XLVI

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Domingo

Francia

La reunión "familiar" sería en la tarde, en la casa de Eduardo Alas. Así que estaba en mi cama, acostada viendo al techo, decidiendo a qué hora arreglarme.
El teléfono vibró en algún lugar de la cama, lo busqué y encendí la pantalla, encontrándome con un mensaje de Caro.

[13/6, 11:16 a. m.] Carito✨️: Qué haces?
[10/3, 11:16 a. m.] Carito✨️: Vas a estar ocupada hoy?

Estoy en casa y sí, una reunión familiar 😖

[13/6, 11:20 a. m.] Carito✨️: Con quiénes??

Mis padres y mis tíos

[13/6, 11:22 a. m.] Carito✨️: Seguramente por parte de tu papá, por eso tu desagrado

No sé porqué acepté

[13/6, 11:24 a. m.] Carito✨️: Quieres que te acompañe?

No creo que sea buena idea, estoy esperando lo peor.
Es posible que terminen peleando

[13/6, 11:25 a. m.] Carito✨️: Pero alguien tiene que estar de tu lado

Sólo si me sacas de allí a lo más mínimo y con cualquier excusa

[13/6, 11:29 a. m.] Carito✨️: Es una promesa

Llevarla sólo aumentaría la sospecha de mis primos y lo único bueno era que mis papás la conocían y les agradaba. Aún si pensaran que podríamos ser pareja, sabían que era mi amiga desde varios años atrás.

Dejé las playeras de superheroes y me puse una camisa celeste con rayitas blancas, un jeans azul claro y tenis, me amarré el cabello en una coleta y salí. Encendí el automóvil, en ese momento Caro subió y se puso el cinturón.
También tenía una blusa de botones, negra y jeans celeste. Su cabello suelto, sedoso.

—Te ves muy bonita

Dije sin detenerme a pensar, ella no me miró, estaba bajando el vidrio de la ventana cuando me respondió un "gracias".

—Me gusta cómo te ves tú

No supe qué decir al respecto.

—Quiero advertir que mi demás familia no es como mi tía Raquel

—Descuida, lo entiendo

—Sólo no quiero que te lastimen

—Tranquila, no pasa nada

Al llegar pudimos ver el automóvil de mi padre, el de Mario, el de Raquel y probablemente los demás habían estacionado en otro lugar, eso mismo hicimos.
Al llegar hasta la puerta íbamos riendo por el susto que nos había dado un Doberman dos casas atrás, estaba por tocar cuando la puerta se abrió. Era Rafael y su padre.
Rafael de inmediato nos saludó, le había dicho a Caro que se alegraba de verla.

—¿quiénes son?

Eduardo preguntó.

—Ella es Al, la hija del tío Santiago

Eduardo me miró de pies a cabeza.

—No te reconocí, te ves diferente

Sonreí con ironía.

—También estás diferente, Eduardo

El semblante le cambió, Rafael había hecho una mueca y Caro había presionado mi mano.

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