XXXI

139 12 11
                                    

Francia

Estaba sentada en el sofá, casi acostada, viendo a Silver morder uno de sus juguetes. Me sentía molesta. Estaba pensando en qué era lo que iba a hacer cuando la puerta sonó, rodé los ojos y gruñí poniéndome de pie. Al abrir la puerta me sorprendí mucho de ver a Caro, sin decir nada entró y fue directo a sentarse al sofá en el que yo había estado momentos atrás. Me senté a su lado, mirándola fijamente, esperando a que hablara, suponía que ya estaba lista para decirme qué era lo que sucedía entre ella y Melissa. Aunque no había mucho que decir.

—¿A qué vino?

Su pregunta me tomó por sorpresa y no porque no entendiera a lo que se refería, sino porque yo esperaba otra cosa.

—A nada

Dije muy seria mirando a otro lugar.

—Francia...

—No pasa nada, Caro. No fue nada importante

—¿Segura? La última vez que Brenda y tú...

—Brenda y yo nada. Ya ni siquiera suena bien

—Si no pasara nada no estarías así de molesta

Suspiré sacando pesadamente el aire.

—Brenda es de las personas que hacen cosas de las que luego se arrepienten

—¿Se arrepintió de dejarte?

—Ella no terminó conmigo, yo terminé con ella

Caro parecía no entender, nunca le dije la razón por la que Brenda y yo habíamos terminado.

—De acuerdo, te contaré lo que pasó

Nos acomodamos mejor en el sofá para vernos a la cara sin esfuerzo.

—Tenía una compañera con la que de a poco nos hicimos muy cercanas, hablábamos mucho, almorzabamos juntas, incluso salíamos los viernes con otros compañeros del trabajo. La atracción parecía ser mutua. El primer beso fue un viernes después de una noche de antro, en el asiento trasero del carro de un compañero de trabajo. La relación se fue dando con el paso de los meses hasta formalizar en noviazgo. Yo solía ser amable y atenta con todos, no sólo con mujeres. Teníamos casi los cuatro meses de relación y habían dos chicas nuevas, les ayudaba con sus dudas y también hablábamos mucho, nunca tuve otras intenciones más allá de la amistad y el compañerismo, sabes que no era buena hablando con chicas. Sin embargo fue eso lo que provocó las desconfianzas, los celos infundados y las discusiones por cualquier cosa. Un jueves a media mañana todo cambió, estaba con mis asuntos en la computadora cuando recibí un correo de una cuenta sospechosa, sólo decía que si quería quitarme la venda de los ojos que subiera a la azotea por las escaleras de emergencia, me pareció tonto, pero aún así lo hice y al hacerlo encontré a Brenda con Alicia algún-apellido, en una escena comprometedora, quería interrumpir, pero sólo hice fotos y vídeo, para tener pruebas. Después del almuerzo le reclamé, terminé la relación, pero la discusión se complicó y terminó conmigo abofeteando a Brenda y ella amenazándome con que iba a arrepentirme. Tenía un año y medio trabajando en ese lugar, pero al siguiente día de esa discusión estaba despedida, al parecer mi jefa era la madre de Brenda, pero nunca lo supe, hasta ese momento

—¿Se arrepiente de lo que hizo?

—No. Se arrepiente de un detalle que tuvo conmigo al empezar nuestro noviazgo

Caro me miró intrigada, como armando el rompecabezas.

—Así que fue ella quién te regaló a Silver

—Sí

—¿Lo quiere de regreso?

Miré a otro sitio, a dónde se encontraba mi perro.

Otras PersonasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora