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Caro

Llegué temprano, antes de su hora de salida, quería estar segura que la vería salir.

En la mañana Francia me había contado un poco de lo que había pasado y cómo se habían enterado de que ella y Margot no eran familia, eso cambiaba mucho las cosas. Ya no había nada que les impidiera estar juntas.

Cuando vi la motocicleta de Melissa bajé al pavimento, ella me esquivó y se detuvo más adelante. No dijo nada cuando me acerqué. Tomé el casco extra, me lo puse y subí, Melissa se alejó del lugar y tomó una ruta diferente. Nos detuvimos en un puente, la luz del atardecer iluminaba el río que pasaba por debajo.

—Te escucho

Dijo cruzándose de brazos y mirándome fijamente, su entrecejo ligeramente fruncido.
No sabía por dónde empezar.

—Discúlpame por haberme ido de esa forma ayer, yo... la verdad no quería que Francia estuviera sola, no le hace bien discutir con su padre y Santiago dijo muchas cosas que...

—¿Tú qué tenías que ver en eso? Es tu amiga, pero eso que pasó era un asunto personal que ella y Margot debían arreglar

—Pues Margot la dejó sola, no le importó nada de cómo le habló Santiago a su hija y la dejó justo en ese momento

—¡Y qué te tiene que importar a ti!

—¡Me importa...!

—Más de lo que debería ¿Y sabes porqué? Porque todos tienen razón. Porque ese señor y Margot tienen razón. Siempre estarás detrás de ella no porque sea tu amiga, sino porque estás enamorada de ella y no lo aceptas

—No...

—Háblame con la verdad, Carolina. Necesito que seas sincera conmigo ¿sabes cómo me siento sabiendo de que no tengo lugar en tu corazón?

—No he dicho que no tienes lugar...

—Pero la mayoría está ocupado por el amor que le tienes a ella

—Ella está enamorada de Margot

—¿Y yo soy tu premio de consolación? No puedo estar con alguien que siempre estará pensando en su ex, que siempre estará interesada en ella y que a cualquier oportunidad se irá detrás sin avisar y sin decir nada. Ayer te fuiste con ella, todo el maldito día, lejos, sin responder llamadas ni mensajes. Fui a buscarte a su casa, a tu casa y tu mamá me lo dijo, dijo que habías salido con Francia. Pero estuve esperando, revisando mi teléfono. Estuvieron a solas quién sabe dónde, haciendo quién sabe qué mientras Margot y yo esperábamos respuestas de ustedes ¿qué tienes que decir al respecto?

—Nada. Estuve con ella, en la playa, hablando y paseando por la arena...

Recordé mi beso con Francia.

—...y en realidad no hicimos lo que piensas. Francia durmió en un sofá

—¿Esperas que lo crea?

—¿Entonces qué esperas?

—Que me digas la verdad

—La verdad... Amo a Francia y estoy consciente de mis errores, de mis decisiones, de cómo mis acciones llevaron a Francia a tomar decisiones que hicieron que una vez más esté fuera de mi alcance. Mis decisiones me llevaron a ti, yo elegí estar contigo...

—¿Para qué? Para ilusionarme y después hacerme ver que nunca será nada serio porque en tu mente y en tu corazón siempre será Francia

Estaba consciente que todo eso lo había provocado yo y que no podía exigir entendimiento, no podía justificarme. Porque ahora que lo pensaba, estar con Melissa había sido un arrebato, talvez un intento de sacar a Francia cuando ella se interesó por alguien más. ¡En qué demonios había estado pensando! ¡Debí haber luchado por estar con esa chica! Se había dado la oportunidad y yo misma la había echado a perder.

—Fue mi error y no puedo ni quiero cambiarlo

—Bien

—Lo siento...

Dije, más suave.

—...lo intenté. Me gustas y me agrada estar contigo. Te quiero muchísimo, pero al parecer no puedo cambiar... tomaré un taxi. Discúlpame por todo

Melissa subió a la moto, esperó un momento antes de encenderla e irse, como si procesara algo, pero al final se puso el casco y se fue.

Pedí un taxi por aplicación, fue muy tardado y estaba sola. Por un instante pensé en llamar a Francia, pero ya no quería hacerlo, quería dejar de estar todo el tiempo cerca de ella. Quería lograr no sentir más la necesidad de estar cerca de ella.
Todo estaba mal y no me había dado cuenta hasta que todo estuvo patas arriba.

Al llegar a casa le pagué al taxista, bajé del carro y caminé a mi puerta, pero al ver que no se iba le pregunté si estaba todo bien.

—Estoy esperando a la persona que pidió taxi

En ese momento Francia caminaba hacia nosotros, se miraba cabizbaja, talvez por todo lo que había pasado ese día. Alzó la mirada, buscó un instante mis ojos. Nos veíamos en silencio, después sólo cortamos el contacto visual, como entendiendo que no debíamos buscarnos más. Aunque deseé correr y abrazarla y contarle todo como antes, pero esa confianza se había desvanecido, ya no podía ir con ella, no podía contarle a ella cómo me sentía, ni lo que pensaba, ni nada.

Ella entró al carro y en ningún momento miró por la ventana, así como yo no esperé que lo hiciera. Entré a mi casa y fui a mi habitación, necesitaba sacar todos los sentimientos que me tenían mal, quería estar sola.

Me hubiera gustado retroceder el tiempo y tomar otras decisiones, porque las que había tomado, al final, me habían lastimado.
Porque lo que había hecho jugando, se había convertido en algo serio.
Porque no sólo había jugado con mis sentimientos yo misma, también había jugado con Francia y con Melissa.

Había enamorado a Melissa aún cuando de lejos observaba a Francia. Había jugado con Francia sin saber que habían emociones guardadas por años y que hacían daño.
Me arrepentía tanto de poner frente a Margot a la chica que siempre me había gustado a mí. Le había jurado a Otto que no sentía nada por Francia, que lo nuestro no era serio y que no iba a enamorarme... no iba a enamorarme porque ya lo estaba. Y sí me había metido en la camisa de once varas de la que Otto me advirtió.

Era una tonta que dejó escapar el agua de sus manos, por no quererla poner en un lugar seguro.

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