Capítulo 33

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Apolo

Estoy tumbado en mi cama escuchando música. Han pasado ya cuatro días desde la boda de mi hermano y esta casa se ha convertido en un auténtico circo. Hermes no para de discutir con la egipcia por todo y al principio era muy gracioso, pero ya me comienzo a aburrir un poco...

Lo peor es que tengo ganas de pasar todo el día con Atenea pero no puedo, sería demasiado sospechoso y, si mi padre se entera de la relación que tengo con ella ahora sí que me mata. Y yo soy demasiado guapo para morir, sería un auténtico sacrilegio.

Además ahora que Ares no está me estoy teniendo que ocupar yo de los asuntos de la mafia, que son un auténtico coñazo, espero que vuelva mañana ya porque como tenga que seguir mucho tiempo así me pego un tiro.

- ¡Joven Sideris! ¡Joven Sideris!-

Escucho como tocan la puerta una y otra vez.

- ¿Qué pasa?-

- ¡Tiene que venir al vestíbulo, es urgente!-

Ladeo los ojos. Me quito los cascos y los dejo encima de la mesita de noche. Me pongo una camiseta para cubrir mi torso y abro la puerta con cara de pocos amigos.

- Ya puede haberse muerto alguien...- me quejo.

- Es mejor que lo compruebe por sí mismo señor...- murmura el guardia.

Lo miro confuso pero decido avanzar rápidamente hasta el vestíbulo para acabar con esta situación de una buena vez. Cuando bajo las escaleras, me encuentro con una situación un tanto peculiar.

Mi madre y Atenea están llorando desconsoladamente, abrazándose la una a la otra. Eris se encuentra junto a ellas, muy asustada, mientras que Hermes y mi padre están discutiendo mientras unos 10 hombres los observan.

- ¡Tenemos que hacer algo!- grita mi hermano.

- ¡Y lo haremos, pero a su debido tiempo!- responde papá.

- ¡¿Cómo puedes decir eso?!- exclama el castaño.- ¡¿Acaso no te das cuenta de la situación?!-

- ¡¿Qué carajos está pasando?!- interrumpo.

Automáticamente todos se quedan observándome por unos segundos que se me hacen eternos. Mi padre le hace un gesto a uno de los guardias y este se acerca a darme un sobre con una carta. Veo que tiene un sello algo extraño, una especie de "V" sobre cera de color azul noche. Saco el papel y comienzo a leer.

Estimado Zeus:

Mucho tiempo has vivido tranquilo, mientras nos ocultábamos entre las sombras... Pero es hora de que pagues por todo el daño que le hiciste a nuestra familia. Es tiempo de que los Olímpicos paguen por su alianza con esos estúpidos Inmortales. Ha llegado la hora de veros caer... uno por uno... empezando por tu primogénito.

La guerra no ha hecho más que comenzar...

Atentamente.

Los Vólkov.

Miro a mi padre con confusión y él me señala una pequeña caja que hay en la mesa que se encuentra en el centro del vestíbulo. Me acerco y mis ojos se humedecen cuando veo lo que hay en su interior. Un dedo mutilado que porta un anillo con una garra, el anillo de Ares.

«No... no puede ser...»

Veo una pequeña nota junto al dedo.

Te obsequio con la mejor parte que ha quedado del cádaver de tu hijo, el resto, ni siquiera merecía la pena enviártelo.

Entre diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora