Capítulo 24

666 57 5
                                    

Isabella

Han pasado cuatro día desde que llegamos a Bora-Bora. Durante ese tiempo, Ares y yo hemos visitado los alrededores de la isla y... bueno... no hemos parado de acostarnos.

Lo cierto es que todo me resulta muy extraño, pues él no se comporta como el típico marido amoroso, de hecho, no es nada romántico conmigo, más bien es bastante serio, pero aun así mentiría si no dijera que me encanta estar a su lado, me encanta ser su esposa y, estoy segura de que, en el fodo, a él también le gusta pasar tiempo conmigo.

Me despierto y miro a mi lado, pero el pelinegro no se encuentra. Me resulta extraño, siempre ha estado aquí hasta que yo me despertaba...

Me levanto y me coloco una camisa del dios para tapar mi desnudez. Lo busco en el baño y en el balcón, pero no lo encuentro. Cuando ya me empiezo a preocupar, escucho el sonido de la puerta principal y lo veo entrar con una bolsa de comida y una especie de cesta de picnic.

- Por fin te despiertas...- bufa.- Ya creía que habías mutado a una especie de marmota.-

«Él siempre tan agradable...»

Ladeo los ojos.

- ¿Dónde estabas amado esposo?-

- Comprándote algo de desayunar y nuestra comida maldita cursi.-

No puedo evitar reír.

- ¿Vamos a hacer un picnic en la playa?-

- No exactamente.- responde.- A partir de ahora se acaba la parte relajada de la luna de miel y empieza el entrenamiento.-

«¡¿Qué carajos?!»

- ¿De qué entrenamiento estás hablando Ares?-

- Ahora eres mi esposa, la mujer del líder de la mafia de los Olímpicos.- indica.- No quiero que seas un florero Isabella, quiero que formes parte de la mafia y la dirijas a mi lado.-

- ¿Hablas enserio?-

- Yo nunca bromeo Isabella.- añade.- Pero antes te tendré que enseñar todo, así que pasaremos el resto de la luna de miel entrenando muy duro, hasta que comprendas cómo funciona este negocio.-

- Sé como funciona este negocio.- me quejo.- ¿Olvidas que provengo de los Inmortales?-

- ¿Eso crees mocosa?- se burla.- A ver, dime, si la mafia mexicana se interpusiera en nuestro negocio de armas que decisión tomarías.-

Me paro a pensar un momento.

- Supongo que tratar de razonar con ellos.-

- ¿Es enserio?-

- A ver si adivino, tu respuesta sería que tenemos que matar a alguien.- digo cruzándome de brazos.

- Obviamente.-

Ladeo los ojos.

- Okay, seguiré el entrenamiento.- bufo.

- No te estaba dando opción de elegir.- voy a protestar pero me tapa la boca con la mano.- Y no quiero oír tus quejas durante el tiempo que estemos entrenando, porque desde ya te advierto que va a ser duro.- indica.- Te enseñaré en días lo que la mayoría aprendemos en años.-

Asiento con la cabeza y retira su mano. Nuestras miradas se desafían por un momento hasta que comienzo a desabrochar sus pantalones.

- ¿Qué pretendes mocosa?-

Sus ojos emiten un brillo lujurioso que me excita aun más de lo que estoy. Me encanta que sea tan serio y misterioso, creo que eso es lo que más me gusta de él.

Entre diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora