Capítulo 30

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Adia

Me miro al espejo y no puedo evitar que las lágrimas se deslicen por mis mejillas. Estoy realmente hermosa, vestida y maquillada como una princesa griega de la antigüedad. Se supone que este debería ser el día más feliz de mi vida, pero es imposible que lo sea cuando en unas horas me voy a casar con el griego imbécil.

- No llores Adia...-

La melodiosa voz de Bella me saca de mis pensamientos. Afortunadamente ella llegó ayer de la misión que estaba haciendo con su marido. Agradezco que esté a mi lado en este día, ya que mis padres siguen furiosos conmigo y apenas he pasado tiempo con ellos.

Lo cierto es que me siento muy sola en esta casa, salvo por Bella y Atenea. No sé que haría sin ellas aquí.

- Es que todo es una mierda Bella.- sollozo.- Me voy a casar con ese idiota y, por su fuera poco, voy a tener un hijo.- intento limpiar las lágrimas con un pañuelo.- Solo tengo veinte años... no estoy lista para ser madre...-

- Lo sé... susurra.- Pero todo saldrá bien... estaremos juntas y te ayudaré en todo.-

- Gracias Bella...- le abrazo.- No sé que haría sin tí.-

Unos golpes se escuchan en la puerta y veo entrar a Apolo y Atenea.

- Perdon por interrumpir, pero es hora de que los padrinos y las damas de honor vayamos al altar.- indica la rubia.- Tu padre subirá en un momento a por tí Adia.-

Asiento con la cabeza.

- Cuñadita espero que no te importe que vayamos los tres juntos al altar.- sonríe Apolo mirando a Isabella.- Ya sabes... tendrías que ir con Ares pero como no está ni modo de dejar que vayas sola.-

- Tan caballero como siempre...- se burla mi amiga.

Bella va hacia ellos y Apolo les ofrece un brazo a cada una, las cuales lo agarran entre riendo y ladeando los ojos.

- Nos vemos en unos minutos nueva cuñadita.-

- Cállate Apolo.- demanda Isabella.

- Uyy... qué pronto te pones celosa.-

Los tres se marchan medio discutiendo y no puedo evitar suspirar profundamente.

«Todo esto es tu culpa Adia, por no saber controlar tu calentura...»

Vuelvo a la realidad cuando veo aparecer a mi padre en la puerta, completamente serio.

- Ya es hora Adia.-

«Comienza la pesadilla...»

***

Hermes

Estoy en el altar, bajo la atenta mirada de todos los invitados. Hay un grupo de chicas que me miran con deseo y, como es natural les sonrío, incluso le guiño el ojo a una rubia bastante bonita.

No obstante, enseguida me arrepiento cuando veo a mi padre mirándome como si quisiera matarme.

«Y todo por pensar con el pene en vez con el cerebro... si es que parezco Apolo...»

Hablando del susodicho, mi hermano aparece por mitad del pasillo, agarrado de cada brazo por Bella y Atenea. Los tres llegan al altar, las chicas se van a mi derecha y mi hermano a mi izquierda.

- ¿Nervioso hermanito?-

- No estoy de humor Apolo.-

- Alegra esa cara hombre, que estás en una boda no en un entierro.-

Entre diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora