LI

74 8 0
                                    

Francia

Conducir a la ciudad en medio de la madrugada era sin duda algo extraño. La mayor ventaja de todo aquel asunto era que no había tráfico aún. Caro dormitaba en su asiento, su cabeza siendo amortiguado por mi mochila, Silver dormía tranquilamente en el asiento trasero.
Yo sólo podía pensar en que tenía que hablar con Margot. Me parecía irónico que lo que a ella le molestaba era precisamente lo que había hecho ese mismo domingo, irme con Caro, aún así habían más cosas por hablar.

Cuando estuvimos en casa nos arreglamos para ir a nuestros respectivos deberes.
Cuando llegué al trabajo encendí mi teléfono al mismo tiempo que encendía mi ordenador. Muchas notificaciones llegaban a mi teléfono, dejándome sorprendida.
Tenía muchas llamadas de Margot, de Mario, incluso de Max, sentí que las mejillas me enrojecian presagiando algo malo.

[20/5, 2:52 p. m.] Amor ❤️: Necesito que nos veamos
[20/5, 3:12 p. m.] Amor ❤️: Cuando veas este mensaje llámame
[20/5, 5:25 p. m.] Amor ❤️: Francia
[20/5, 8:36 p. m.] Amor ❤️: Las cosas no están resultando bien
[20/5, 10:40 p. m.] Amor ❤️: Te necesito
[20/5, 10:57 p. m.] Amor ❤️: Me quedaré con Melissa hoy
Pero mañana temprano iré a casa, todos estarán ahí
[21/5, 5:54 a. m.] Amor ❤️: Por favor, por lo que más quieras, no me dejes sola 💔
Sé que hice lo que prometí no hacer, Sé que te dejé sola... pero...
[21/5, 5:55 a. m.] Amor ❤️: Lo siento, Francia

Tomé de regreso mis cosas ante las miradas desconcertadas de mis compañeros.
En ese momento no me importaba nada. Le pedí a Nancy que abriera la puerta a lo que se negó.

—Es un asunto familiar de vida o muerte

Noté la duda en ella.

—Hablaré con Ismael después, pero es urgente

Talvez notó la desesperación en mí porque inmediatamente abrió la puerta de sistema complicado. Al salir pude ver a Melissa caminando a la puerta e ignorandome magistralmente, parecía molesta y si era conmigo, mentiría si dijera que no sabía la razón. Pero en ese momento sinceramente no me importaba.
Subí al carro y lo puse en marcha, mientras salía del plantel marqué el número de Margot, esperando que contestara. Uno, dos, tres, cuatro y tomó la llamada.

—Francia

—Espérame, haremos esto juntas, no vayas a la casa de Eduardo aún

—Estoy a unas cuadras de llegar

—Sólo espérame

Pedí. Estaría ahí tan rápido como pudiera.

—Que tú vengas puede empeorar todo

—Lo complicamos juntas y lo vamos a empeorar juntas también. Si todos van a estar ahí, entonces yo también

Conduje tan rápido como pude, tan rápido como los semáforos y el tráfico de la ciudad me lo permitieron. Cuando localicé el vehículo bajé del mío poniéndole llave y caminando hacia Margot. Subí al automóvil en el copiloto, nos miramos en silencio un instante.

—Haremos esto juntas, sin importar lo que pase

—Gracias, Francia

Sus ojos estaban cristalizados, antes de que preguntara ella lo dijo.

—Tengo miedo

—Yo también, pero hay que enfrentar las cosas, las consecuencias

—Lo sé

Puso en marcha su carro hasta estacionarse afuera de la casa de su padre. Bajamos en silencio. Abrió la puerta dejándome pasar, se escuchaban voces en el interior, mi corazón iba de prisa. Margot tomó mi mano al instante, nos miramos un segundo y, quizá, contra nuestra voluntad, obligándonos a nosotras mismas, entramos por completo en la casa. Eduardo, Santiago, mi madre, mi tía Raquel, la madre de Max, el propio Max, Rafael e incluso Angélica y el inútil de Mario Antonio, estaban ahí, los dos últimos más alejados de los demás; Mario Alonso, mi primo, no estaba ahí, seguramente estaba en el hospital trabajando.
Todos guardaron silencio al vernos, al ver nuestras manos unidas.

Otras PersonasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora