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Nicolás

Estábamos los cuatro caminando, habíamos vuelto de educación física, y ya que yo no suelo hacer mucho deporte, después de cada clase acabo hecho polvo, aunque me gusta no ser el único que acaba así, pues Tobías me acompaña en esto de quedar casi muerto luego de esa hora de mierda, que no se note que le tengo poco cariño a esa materia.

—Ahh —bostezo.

—No tenés vergüenza vos, eh, sos todo un dormilón —se burló de mí Deian.

—Cállate y déjalo, además yo también acabo así, solo que hoy no tanto. El profesor se ve que estaba de buenas, no nos hizo correr treinta vueltas por todo el salón como casi siempre —dijo Tobías.

—Sí, tal vez haya sido su separación, escuché que hace poco se había peleado con su mujer y que después de que los vecinos llamaran a la policía por los gritos, ella le pidió el divorcio —. Ese José, no puede quedarse con su propio drama, tiene que buscar el de los demás, siempre.

Aunque bueno, así se le quiere. Solo no trates de sacar una sonrisa cada vez que lo ves, sos más obvio, esa vocecita de mierda que está en mi cabeza, la odio.

—Uy, qué feo, ¿qué habrá pasado? ¿Estarán bien? —preguntó Tobías, es tan lindo, siempre preocupándose por los demás, aunque todos crean por su apariencia que es un chico malo.

¿En serio lo tienen que ver mal por tener mitad del pelo rapado y una moto, además de tatuajes?, la verdad es que la gente puede llegar a ser muy idiota. Aparte todo eso le queda muy lindo, sí, de hecho se lo recalcas a cada rato, ya lo dije, muy obvio.

—Le gustan los pitos, eso pasa —. Ese Deian, sí que no tiene vergüenza, y mucho menos al hablar.

—Habla bien —reproché.

—Oh, lo siento —dijo de forma irónica, y rio—. Le gustan los miembros viriles, o aún mejor, le excitan los aparatos reproductores masculinos —. Volvió a reír como la foca sinvergüenza que es, literalmente  parece eso al reírse—. Es maricón, solo que no lo aceptaba, aunque honestamente no entiendo por qué, si bien hay unos cuatro perdidos que te dirían cosas feas porqué te gusten los hombres, la mayoría que no lo acepte no te van a decir nada. Gracias a Nosotros no a Dios, la sociedad está dejando de ser una mierda.

—Hay algunas familias que no lo ven bien, si tienes razón en varias cosas, sobre todo lo de que no es gracias a Dios, tampoco es tan así, aún hay personas que lo ven como una abominación —respondió Tobías.

—¿Cómo tu familia? —preguntó Deian.

—¡Deian! —dijimos José y yo.

—¿Qué? —preguntó él como el perdido que es, algunas veces pienso que tiene algo, es demasiado distraído.

—Está bien, chicos. Y sí, mi familia es una de las que piensan así—dijo Tobías.

—Bueno, pero a ti no te gustan los chicos, así que no estás tan mal —. «Y Deian volvió a soltar tonterías». Puse los ojos en blanco.

Es verdad que es mi amigo y lo quiero, pero algunas veces le falta algo más de tacto al hablar, es como si no tuviera ningún filtro, lo que piensa es lo que dice, sin pensar en cómo suena o cómo se sentirá la otra persona. Aunque ahora que lo pienso, ha sido así casi siempre, no entiendo como aún no le han pegado, a ver, tampoco es que sea tan fácil meterse con él. «Tuvo suerte de medir casi un metro ochenta, otros como yo, no tanto» pensé mirando los casi 15 cm que me saca.

—Bueno... —soltó, pero fue interrumpido por una voz a lo lejos.

—Hola, chicos. Paren —. Lisa, era nuestra compañera de curso, habíamos hablado varias veces, es buena persona, aunque la mayoría que recién la conocen le tienen miedo o directamente y como ella suele decir: es un fantasma, básicamente no habla mucho o casi nada en el aula o en general, somos amigos porque hicimos un trabajo juntos y comenzamos a hablar, y si comienzas a hablar de Kpop o chinos lindos con José no para más, y así se formó esta linda amistad con la pelinegra.

—Hola, ¿qué pasa? —dijimos.

—¿Se acuerdan de lo que hablamos hoy en psicología? —antes de que pudiéramos responder o hacer siquiera algún gesto ella habló—, pues al final tengo casa para comenzar con el trabajo, bueno, los trabajos. No puedo creer que nos dieran tantos para solo dos meses —suspiró.

—Sí, son unos malditos —soltó Deian.

Ignoré su comentario, y contesté a lo que había dicho Lisa.

—Eso es genial, entonces, ¿vamos a tu casa? —pregunté.

—¿Me decís a mí que hable bien cuando vos usás ese español neutro raro? A eso se le llama hipocresía —se quejó Deian y yo puse los ojos en blanco.

—Sí, bueno —dijo Lisa viéndonos raro—, dejen que llegué a casa, me bañé, y a las 4:30 nos vemos, ¿les parece? —preguntó.

—Dale —respondí.

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A Particular Teacher (Gay | +18) [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora