CAPITULO 55

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PABLO

-¡Ha matado a los nuestros! -gritó Zuko fuera de si lanzando los objetos de encima de su escritorio al suelo.
Me quedé quieto observándole durante un segundo e intentando no enfadarme aún más salí de su despacho como un torbellino.
-¡Coged todas las armas que tengáis! - elevé el tono de voz con la intención de que todos los huesudos que en aquel momento pasaban por la sala principal me escuchasen - ¡ os quiero ver a todos aquí en media hora preparados para enfrentaros a cualquier Gazoks que se ponga en medio!
Escuché los pasos de Zuko detrás de mi.
-Si la matan…
-Moriré -le interrumpí girándome esta vez para mirarle mientras los huesudos abandonaban la sala principal.
Zuko clavó su mirada en mi, pero no dejé que me dedicara ni una palabra más.
A paso acelerado me alejé de él.
-Pablo… -Nime se posicionó a mi lado mientras caminábamos por el largo pasillo que conducía hacia las habitaciones – recuerda que nosotros no podemos acercarnos mucho a la nave.
La miré por el rabillo del ojo y asentí.
-La nave está en el centro de un gran bosque rodeado de mil árboles – frené mis pasos al llegar a la habitación de Arima – no dejaremos que esa máquina que creó mi madre pueda tocar a nadie de vosotros.
Abrí la puerta de la habitación y miré  a mi alrededor.
-Nime.. -susurré -¿puedes buscarme una daga?
Ella asintió y me dejó solo cuando di el primer paso dentro del cuarto. Caminé lentamente hacia la cama e intenté ignorar el nudo de mi garganta cuando mis ojos se posaron en el pequeño hilo blanco que Arima había atado a nuestros dedos.
¿Qué era lo que había pasado? ¿Por qué salió de la nave sin esperar a que yo volviera? ¿Por qué mató a los huesudos?
Tragué saliva agarrando el hilo blanco entre mis manos y sonreí con tristeza recordando ese tierno momento.
-Pablo – un huesudo interrumpió en el cuarto sacándome de mis pensamientos – estamos todos listos.
Asentí guardándome el hilo en el bolsillo y le seguí mientras se unía a nosotros Nime.
-Solo úsalo sin es necesario.. -susurró entregándome un puñal de hoja larga y puntiaguda.
Lo observé detenidamente mientras llegaba a la sala principal donde mis ojos de inmediato se posaron en los cientos de huesudos armados hasta los dientes y en sus rostros rígidos dispuestos a matar a quién se les pusiera en medio.
Zuko me miró desde un extremo de la sala. Era evidente que el desaprobaba todo aquello, pero no era la primera vez que le dejaba claro que Arima estaba por encima de todo aquello.
-¡Mataremos a cualquier Gazok que se interponga entre Arima y nosotros! -caminé hacia ellos con gesto serio – necesito que luchéis y peleéis hasta salvar a Arima de las garras de esos desgraciados.
Me quedé en silencio agarrando con fuerza el puñal que me había entregado Nime.
- ¡No quiero que hagáis esto por mi -dije acercándome más a ellos -hacedlo por Neferet y juro que algún día estaré a su altura!
Los huesudos en completo silencio levantaron sus armas y bajo mi atenta mirada al unísono gritaron :
-¡POR NEFERET!
Tragué saliva algo emocionado y mientras ellos desalojaban la sala dispuestos a matar por su líder, mis ojos se posaron de nuevo en Zuko que a paso calmado se acercaba a mi.
-Vas a acabar con todos los huesudos..
Le reté con la mirada.
-Debería plantearme que todo lo que decías de mi madre eran solo mentiras – sonreí apoyando mi puñal en su pecho – ella jamás permitiría que me dejaras morir a manos de Zafir.
Él se apartó ligeramente de mi y tras mirarme con desprecio se alejó.
Esta vez sin perder más tiempo seguí a los huesudos que ya caminaban por fuera de la valla rota que Madu me había enseñado.
-No cometas el error de pensar con el corazón y no con la cabeza – Erix se posicionó a mi lado – matarás a cientos de los tuyos si no gestionas tus sentimientos.
-No puedo perderla.. -susurré.
Él me miró y pasó su mano por mi hombro acercándome más a él.
-Intenta hoy no perder a nadie.
Miré a los huesudos que caminaban en fila recta y por un instante me sentí culpable, si ellos morían era simplemente porqué por una parte yo también tenía miedo a morir. Si nadie rescataba a Arima, y Zafir acababa matándola , yo también acabaría muriendo y todo aquello no habría tenido ningún sentido.
Entonces una duda pasó por mi mente, ¿y si al morir Arima no moría yo?
-Erix- dije alcanzándole - ¿por qué Zuko no murió cuando Zafir acabó con la vida de Draven?
Él me miró con asombro, tal vez porque pensaba que yo no podía saber tal información, pero su gesto cambió cuando miró la desesperación en mi rostro.
-No tengo ni idea – apoyó su mano en mi hombro sin dejar de caminar – si ella muere solo rezo por que tu corras la misma suerte que Zuko.
Agaché la cabeza sintiendo que algo dentro de mi se rompía.
¿Como habíamos llegado a esa situación?
-Si ella muere… -intenté ignorar el nudo que se me había formado en la garganta -ojala muera yo también.
Me alejé de él sin decir nada más y me adentre entre los huesudos, adelantándolos hasta posicionarme al lado de Aiden, que con gesto serio dirigía a todos hacia lo que seguramente iba a ser una muerte segura.
Centré la mirada en los árboles que nos rodeaban intentando pensar con rapidez alguna forma de que tras convertirse en las criaturas que eran, nadie pudiera dispararles y acabar con ellos.
-Quiero que sepas que voy simplemente por una razón.
La voz de Aiden me hizo volver a centrar la mirada en él.
-Te puedes ahorrar tus razones -contesté cortante.
Él me miró por el rabillo del ojo y esbozó una ligera sonrisa llena de falsedad.
Apreté los puños queriendo propinarle un puñetazo en la cara, pero me olvidé de aquello cuando en la lejanía aprecié a la perfección la nave.
-Ha llegado la hora… -susurré.

GAZOKS  (parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora