LVIII

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Caro

Haber estado seis meses fuera del país, de mi mamá, de todas las personas que conocía, fue un poco raro, a veces solitario, pero sin duda una buena experiencia. Una demostración a mí misma de que podía con mis cosas yo sola.
Había hecho un par de camaradas, porque sin duda no llegábamos a amigos, con los que la había pasado bien.
Intenté liarme con alguna chica, pero al final no había resultado bien, siempre me detenía con la excusa de no sentirme bien, pero la realidad era que no estaba cómoda con ellas, al final no me hacían sentir lo que necesitaba sentir.
Quizás ese también fue el problema con Melissa. Que a lo sumo fueron un par de ocasiones, ya que al no compartir el mismo tiempo y espacio se hacía complicado vernos. La pasaba muy bien con ella, pero en la cama siempre fue diferente. Fue entonces que supe que me había acostumbrado a Francia, había compartido demasiadas noches con ella, había dormido con ella, me había acostumbrado a su tacto y su cercanía que con Melissa resultaba extraño.
En verdad había hecho tantas tonterías sabiendo la realidad de mis sentimientos, fue un intento de dejarla ir.

Ahora era poco más de un año sin ver a Francia. Estaba volviendo a casa, la vista desde el avión era increíble, relajante y a la vez atemorizante.
¿Qué habría pasado en mi ausencia? ¿Habría cambiado algo? ¿Ella tendría pareja? Sería lo más lógico después de cómo se alejó y el tiempo que había pasado. Con tanto tiempo de por medio había aprendido a no ir tras de nadie y dejarle el espacio que necesitaba, por más que la quisiera yo tampoco iba a buscarla, algo que mi psicóloga había dicho. Darle espacio a los demás y no ir tras ellos, cada uno necesita su tiempo y que debía darme tiempo a mí misma, amarme.

Como si nunca lo hubiera hecho — pensé.

En el aeropuerto ya me esperaba mi mamá... y Mario. Al verlo ahí, por un instante, creí que ella también estaría. Pero no fue así.

—¿Cómo estuvo tu viaje?

Mi mamá preguntó desde el copiloto del auto de Mario.

—Cansado

Miré por la ventana, el sol se estaba poniendo. Mario se ofreció a llevar mis maletas a la habitación y después se retiró porque tenía que ir a casa de su madre para recoger a Cris.

—Me alegra que ya estés de regreso. Te eché mucho de menos

—Yo también

—Tu hermano vino varios fines de semana, así que no estuve tan sola

Eso último me inquietó.

—Sí yo también... formara una familia... ¿Cómo lo tomarías?

—Pues bien, tienes derecho a hacer tu vida

—¿Con quien yo quiera?

—Claro que sí

Más tarde estaba en mi habitación, desempacando. En la mesa de noche estaba enmarcada la foto que Francia había arruinado, sabía que si iba al estudio me darían otra idéntica, pero no sería lo mismo, no tendría tantos años como esa.
La había guardado dentro de un libro por mucho tiempo, la enmarqué antes de irme. La tomé en mis manos y la miré,  después la guardé en la gaveta de la mesa.

Me dejé caer en la cama mirando al techo. No sabía qué hacer ¿seguir con mi vida? ¿Dejar todo atrás? ¿Empezar de nuevo?
Si Francia no había aparecido en un año era porque realmente no le interesaba ¿cierto?

Cerré los ojos, tratando de tomar una decisión, cuando la vibración del teléfono en la mesa me asustó, lo revisé, era un mensaje de Francia.

[17/8, 7:15 p. m.] F ♥️: Hola, Caro
[17/8, 7:15 p. m.] F ♥️: ¿Te apetece vernos el sábado en el café cerca del cine? Paso por ti

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