A Particular Teacher (Gay | +18) [Borrador]

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Deian

Luego de lo que pasó con Andy me fui para mi casa, como toda escena triste de Disney, estaba lloviendo. Al llegar a mi querido hogar ahí estaban mis hermanos, todos estaban discutiendo sobre no sé que cosas, pero antes de que dijeran algo escuché a alguien decir el nombre de "Amelia", eso fue lo que provocó un corto circuito en mí.

No pasaron ni diez segundos desde que entré en casa que ya salí, estaba corriendo por la calle, hasta que me acordé: Nicolás, su nombre resonó en mi cabeza, y cuando llegué a la puerta de su casa, él me miró como si estuviera loco, pero antes de que dijera algo yo lo abracé.

—¿Qué? —dijo medio tartamudo, pero enseguida se retractó—. Ey, pasemos adentro y ahí si me contás lo que pasó.

Entramos y nos quedamos un rato en silencio, hasta que trajo un vaso de chocolatada caliente, casi suelto una risa, pensar en las veces que le hice esto, tres cucharadas de chocolate y llenarlo de leche, aunque ahora no quería reír, así que, solo suspiré. Pero al final le conté lo que pasó.

—¿Te acordás de mi mamá? —pregunté.

—Sí, me contaste algo de ella alguna vez —dijo medio inseguro.

—Puede —. Volví a suspirar—, puede que ella haya vuelto, no lo sé, no me quedé para averiguarlo. Tampoco es como que realmente me interesa que ella quiera al fin ser una mamá.

—Pero eso no quita que este tema te afecte —dijo.

—Tu prima es psicóloga, no vos, así no me vengas a sermonear o decir frases de psicólogo o joderme. Solo, no me analices, eso me hace sentir incómodo.

—Está bien, tranquilo, ya paro.

—Bueno —. No me gusta darle la razón, pero lastimosamente la tiene.

—Che, sabés que estoy acá para lo que necesites, así que si querés algo solo pídemelo —. Sus ojos, su boca, sus palabras.

«Me sigue enamorando como la primera vez, con todo su ser, su cuerpo hermoso, y esa amabilidad que tiene él... me hace tenerle tanta admiración» pensé.

—Otro abrazo, puede ser —susurré.

—Sí —dijo y se levantó del sillón en el que estaba.

Yo también me pare de su cama, ambos nos acercamos y nos dimos otro abrazo. Su cuerpo se pega tan bien al mío, genera cosas en mí, él también, pero en este caso es distinto, no sé explicarme bien, pero de una cosa sí que estoy seguro y es que quisiera sentirlo siempre.

—Perdón —dije después de despegar mis labios de los suyos.

«Realmente no lo siento».

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