Capítulo 20

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Horus

La diosa pelirroja me calbalga rápidamente mientras yo la sujeto por las caderas.

- ¡Ahhh, sí, ahhh!- gime.

Nada ha cambiado entre nosotros con el paso de los años. Seguimos igual de enamorados y con nuestras peleas de siempre, las cuales solucionamos de esta forma, follando como conejos. Lo único diferente es que ya no somos los veinteañeros de entonces, desgraciadamente ambos nos hacemos viejos, aunque nos conservamos muy bien, no lo vamos a negar.

- ¡Joder Aisa, si sigues moviéndote así me voy a correr!-

- Eso es lo que quiero.- sonríe pícara.

- Eres una maldita ninfómana.-

- ¿Te estás quejando?-

- Para nada.-

En unos minutos, ambos terminamos y caemos rendidos en la cama.

- Buenos días dios del cielo.-

- Buenos días diosa del sexo.- contesto con una pequeña risa.

Ella se levanta pero la sujeto del brazo.

- ¿Tan pronto te has cansado?-

- He quedado con Hera para ir a recoger a Malek al aeropuerto.-

- ¿Ya ha llegado?-

- Llegará en dos horas.-

- Eso nos deja un poco más de tiempo.- susurro contra sus labios.- Mi amigo aún quiere jugar.-

- Pues tendrá que jugar solo.- responde levántandose.

- Ya no tienes tanto aguante, te estás haciendo vieja Aisa.- me burlo.

- Dijo el que tiene ya canas.-

- Eso es del estrés.- me defiendo.

- Sí claro...-

Comienza a coger las cosas para ir a la ducha.

- Te advierto que si sigues así tendré que buscarme a una veinteañera.- amenazo.

- ¡Hazlo y te corto los huevos Horus!-

- Me encanta cuando te pones tan agresiva.-

- ¡Idiota!- exclama entrando al baño.

- ¡Loca!- respondo.

Me tumbo en la cama y veo la erección que tengo. Escucho el agua de la ducha caer y una sonrisa se instala en mi rostro.

«Tengo una idea muy interesante...»

Sin pensármelo dos veces entro al baño. Aisa me mira con cara de pocos amigos.

- Horus, compórtate.- ordena.

- Solo voy a ducharme.- me excuso.- Yo también tengo cosas que hacer.-

Me meto a su lado y hago como que la ignoro, pero sé que tengo su mirada clavada en mi cuerpo. Aunque no esté tan fuerte como antes, sigo teniendo un cuerpo envidiable, y sé que a Aisa le vuelve loca.

Me comienzo a enjabonar hasta llegar a mi miembro, los sujeto y deslizo mi mano de arriba a abajo, a un ritmo intenso.

- ¿Se puede saber qué haces?-

- Terminar lo que tú provocaste.- respondo.

La miro y veo que se muerde el labio excitada. Ella sigue siendo una ninfómana pervertida y sé que está deseando que me la folle de nuevo.

Entre diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora