XXIV

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Margot

—Algo que quieras contarme?

Fue lo que Leo dijo cuando la encontré. Había olvidado por completo que ella estaba en algún lugar del bar mientras me comportaba como una estúpida frente a Francia.
Había actuado de forma imprevisible, incluso para mí. Estuve molesta, decepcionada, celosa, grosera y todo ello lo había olvidado en un santiamén, todo lo olvidé en un abrir y cerrar de ojos, la presencia de Leonor, la razón por la que le reclamaba y sólo dejé que mis impulsos me empujaran a besarla.
Odiaba la forma en la que me sentía por ella, odiaba siquiera sentir algo por ella, sobre todo porque yo no era nada especial para ella, Leonor tenía razón y probablemente se besaba también con Melissa y vaya a saber con quiénes más. Pensar en todas esas cosas aún me hacían enojar, incluso más.
Mi comportamiento hacia ella también me enojaba, la manera en la que le había hablado. Me había comportado de esa forma que tanto odiaba, de esa forma que me había prometido nunca más volver a ser.
Me sentía de muchas formas, me sentía confundida y lo único de lo que tenía ganas era de desaparecer.

—Oye ¿Estás bien?

—Sí...

—Lo vi todo, Mar, y tu semblante indica que estás lejos de sentirte bien

—Si ya sabes que no estoy bien para qué me preguntas

—Para que seas sincera conmigo y sobre todo contigo ¿Francia te gusta? ¿Porqué discutieron? ¿Porqué la besaste?

¿Qué debía responder? ¿Debía contarle todo o inventarle una excusa como lo había hecho año y medio atrás?

—Bueno, yo...

Me sequé las manos en el pantalón en un intento de relajarme, fue cuando sentí que mi teléfono vibraba, lo saqué, se trataba de mi hermano ¿Qué demonios quería a esa hora? Seguro él y nuestros primos sólo querían joder y presumir que estaban de paseo y sin mí.

—Es Rafael. Iré a contestar afuera

Con gusto salí del lugar, su llamada había sido en un momento oportuno.
El aire afuera se sentía un poco fresco, miré a mi alrededor en busca del auto de Francia, pero no estaba, seguramente su noche de conquista había terminado a causa mía.

—Aló

—¿Dónde estás?

—Estoy en un antro con Leonor ¿Y tú?

—Estoy en un hostal. Por lo que más quieras no vayas a casa, talvez puedas quedarte con tu amiga, llegaré mañana cerca del medio día y te contaré todo ¿De acuerdo?

—Al menos dime qué pasa

—Sólo diré que es serio y que es mejor que no te aparezcas por allá ahora

Mi mente comenzó a imaginar tantos escenarios, el principal era en el que ellos se enteraban de mi orientación, talvez un conocido en el antro me vio y les contó o habían encontrado algo en mi cuarto que me delatara.

—Entonces mañana hablamos

—Cuídate

No sabía cómo había logrado no preguntarle de más y dejarle que colgara como si de cualquier llamada se tratara.

—¿Todo en orden?

Preguntó Leo a unos pasos de mí.

—¿Te molesta si me quedo contigo ésta noche?

Se lo pensó.

—Con la condición de que me des calorcito

La miré sin entender, ella alzó coquetamente su ceja, sólo pude taparme la cara, avergonzada, Leonor se retorcía de la risa, yo no sabía dónde esconder mi cara.

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