XL

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Margot

¿Qué iba a hacer ahora? Necesitaba hablar con Francia, no tenía ni la menor idea de qué estaría pensando, pero no quería que creyera algo erróneo.

—¿Qué le hiciste ésta vez?

Mario acababa de llegar a mi lado y sonaba molesto, los demás también se estaban acercando.

—No le hice nada

Respondí molesta, por meterse en algo que no le importaba y porque en realidad no les podía decir lo que sucedía.

—Esther...

—No, Esther no, Margot ¿Cuántas veces les tengo que repetir?

—¿Qué le hiciste?

Francia bajó el vidrio del carro y dijo:

—Nada. Ahora déjala en paz que ya nos vamos

—¿A dónde van?

—Iremos a otro lugar para hablar con más tranquilidad y arreglar lo del pasado de una sola vez, sin sus interrupciones

Mario la miró incrédulo y a mí también. Me parecía increíble la habilidad que tenía Francia para mentir.

—Si le haces algo...

—¿Vas a acusarme con mis papás? Ya somos adultas, Mario. Sabemos lo que hacemos

En realidad no sabía qué íbamos a hacer.
Los miré por última vez y rodeé el carro para subir e irnos.
Las dos estábamos calladas, yo pensaba en mil cosas.
Pensaba en cómo nos habíamos encontrado de nuevo, en cómo nos fuimos acercando y todas las cosas que habíamos vivido en los últimos meses. Todo parecía una locura. La había besado, había visto y tocado su cuerpo, habíamos hecho el amor, la deseaba como a nadie. Pensar en todo eso teniendo en cuenta el lazo real que nos unía hacía parecer todo como una película.
Habíamos estado muchos años sin comunicación, naturalmente no nos recordabamos físicamente, me había parecido familiar cuando la ví por primera vez después de años, pero supuse que se debía a que seguramente la había visto en la empresa alguna vez y no le había prestado atención.

En un semáforo intenté tomar su mano, Francia la apartó con suavidad.
Al poner en marcha el vehículo le dije:

—Quiero que sepas que también estoy impactada. Que nada de esto fue planeado. Porque de haberlo sabido...

—Habrías sido la de siempre. Me habrías rechazado y...

—Ya no soy esa persona

Un sentimiento amargo se instaló en mi garganta, por la forma en la que ella me recordaba.

—Desearía no haber sido así, no tendrías ningún rencor por mí

Ella no me miraba, todo el camino había mirado por la ventana.

—No debemos frecuentarnos más, no de esa forma

—Francia...

—No está bien

Estacioné de inmediato a la orilla de la calle.

—No puedes pedirme eso. Francia, te amo. No puedo pensar en estar lejos de ti, en estar sin ti. No me pidas eso

—¿Y crees que es fácil para mí? ...

Por fin me miró.

—... Estoy enamorada de ti, en éste preciso momento me molesta. Después de tantas cosas que llegaras tú y despertaras tantos sentimientos en mí y que las cosas resulten así... Hay que ser razonables, no podemos continuar con ésta relación

Sus ojos se estaban llenando de lágrimas.

—Si me amas, de la forma que yo a ti, por favor no renuncies a esto. Lo que siento es completamente puro, es sincero y...

—¿No sientes culpa por las cosas que hemos hecho? ¡Rao!

Se frotó las manos en la cara.

—Somos familia ¡¡Porqué demonios teníamos que ser familia!!

—Tranquilízate

Le dije tomando sus manos.

—Nadie tiene que saberlo, Francia

—¿Y cuando sea más serio? ¿Cómo vas a justificar el vivir juntas? ¿Cómo piensas justificar nuestra cercanía y complicidad?

—¿Cómo pretendes que borre lo que siento por ti así de la nada? ¿Crees que es sencillo dejar de sentir algo por alguien a quién amas mucho?

Francia apartó la mirada, su entrecejo fruncido, una enorme lágrima bajó por su mejilla.
Le dió un fuerte apretón a mi mano.

—Sé muy bien lo difícil que es. Pero ahorita esto me sobre pasa, hay demasiado en mi mente

—No voy a presionarte a que las cosas vuelvan a ser como antes de éste día, pero por favor, no dejes esto de lado, no le pongas fin

—¿Qué les vamos a decir a ellos?

—Que hicimos las pases con nuestro pasado, sobre todo porque trabajamos juntas y formamos una amistad y que eso nos ayuda a superar las cosas que nos separaban antes

—Bien

Dijo seria, mirándome, me confortaba el que no soltara mi mano. Sabía que estaba mal que siguieramos con nuestra relación de pareja, pero no renunciaría a ese sentimiento, no renunciaría a Francia Vega.

Sólo esperaba que no se nos saliera de control.

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