Capítulo 38

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Stella

Avanzo entre los árboles con dificultad, debido a que esta noche la tormenta de nieve es muy fuerte. Me ha costado pasar desapercibida durante estas dos semanas que han pasado desde que me escapé de casa de mi hermano.

Sus hombres me buscan por todos lados. He tenido que teñirme el cabello de negro y cortarlo. Compré lentes de contacto para cambiar el color de mis ojos y uso un bronceador de piel para que no se vea tan pálida.

- Creo que ya hemos llegado señorita...- murmura la sirvienta que me ayudó a escapar.

Miro hacia delante y, con bastante dificultad, obervo una pequeña cabaña escondida entre los árboles.

- Sí, es ahí.- respondo.

- ¿Cree que aún seguirán ahí señorita?- pregunta.- Ha pasado mucho tiempo desde que no viene.-

- Tienen que estar ahí... sé que están ahi...-

Ambas nos aproximamos a la cabaña lentamente a causa de la nieve. Cuando llegamos a la puerta doy dos toques.

- ¿Quién es?- escucho decir en ruso.

- Stella.- respondo.

Inmediatamente, la puerta se abre y veo a un hombre anciano mirarme de arriba a abajo.

- ¿Qué diablo te has hecho?-

- Era la única forma de escaparme de mi hermano.- indico.- Sus hombres me están buscando.-

Él nos invita a entrar y, cuando lo hacemos, un agradable calor hace que nuestros cuerpos dejen de tiritar.

- Si Víktor te está buscando te encontrará.- espeta el anciano.- Nadie puede escapar del rey ruso.-

Se acerca a la chimenea y agarra una cazuela que tiene puesta al fuego.

- He hecho un poco de sopa.-

La sirvienta me mira y asiento.

- Come algo y descansa Karen.- murmuro.- Han sido unos días difíciles.-

- Gracias señorita.-

Mientras ella se sirve un poco de comida y se coloca algunas mantas, yo me acerco al anciano.

- ¿Dónde está él?- susurro.

El hombre se queda observándome durante unos instantes, pero después me indica que le siga hasta un pequeño sótano. Allí, le veo tendido en una cama, con todo el cuerpo lleno de vendas. Solo su boca y sus ojos están al descubierto.

- ¿Cómo está?-

- Aún respira.- contesta.- Pero no por mucho tiempo.-

- Sobrevivirá.- le interrumpo.

- Su cuerpo está destrozado Stella...- replica el anciano.- Desde que lo trajimos aquí tiene fiebre, sus heridas no cicatrizan bien, algunas de ellas se están empezando a infectar y yo no tengo los medios necesarios para tratarlo aquí...-

- Di lo que necesitas y yo te lo traeré.-

- Sería demasiado arriesgado Stella.- responde.- Tienes suerte de haber escapado de lso hombres de tu hermano, no merece la pena arriesgarse por algo inútil.-

- No te estoy pidiendo tus consejos Mikov.- sentencio.- solo quiero saber qué necesitas para curarle.-

Él se queda unos minutos en silencio, observándome.

- ¿Por qué quieres arriesgarte cuando sabes que no hay esperanza?-

- Te equivocas...- murmuro.- Aún hay esperanza.-

- Stella... sé lo que para tí significa que él sobreviva.- indica con un tono amable.- Pero tienes que ser realista.- indica.- Ningún hombre puede sobrevivir en ese estado.-

- Ahí está tu error Mikov.- el anciano me mira sorprendido.- Él no es un hombre... es un dios... el dios de la guerra.-

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