Khalid
Después de acabar con Viktor todos nos fuimos a celebrar. Ordené a mis nuevos sirvientes que prepararán un gran banquete, no solo para mí, sino para todos los que habitaban en esta casa.
Los hombres del ruso se quejaban del trato que este mes daba y, con este banquete, me he ganado su fidelidad.
Mañana me coronarán en la mañana como el nuevo rey, la mafia estará a mis pies y no tendré que preocuparme por nada durante el resto de mi vida.
Cuando terminamos la celebración, me voy a una de las habitaciones. Durante las próximas semanas voy a tener que invertir una buena suma de dinero en arreglar esta mansión, pues hay numerosos desperfectos tras el ataque, nada que no se pueda solucionar con dinero.
Estoy cansado después de todo el día y de las heridas y los golpes que he recibido, sin embargo, aún no puedo dormirme, queda un último trabajo por hacer y no podré descansar hasta que no lo termine.
Después de descansar un rato frente a la chimenea, salgo de la habitación seguido por uno de mis tigres. Avanzo por el pasillo hasta llegar a la habitación de Stella.
- Quédate aquí.- ordeno al felino.
Acto seguido, entro en la habitación. Veo a la rubia frente al tocador, cepillando su cabello. Esta se gira y al verme se levanta con una sonrisa. Puedo ver que lleva un camisón extremadamente corto, el cual le sienta de maravilla.
- Pareces muy relajada.- murmuro acercándome a ella.
- Por primera vez en toda mi vida no tengo miedo.- confiesa.- Por fin soy libre.-
- Así es.- digo acariciando su rostro.- Viktor no volverá a hacerte daño.-
Ella me vuelve a sonreír y me besa delicadamente. Yo le correspondo y, en un instante, la cojo en brazos y la llevo hasta la cama.
La dejo caer y me coloco sobre ella. Cada vez nuestros besos y caricias se van haciendo más intensos, hasta que levantó su camisón y, de un tirón, rompo sus bragas.
- Khalid...- susurra excitada.
- ¿Quieres que te folle?-
Ella asiente, por lo que me bajo los pantalones deportivos y la penetró con rudeza.
Disfruto de cada rincón de su cuerpo, de cada gemido y de cada caricia al máximo. Después de un buen rato, la rubia empieza a contraer su vagina y sé que ya está cerca.
- ¡Ahhh, sí, Khalid!-
Ella se corre y yo la sigo tras un par de embestidas más. Me tumbo en la cama para descansar unos segundos y la rubia hace lo mismo apoyándose sobre mi pecho.
- ¿Te apetece un poco de champagne?- pregunto.
- ¿Quieres seguir celebrando?- ríe.
- Nos ha costado años librarnos de ese hijo de puta, así que sí.- respondo.
- Es cierto...- murmura haciendo círculos sobre mi pecho.- Ahora los dos somos los últimos Vólkov.- deja un beso en mis labios.- ¿No te excita la idea?-
- Lo hará en cuanto beba un poco.- digo incorporándome.- Me has dejado deshidratado.-
Cojo el móvil y llamo a uno de mis hombres.
- Tráeme el champagne con las copas a la habitación de Stella.-
- Hay tantas cosas que quiero hacer.- sonríe Stella ilusionada.- No puedo esperar para ser proclamada tu reina.-
Afortunadamente llaman a la puerta y me acerco a abrir.
- ¿Que rápido han traído el champagne no?- espeta la rubia.
- A decir verdad era algo que ya tenía preparado.- digo cogiendo la bandeja con las copas y la botella.- Cierra la puerta Vlad.-
Este asiente y cierra. Llevo las cosas hasta la mesa y sirvo el champagne en dos copas.
Stella se acerca a mí con una sonrisa y coge la copa que le ofrezco.
- ¿Por la coronación?- propongo.
- ¡Por la coronación!- exclama.
Ambos brindamos y bebemos un poco. Dejo la copa en la mesa y me dirijo a la chimenea.
- En cuanto a lo de que seas mi reina me parece que no va a poder ser.-
La escucho toser y me doy la vuelta. La rubia retira su mano de la boca y puedo observar que tiene un poco de sangre en ella. La pobre me mira asustada.
- Verás no es nada personal Stella...- continuó.- Pero aparte de mí eres la única persona de este mundo con sangre Vólkov.-
- Khalid...- murmura mientras se sujeta a la mesa.- ¿Qué has hecho?- la veo mirar el champagne.
- En caso de que te lo preguntes el veneno estaba en la copa, no en el champagne.-
La rubia intenta caminar pero cae al suelo y empieza a convulsionar un poco. Avanzo hacia ella hasta quedar a sus pies.
-Lo siento Stella, pero solo yo puedo ser el nuevo rey ruso.-
Veo como la luz de sus ojos desaparece, al tiempo que su cuerpo queda inerte.
«Ahora sí... Nadie en este mundo puede poner mi liderazgo en peligro.»
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Entre dioses
AcciónIsabella Al-Asad cumple los 20 años sabiendo que su vida cambiará por completo, pues sus padres acordaron que a esa edad se casaría con el primogénito de los Olímpicos, Ares Sideris. Todo se pondrá patas arriba cuando la inocente chica tenga que co...