Margot
Siempre iba a ser la miedosa, la que era incapaz de afrontar su realidad. No podía seguir así, si en serio quería algo al menos tenía que enfrentar mis miedos.
Aunque definitivamente no iba a ser tan fácil.
Después de lo sucedido no había hablado con Francia, no se había acercado, se había mantenido alejada y no la culpaba, debía ser cansado tratar de acercarse a alguien que siempre se estaba alejando cuando tenía miedo.El viernes llegó rápido o así lo sentí, me había centrado sólo en el trabajo.
Eran como las tres de la tarde, con una mano me sostenía la cabeza mientras estaba fijamente viendo la pantalla, leyendo un documento.—Te miro y en tu rostro se ve que necesitas salir conmigo
Alcé la vista, Leonor estaba sentada frente a mí, apoyando su mentón entre sus manos. Medité sus palabras, tenía razón en una cosa, necesitaba salir, distraerme.
—Mañana, a las cuatro y media. Ahora déjame trabajar
Se levantó a darme un beso en la mejilla.
—Gruñona
Susurró en mi oido y después se fue a su silla.
Leonor podía ser muchas cosas que Melissa decía y yo no podía negarlo, pero también era amable, atenta, graciosa y muchas otras cosas, con las personas que quería.
Siempre buscaba levantarme el ánimo y la mayoría del tiempo lo lograba.Ya en la tarde cuando estaba saliendo del plantel vi a Francia estacionarse, bajarse y subir a la acera para saludar con un beso en los labios a... Carolina. Sentí envidia, deseé poder hacer eso con tanda libertad. También sentí vergüenza, por besar a Francia sabiendo que tenía a Carolina, pero igualmente deseé estar en el lugar de Carolina y ser yo a quien Francia besara.
Eran tantas cosas, ya quería que fuera sábado y salir con Leonor, así talvez dejaba de pensar en todo.Al llegar a casa pude sentir la tensión en el aire, el silencio nunca era bueno en ese lugar, otra vez mis padres habían discutido o vaya a saber qué, ya tenían bastante tiempo que sólo así vivían. Le resté importancia porque siempre era lo mismo, así que fui directo a la habitación a dejarme caer en la cama viendo a la nada, hasta que recordé el día que estuve en la casa de Francia, mi valentía, sus labios y los míos, sus manos en mi cuerpo, sus besos en mi cuello, sentí que la cara me ardía y la intimidad me palpitaba y fue peor cuando recordé la pequeña conversación en la que a mí me habría gustado continuar y ella aseguraba que sería en otra ocasión, de sólo pensar en que sucedería me calenté. Me pasé las manos en la cara, frustrada por el intenso deseo que sentía, sin pensarlo mucho me quité la ropa con rapidez... Y me metí a bañar con agua fría, me reí al recordar la forma en la que me quité la ropa, cualquiera habría creído que la rapidez se debía a que no aguantaba más e iba a tocarme. Pero no. Incluso para eso necesitaba un ambiente más tranquilo y no la cercana interrupción de mi madre en mi habitación para preguntar por mi día y para hacerme salir e ir a cenar con ellos aún con la tensión palpable. Aún frente a Rafael y a mí querían aparentar que estaban bien.
Mi hermano y yo sólo nos mirábamos, nos encogíamos de hombros y comíamos en silencio. Era raro el día que todo estaba bien y ellos actuaban como si era el día que más se amaban, yo ya no les creía nada, dudaba que Rafael siendo el mayor sí les creyera.—Mañana saldré con los chicos
Dijo él refiriéndose a nuestros primos, Max y Edgar. Max era el menor de todos.
—¿A dónde van a ir?
Pregunté a la vez que me lamentaba tener medio día de trabajo.
—Primero iremos a desayunar a un pueblito que aún tiene pinta colonial, se supone que allí cultivan del mejor café del país, después a la cascada de la que te hablé el otro día y haremos senderismo
—Me traes algo del pueblo
Le dije.
—¿Sólo ustedes irán? No me gusta que...
—...que no salgamos con un adulto
Terminó Rafael, aburrido.
—Ya somos adultos
—Max aún está pequeño
—Ya tiene veinticinco, en todo caso Edgar y yo ya pasamos de los treinta
—Sí, pero...
—Ay, ya, mamá, ni que fuera a manejar drogado
Rafael se levantó evidentemente molesto y aunque le supliqué con la mirada de que se quedara en la mesa, no lo hizo, él estaba cansado de lo mismo de siempre, aún no entendía cómo era que mamá había cambiado al punto de sonar tan sobreprotectora. Ahora yo iba a tener que soportar las quejas de mi madre diciendo que no agradecíamos que intentara cuidarnos, porque mi padre también abandonó la mesa.
Me acosté pensando cómo habría sido ir con mi hermano y mis primos. Al final terminé pensando en cómo estaría el otro inútil con el que no hablaba desde hacía siete años, cuando nuestros padres discutieron horrible y no volví a saber de mis tíos ni de mi primo, en retrospectiva mis padres siempre habían sido conflictivos, sobre todo mi madre.
Extrañaba esa época, cuando éramos pequeños, todo parecía más sencillo, no nos preocupábamos de nada, no nos fijábamos en los problemas de los adultos, pero me daba vergüenza mi yo de ese entonces, tan llena de ideas tontas cortesía de mi madre, hasta que un día juré no volver a ser esa niña tonta.
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Otras Personas
Teen FictionA veces se necesita una segunda vez para conocer a alguien. Las personas pueden convertirse en algo totalmente diferente. ¿Pero qué tan listo se está para enfrentarse a eso?