IV

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Margot

Por fin llegaba a tiempo la empresa, marqué tarjeta y fui a dejar mis cosas al escritorio, revisé algunos papeles, encendí el ordenador y después me dirigí al Oasis para prepararme un café. Después de un buen fin de semana sentía que el lunes estaba iniciando bien.

-Adivina ¿qué?

Esa era Leonor, seguramente con un chisme, ya la conocía.

-¿Ahora qué?

Pregunté girandome a verla, ella sonrió alzando las cejas.

-Alguien trajo a su hija al trabajo

¿Hija? Imposible. Nadie traía sus hijos al trabajo.

-¿Quién fue el tonto?

-Dirás tonta. Francia Vega

-¿Tiene hijos?

-Una niña como de 4 años

Escuché una risita y miré la puerta. Melissa Soler nos veía divertida.

-Hay cosas que no cambian ¿verdad, Margot?

Eso lo decía por estar escuchando los chismes de Leo.

-Supongo que no

-Escucha mis consejos

-Nadie te los está pidiendo

Interrumpió Leo, pero no sabía que el consejo de Melissa era que me alejara de ella. Leo era genial pero se metía mucho en la vida de los demás.
Melissa se encogió de hombros mientras prepara un café.

-Vámonos

Luego me jaló del brazo y volvimos a la oficina.
No era secreto para nadie que Leo y Melissa no congeniaban y nadie, ni yo, sabíamos exactamente la razón. De Melissa sabía que no le agradaba, por andar siempre con sus chismes.
¿Por qué Melissa se reía cuando entró? Seguro había escuchado la conversación que mantenía con Leonor, ella se llevaba bien con Francia, seguro sabía algo que Leonor no y se burlaba de ella. Sonreí al pensar que podía ser así y que Leo iba a quedar en vergüenza.
Decidí dejar eso de lado y enfocarme en mis asuntos.

A la mitad de la mañana volvió a mi cabeza lo que Leo había dicho. Francia tenía una hija. Sentí una sensación como de decepción, pero ni siquiera sabía porqué. Tal vez porque a veces uno tiende a idealizar a las personas.

A la hora de almuerzo estabamos comprando nuestra comida en la cafetería. Leo parecía un poco molesta.

-La mitad del día y esa niña es más popular que Lucas. Según Sandra, se llama Elsa

-¿Elsa?

-Sí

-¿Te molesta que una niña de 4 años sea más popular que tú?

Totalmente absurdo, ni siquiera estábamos en escuela para pensar en popularidad.

-Cuando salí de la oficina estaba Sandra, Ronald, también Lucas, incluso la pesada de Soler elogiandola y hablando con ella. Francia no tiene ni un mes trabajando aquí y ya le dejan traer a su hija

-Pero talvez nadie podía cuidarla

-¡Ja!

Seguro le molestaba eso, siempre que su madre no podía cuidar a su hijo tenía que pedir permiso al jefe para faltar.

-Algún favorcito tuvo que hacerle a Aragón como para que pudiera traerla

-Dudo que Francia sea de esas

-Siempre la defiendes ¿te gusta o qué?

Leonor se fue y yo me quedé allí, estática, repitiendo sus palabras. Alcé la vista buscándola, estaba en una mesa con Lucas, Sandra y un par de sujetos de mecánica que no recordaba sus nombres, iba a ir con ella pero luego vi a Francia en una mesa, sola con su hija. Me dirigí hacía ella, Melissa me ganó en llegar.

-Puedo sentarme con ustedes

-Sí

-No

Dijeron ellas el mismo tiempo. Estaba claro que Melissa había sido la que dijo no. Me senté en una silla disponible y observé a la pequeña. No se parecía tanto a Francia, pero tenía rasgos de ella.

-Hola ¿Cómo te llamas?

Estaba comiendo un sándwich sin orillas, al parecer su mamá se había encargado en quitarle las orillas, cuando terminó de masticar dijo:

-Soy Elsa

Francia y Melissa se aguantaron la risa.

-¿Qué pasa?

-Que Ana Francia te explique

Respondió Melissa y al instante las dos se rieron como si fuera el chiste del año. Fruncí el entrecejo, mirando a Francia, pero ella no dijo nada. Para romper el hielo, decidí comentar otra cosa.

-No sabía que tu primer nombre es Ana

Otra vez las dos se rieron con ganas algunos trabajadores volvían su rostro a nosotros.

-¿Cuál es el chiste?

-¿Alguna vez has visto Frozen?

-Sí

Respondí. Melissa se acercó como si fuera a contarme un secreto.

-A Cris le encanta Frozen

Las miré sin entender. Francia señaló a su hija.

-Su nombre es Cristina. Cris. Pero le gusta decir que es Elsa

Me reí porque al parecer todos creían que su nombre realmente era Elsa.

-No se lo digas a Leonor, ni a nadie más, a Cris le gusta que la llamen así, lo está disfrutando

Y los demás eran unos crédulos. Almorzar con ellas había sido divertido, aún cuando yo había sido el blanco de burlas.
Al volver a la oficina iba hablando con Francia, Melissa iba más adelante llevando de la mano a Cris.

-No tenía idea de que fueras mamá

Comenzó a toser.

-¿Quién te dijo...? Ya ni te pregunto, tu amiga se lleva muy bien con Sandra que ya ni me sorprende. Es mi sobrina, no tengo quien la cuide así que la he traído conmigo, hablé con Aragón y me dio permiso de traerla ésta semana con la condición de que no moleste mucho, pero Cris es muy tranquila

-En serio creí que era tu hija se parece mucho a ti

-Sí, bueno

-Sólo le faltan los anteojos

-¿Para qué quieres que se vea como nerd?

-Para que se vea guapa como tú... ¿que dije?

Me pregunté suavemente, me sentí avergonzada y más con el silencio de Francia. La observé en silencio, era unos centímetros más pequeña, no era tanta la diferencia, pero justo en ese momento era yo quien se sentía pequeña.

-Oye, Ana

La voz de Melissa hizo a Francia desviar la mirada.

-Nos vemos después, Margot

Saludó con la mano y se alejó. Poco después Melissa y yo nos enfrentamos con la mirada, no dijo nada, simplemente se marchó a su área. Era gracioso notar lo bien que nos llevábamos al estar con Francia pero cuando no estaba ella simplemente parecía una desconocida.

Con la cabeza hecha un lío me dirigí a mi escritorio.

Guapa como tú

Murmuré a media tarde, ¿En serio yo había dicho eso? No era mentira pero nunca creí que lo diría así, ni yo podía creer que algo se escapara de mi boca como esa frase, me daba vergüenza, ni siquiera sabía qué le iba a decir cuando la volviera a ver.

Los siguientes dos días no hablamos, siempre por mí vergüenza, aún así la veía en la cafetería almorzando con Melissa y Cris.
Yo por otro lado aguantaba el parloteo de Leo y Sandra, echaba de menos las risas del lunes, quizás Melissa tenía razón y debía alejarme de Leo, sobre todo porque sus chismes no me aportaba nada favorable.

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