuesto para ser tan joven...- ríe acariciando mi torso.- Mira qué músculos tienes ya.-

- Duele...- me quejo cuando toca mis heridas.- Por favor...-

- Tranquilo hermoso, yo no estoy aquí para torturarte, al contrario, quiero que juntos pasemos un buen rato.- su sonrisa me asusta.- Dime cariño, ¿has estado antes con una mujer?-

Sé a lo que se refiere, estoy en esa edad en la que a los chicos se nos empiezan a alborotar las hormonas, sin embargo no he hecho el amor con ninguna chica, pues aunque a algunos pueda parecerle muy idiota, yo quiero esperar a sentir algo especial por una mujer para hacerlo.

- ¡Contesta niño!- exclama presionándo su mano en una herida.

- ¡Ahhhh!- grito.- ¡No, no he estado con nadie!-

- Entonces tendrás el privilegio de perder tu virginidad conmigo.-

Abro los ojos asustado.

«Esta mujer está enferma...»

- ¡No, no quiero!- chillo.

- ¡¿Y a quién le importa lo que un maldito griego como tú quiera?!-

Sin pensárselo dos veces me da una fuerte cachetada. Con sus manos me baja los calzoncillos liberando mi miembro, sin embargo no estoy nada excitado, al contrario, tengo miedo, no quiero que esa señora me toque.

Entre diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora