Capítulo 13

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Son las cuatro y media de la tarde del lunes y estoy discutiendo con Hera algunas cuestiones de la boda. Prácticamente hemos decidido que se hará en los jardines de la mansión, por seguridad y, la verdad, es que no me molesta para nada, ya que la casa es preciosa, al igual que la vista.

La castaña me ha enseñado los diseños que ella y mi madre han pensado para la decoración y lo cierto es que son excelentes- Estoy segura de que la ceremonia será preciosa, al menos el lugar.

- Mañana iremos a la ciudad a ver las cuestiones relativas a tu vestido, zapatos y complementos.- comenta Hera.

- Estupendo.-

- Pero por ahora no quiero entretenerte más.- indica.- Todos se han marchado ya a arreglarse para la fiesta y deberíamos hacer lo mismo.-

- ¿A qué hora tengo que estar lista?-

- Sobre las ocho empezarán a llegar los invitados, pero tu entrada y la de Ares está programada para las ocho y media.-

- De acuerdo, entonces no pierdo más tiempo.-

- Nos vemos luego tesoro.-

La castaña me dedica una sonrisa que le devuelvo y ambas nos separamos. Yo he quedado con Adia en que nos cambiaremos juntas, como siempre hacemos en las fiestas. Ella debe estar ya en mi habitación, pero antes quiero ir a ver si mi madre puede peinarnos, a ella siempre se le ha dado de maravilla.

Me dirijo hasta donde queda su habitación y, sin pensármelo dos veces, abro la puerta quedándome entre asombrada y asustada por la imagen que me encuentro delante. Mi madre está a horcajadas sobre mi padre, moviéndose muy deprisa.

- ¡Ahh, Horus!-

- ¡Eres una puta ninfómana pelirroja!-

- ¡Cállate y sigue!-

- ¡Por los dioses!- grito.

Automáticamente mis padres me miran y se intentan tapar corriendo.

- ¡Lo siento!- exclamo.

Cierro la puerta y me marcho corriendo a mi habitación.

«Madre mía... nunca pensé que vería a mis padres follando...»

Entro en mi cuarto con la cara descompuesta, intentando olvidar lo que acaban de ver mis ojos.

- ¿Qué te sucede?- pregunta Adia preocupada.

Cuando le cuento a mi amiga lo sucedido, esta se ríe de mí durante unos veinte minutos.

«A veces me dan ganas de matarla...»

Después nos comenzamos a arreglar para la fiesta. Nos hacemos algunos tratamientos faciales, nos pintamos las uñas y comenzamos a maquillarnos. Yo utilizo unos tonos marrones, pues me encanta que se me vea un look más natural, mientras que Adia utiliza tonos verdes que resaltan sus ojos.

Una vez terminamos, procedemos a ponernos nuestros vestidos. El mío es de color rojo, por debajo de mis muslos y con algo de vuelo. La parte de arriba es de encaje con flores y la espalda está al aire, salvo por el cierre que se encuentra arriba. Además me pongo unos zapatos del mismo color y unas pulseras y pendientes plateados, a juego con el anillo de mi hermano.

Por su parte, Adia escoge un vestido corto de color perla que le favorece mucho, ya que tiene la piel más morena que yo. Tiene la espalda cerrada pero un gran escote de pico. Lo acompaña con unos tacones de color verde oscuro, además de accesorios en dorado.

Cuando ambas estamos satisfechas comenzamos a peinarnos. Al no tener aquí a mi madre, decidimos ir a lo seguro y alisamos nuestros cabellos. Yo decido colocármelo a un lado y sujetármelo con algunas horquillas.

Entre diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora