CAPITULO 58

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ARIMA

Abrí los ojos algo mareada y adolorida mientras con desconcierto intentaba observar mi alrededor.
-¡¿Donde estoy?! -grité asustada al ver toda la oscuridad que me rodeaba.
Unos pasos no muy lejanos me hicieron agudizar el oído mientras intentaba zafarme de las fuertes ataduras que me mantenían sentada en una silla metálica.
-Mataste a mi hijo.
Mi pulso se aceleró al escuchar tan cerca de mi la voz de Zafir.
-Él también intentaba matar a tu otra hija -dije.
De golpe la luz se encendió cegandome por completo.
Zafir sentado en una silla parecida a la mía me miraba fijamente mientras todos los profesionales que conocía me rodeaban dispuestos a acabar con mi vida.
-Como ya te han hecho saber que eres mi hija, no puedo entender como pudiste escapar de tu verdadero y único hogar para correr como una imprudente hacia la ratonera de los huesudos -negó con al cabeza con desaprobación – yo jamás le he enseñado a ningún Gazok a unirse a los enemigos.
-¡Ibais a matarme! -grité intentando huir de mis ataduras.
Zafir se levantó de su silla y caminó hacia mi con lentitud.
-Como hija mía sabes de sobra que no te hubiese matado -ya cerca de mi me agarró del pelo haciéndome levantar la cabeza para mirarle -aunque eso conllevara tener que borrarle la memoria al resto para que nadie recordara tu fracaso en la Batalla de los Guerreros.
Sin pensármelo dos veces le escupí en la cara llena de rabia e impotencia.
-Eres un desgraciado.. -susurré - ¿como pudiste dejar que Kano fuera mi pareja sabiendo que eramos hermanos?
Él se limpió asqueado con la mano su rostro mientras me miraba esta vez con algo más de seriedad.
-Yo no iba a poder tener más hijos varones, podía volver a correr el riesgo de que saliera otra mujer... -explicó sin dejar de mirarme poniendo los ojos en blanco– pensé que si lo juntaba contigo al menos tú me darías algún tipo de ventaja al darme en un futuro un nieto que tuviera vuestros genes y así convertirlo en mi sucesor.
-¡Hijo de puta! -grité fuera de si gastando lo que me quedaba de fuerza en intentar soltarme de las ataduras -espero que esos monstruosos huesudos vengan a por ti y acaben contigo antes de que vuelvas a mirarme con esa despreciable cara.
Zafir se alejó de mi y soltó una sonora carcajada que fue acompañada por el resto de profesionales.
-Les estaré esperando – se acercó de nuevo a mi y me cogió del pelo – sobre todo a ese humano.
Escuchar que nombraba a Pablo hizo hervir la sangre de mis venas.
Soltó con brusquedad mi pelo y se alejó mirándome con desprecio.
-¡Te enseñé a que no tuvieras puntos débiles! -gritó lanzando su silla contra la pared.
Se giró de golpe para mirarme y me fulminó con la mirada.
-¿Sabes qué? -caminó nuevamente hacia mi -borraré toda tu memoria hasta antes de que apareciera ese tal Pablo y.. -se agachó a mi lado -serás tú misma quién lo mate cuando tu querido líder te lo ordene.
Me revolví en la silla y grité con todas mis fuerzas llena de impotencia por no poder defenderme ante ellos.
-Todos tus esfuerzos son en vano querida hija -se puso de pie y apoyó su mano en mi cabeza.
-¡No lo hagas! -grité comenzando a llorar sin poder evitarlo.
Zafir sin prestarme atención comenzó a recitar las palabras que harían que todos mis recuerdos se esfumasen.
-Por favor.. -supliqué.
Entonces una sacudida me hizo ver delante de mi a Pablo entrar en su habitación.
-La gente ya se está marchando.. -Pablo escuchó mis sollozos y se acercó lentamente a mi -te dejo la habitación para que descanses.
Me giré con el rostro enrojecido y le observé detenidamente.
-¿Puedes quedarte? -pregunté intentando contener mis lágrimas.
Jamás había pasado la noche con ningún chico, ni siquiera con Kano que llevaba siendo mi novio varios años, pero aquella noche me sentía completamente indefensa.
-Claro – contestó él algo asombrado mientras se quitaba la chaqueta.
Pegué mi cuerpo a la pared dejándole espacio y él antes de entrar en la cama me observó por un segundo.
-Si prefieres que duerma en el suelo..
Negué con la cabeza y esta vez tapándose con el edredón se tumbó a mi lado. Su cuerpo rozó el mio en aquella pequeña cama y su rostro quedó a escasos centímetros del mío.
-Si no te sientes a gusto aquí podemos irnos mañana mismo -comentó mirándome con preocupación.
Cerré los ojos intentando calmar mi llanto y agarré su brazo con fuerza sintiéndome al fin más calmada con su presencia.
La imagen esta vez cambió a cuando Pablo acercó su mano a mi rostro y la apoyó encima de mi frente.
-¿Tienes fiebre? -soltó otra carcajada – Arima jamás echaría una mano a alguien.
Le miré con semblante serio y aparté su mano de un manotazo con tan mala suerte que perdió el equilibrio y acabó dentro de la piscina.
No pude evitar soltar una carcajada mientras me ponía de pie esperando a que sacara la cabeza del agua.
Pero no lo hizo.
-¡Pablo!
Fijé la mirada en su cuerpo inmóvil en el fondo de la piscina y sin pensármelo dos veces me lancé al agua, olvidándome de un pequeño detalle.
NO SABIA NADAR.
Me hundí soltando un grito que solo hizo que el agua ocupara toda mi boca dejándome sin aire mientras movía desesperadamente mis manos intentando salir de la piscina.
Los brazos de Pablo rodearon mi cintura y en unos pocos segundos solté una bocanada de aire mientras tosía con fuerza.
Me agarré a él mientras escuchaba como se reía e intente recuperar el aliento.
-Te voy a matar… -susurré.
Mis pupilas se inundaron de lágrimas y volví a gritar con fuerza viendo como esos recuerdos se iban desvaneciendo de mi mente.
-Necesito que no te vayas ...-susurró Pablo desviando la vista hacia mis labios – necesito que te quedes aquí.
Le imité desviando la vista hacia sus labios y por primera vez desde hacía mucho tiempo me sentía como en casa.
-No podría aunque quisiera.. -susurré terminando de pegar mi cuerpo al suyo, dejando que el aire no pasara entre nosotros -sin la nave puedo sobrevivir, pero…
Me quedé en silencio, ¿Que me pasaba cuando estaba cerca de él?
Antes de que llegara a terminar mi frase, Pablo me besó pasando con delicadeza su mano por mi nuca.
Me...¡Me acababa de besar!
Lentamente se apartó de mi y volvió a desviar la vista hacia mis labios.
-Perdón, no quería…
Antes de darle tiempo a terminar su frase, me abalancé sobre él poniéndome de puntillas y le besé como jamás había besado a nadie.
La imagen se desvaneció dejando paso a una larga oscuridad que solo me hizo sollozar con más fuerza.
De repente, en aquella oscuridad que partía mi corazón apareció Kano esbozando una ligera sonrisa.
-Arima, tengo que irme con Erick – se metió las manos en los bolsillos y me miró – estaré fuera varios meses.
-¿Es algún tipo de misión? -pregunté cruzándome de brazos sabiendo que llegaba tarde a mi entrenamiento.
-Han capturado a un chico que parece ser el hijo de Neferet .
-¿Neferet….
-Si -me interrumpió – Neferet tuvo un hijo con un humano y ha sido entrenado durante muchos años por los huesudos con el único fin de matar a mi padre.
Le miré con atención sin poder creerme todo aquello.
-¿Vais a matarle?
Kano besó mi frente y asintió.
-Recuerda que si llego a morir… -se quedó en silencio bajo mi atenta mirada – no le dejes con vida.
Asentí esbozando una sonrisa.
-¿Crees que dejaría con vida a un aliado de los huesudos? - le propiné un suave golpe en el brazo y me acerqué más a él – cuando me convierta en profesional será lo primero que haré.
Agaché la cabeza muy segura de mi misma.
-Acabaré con cada huesudo que se ponga en mi camino hasta que llegue a ver a ese hijo de Neferet.
Él volvió a besar mi frente.
-Siempre y cuando nosotros no podamos con él…
Se alejó sin decir nada más dejándome clavadas sus palabras en mi mente.
El hijo de Neferet era una amenaza para nuestro líder.
Cerré los ojos sintiéndome muy débil mientras me quitaban las ataduras y me cogían en brazos.
-¿Por qué me teníais atada? -murmuré sin poder abrir los ojos del cansancio.
Pero no obtuve contestación.
Poco a poco me fui quedando dormida y dejando que la oscuridad de mi mente me invadiera para siempre.

GAZOKS  (parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora