CAPITULO 32

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PABLO

Abrí los ojos llevándome la mano a mi ceja e hice una mueca de dolor.
¿Qué había pasado?
-Voy a empezar a pensar que te encanta dormir – Nime me miró con gesto divertido y se sentó a mi lado en la cama. Mis ojos esta vez se posaron en el chico de pelo rapado y larga barba que había visto antes junto a ella.
-Este es Lorcan – esta vez la miré a ella atentamente -no pienses que no tiene modales, hace tiempo un ser despreciable le arrancó la lengua.
Se levantó de la cama y se acercó a él con un ligero brillo en la mirada.
-Por eso siempre estoy con él -le dio un beso en la mejilla y entonces me volvió a mirar – yo seré su lengua y hablaré por él siempre que se necesite.
Acarició su calva esbozando una sonrisa mientras yo me incorporaba de la cama.
-Pensaba que los Gazoks no sentíais amor por…
Ella puso los ojos en blanco y se acercó de nuevo a mi. -Dímelo tú -se sentó de nuevo en la cama y me señaló la puerta donde Arima me miraba con aspecto realmente cansado.
De golpe me puse de pie y corrí hacia ella sin poder evitar atraerla hacia mi y abrazarla con fuerza.
-¿Te han hecho algo? -pregunté sin soltarla, cerrando los ojos y hundiendo la nariz en su pelo mientras su ligero aroma a vainilla me invadía.
No espere a que me contestara, noté rápidamente la rigidez de su cuerpo y me separé lentamente de ella.
-¿De verdad piensas que seriamos capaces de hacerle algo malo?
Abrí los ojos de golpe y dejando de mirar a Arima, clavé la mirada en Abril. ¿Qué hacia ella en aquel lugar?
Miré de nuevo a Arima y clavando la vista en las esposas que sujetaban sus manos comprendí que algo no andaba bien.
-Abril.. -susurré.
Ella se lanzó a darme un abrazo algo incomodo y me aparté de ella aún confuso.
-No fuisteis los únicos en salir con vida -dio un giro sobre si misma y volvió a sonreír -por suerte puedo cambiar de forma y escapar con cierta facilidad.
Sonreí con falsedad y desvié los ojos hacia Arima. Ella jamás se comportaría así con Abril si no hubiese algo más que yo desconocía.
-¿A ti también te han capturado estos Gazoks? -pregunté. Esta vez Abril soltó una carcajada sonora.
-No somos Gazoks -soltó de nuevo una carcajada bajo mi mirada llena de sorpresa -somos huesudos.
Di un paso hacia atrás esta vez atemorizado. Ahora entendía el comportamiento de Arima, Abril había engañado a todo el mundo haciéndose pasar por una Gazok más.
Aunque.. ¿Qué iba a reprocharle?, yo había hecho lo mismo que ella..
Abril me miró analizando mi reacción.
-Me alegro...me alegro de que estés viva… -susurré más confuso que nunca.
Ella sonrió satisfecha y se giro dispuesta a irse.
-Te agradecería que le quitarás las esposas a Arima -dije esta vez fijándome en su reacción cuando se dio la vuelta. -Creo que es un poco peligr…
-Estamos rodeados de huesudos por todos lados -la interrumpí dando un paso hacia ella -¿crees aún así que Arima es un peligro?
Mantuve la mirada fija en la suya y solo la bajé cuando vi al chico que había encarcelado a Arima y que se había limitado a estar detrás de Abril dar un paso hacia delante. Con algo de brusquedad y tras acercarse a Arima le abrió las esposas dejándola al fin libre.
-Gracias.. -susurré.
Abril me dedico una sonrisa falsa y volvió a girarse algo resignada.
Me fijé esta vez en Nime que subiéndose de nuevo a la espalda de su chico comenzaron a andar siguiendo los pasos de Abril. Solo se quedó quieto y observándonos con detenimiento el chico de la chaqueta de cuero y el machete en la mano. Ignorandole me giré de golpe y sujeté entre mis manos la cabeza de Arima, obligándola así a clavar su mirada en la mía.
-¿Te han hecho algo? -pregunté con preocupación.
Ella pasó sus manos por las mías y tras suspirar, se apartó ligeramente de mi.
-No -contestó secamente.
Fruncí el ceño mientras ella se alejaba y entraba en la habitación de la que yo había salido.
-Me dijiste que habían muerto todos.. -susurró de espaldas.
Lentamente fui acercándome a ella e intenté recordar el momento exacto en el que abrí la puerta en busca de Arima y me encontré varios cadáveres cubiertos por una sábana.
-Vi tres cuerpos cubiertos por una sábana y pensé…
Me quedé en silencio y miré de reojo al chico del machete. ¿Pensaba seguirnos a todos lados?
-¿Y la humana? -preguntó Arima clavando la mirada en él y cambiando de tema sintiéndose igual de incómoda que yo.
-En la enfermería -contestó él sin apartar la vista de ella. -¿Podemos..podemos ir a verla? -pregunté esta vez yo dando un paso hacia él.
-Está en la planta de arriba -con gesto de pocos amigos levantó el machete y señaló hacia la puerta. Arima sin apartar la vista de él comenzó a andar en dirección al pasillo mientras yo la seguía algo molesto al seguir escuchando los pasos del chico detrás de nosotros.
-¿Donde estamos? -preguntó Arima apoyando la mano en la barandilla metálica de unas largas escaleras.
-No puedo revelar esa información -contestó.
Dejándoles atrás subí las escaleras que vibraban con brusquedad a cada paso que daba.
-¿Elena? -pregunté abriendo la única puerta que había al llegar al último peldaño. Solté la puerta cuando Arima la sujetó para entrar y tras fijar la mirada en ella volví a mirar la multitud de camas que había en aquella enfermería.
-La humana está en esa cama -el huesudo que nos vigilaba nos señaló una cama tapada con una ligera cortina para separarla del resto. Sin perder tiempo me apresuré hacia la cama y me quedé quieto al verla aún inconsciente.
-¿Se va a recuperar? -pregunté acercándome a Elena y sujetando su mano con delicadeza.
El chico del machete se encogió de hombros y miró de reojo a Arima.
-¿La flecha llevaba algún tipo de sustancia? -preguntó Arima alejándose del chico y caminando hacia mi.
Una carcajada nos hizo mirar hacia otra de las camas donde un chico tumbado dándonos la espalda reía a carcajada limpia.
-Llevaba Ikris -dijo aún riendo.
Miré a Arima que frenó sus pasos y se giró decidida hacia él con gesto enfadado.
-¡¿Ikris?! -preguntó abalanzandose encima de él dispuesta a golpearle.
-¡Arima! -me aparté de Elena y corrí hacia ella, pero antes de llegar, el chico del machete la agarró por la cintura y la atrajo hacia él intentando inmovilizarla.
-¡Si solo queríais capturarnos no hacia falta usar Ikris! -gritó ella aún furiosa intentando zafarse de las manos de aquel chico.
Tragué saliva algo molesto y me acerqué a ellos intentando aparentar normalidad.
-¿Qué es Ikris? -pregunté.
El chico que sujetaba a Arima me ignoró por completo y  obligó a que ella le mirase.
-Solo querían capturar a Pablo -se llevó una de las manos al bolsillo mientras con la otra seguía sujetando a Arima, y con rapidez sacó las esposas -si os pasaba algo a vosotras no nos importaba demasiado.
-¿A mi? -pregunté confuso.
¿Qué era lo que querían de mi?
El chico de la cama se giró y me miró helando mi sangre al fijarme en la gran cicatriz que le había causado con la daga en nuestro primer encuentro mientras el chico del machete aprovechaba el momento para colocar las esposas de nuevo en las manos de Arima.
-No entiendo nada.. -susurré dando un paso hacia atrás -cuanta más información tengo más perdido me encuentro. -Por ahora no tienes que entender nada -el huesudo del machete tiró del brazo de Arima y la sacó de la enfermería mientras yo aún atónito observaba la escena.
Miré mi alrededor por un segundo y tras pasarme las manos por el pelo corrí detrás de Arima, pero frené en uno de los peldaños de las escaleras cuando Zuko con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón a rayas me miraba con expresión llena de decepción.
-Tu amiga solo va a traernos problemas -comentó cuando yo terminé de bajar las escaleras.
Miré a Arima que clavaba la mirada en mi mientras el chico se la llevaba fuera del lugar.
-No entendemos que está pasando.. -susurré -es normal que actuemos así.
-Para entender primero debes confiar -se acercó lentamente a mi -tu madre hubiese querido que no huyeras de nosotros.
Puse los ojos en blanco, pero antes de hablar, Zuko posó sus dos manos encima de mis hombros.
-Los huesudos no somos tus enemigos -clavó la mirada en mi – al menos nosotros no te ocultamos quien era tu madre. Me aparté ligeramente de él y desvié la vista hacia la puerta por la que había desaparecido Arima.
-¿Estás seguro de que ella no tubo nada que ver con la muerte de tu madre?
La voz de Zuko me hizo perderme en mis pensamientos. ¿Por qué Arima no me había dicho quién era mi madre si ella fue la que me dio sus fotos?

GAZOKS  (parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora