Castigo

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Al terminar las clases, Sienna fue a cenar conde se encontró a Draco acercándose a ella algo serio.

-¿Te castigó Umbridge? -preguntó con las manos en los bolsillos de su pantalón. Sienna asintió-. ¿Y como estás?

-Pues lo mejor que se puede estar sabiendo que me toca castigo con esa mujer -respondió Sienna con acidez y Draco rió suavemente-. ¿Qué es tan divertido?

-Nada. Pero si gustas puedo reducir tu castigo -dijo-. Creo que yo sí le agrado a la profesora Umbridge, ademas, mi padre tiene más influencia sobre el ministro que esa mujer... Si se niega a reducir tu castigo... Puesto injustamente, he de reconocer, le hablaré de ti. Con saber que eres hija de mi padrino, no dudará en...

-Draco -interrumpió Sienna-. Me gané ese castigo por decir la verdad que ese sapo seco se niega a aceptar. Tomaré el castigo, además, no creo que sea tortura física, no sería correcto porque no agredí físicamente a nadie para ganar el castigo.

-Bien. Pero si ese castigo no es correcto me lo dirás ¿no?

A Sienna le dio la impresión de que Draco sospechaba como podían ser los castigos de la profesora, pues se veía muy preocupado. Pero Sienna decidió no enfocarse en ello.

*****

A la mañana siguiente Sienna fue a clases, la primera fue transformaciones, donde McGonagall les habló seriamente de los TIMOs y el hechizo desvanecedor que tenían que poder ejecutar. Al final sólo Sienna lo consiguió y Calum consiguió hacerlo ver mas transparente, entre los dos ganaron quince puntos más para Hufflepuff y McGonagall dejó de tarea seguir practicando el hechizo.

Después Flitwick se tomó unos minutos de la clase para hablar de los TIMOs y lo sencillos que resultarían si en clases eran capaces de realizar lo que vendría en ellos.

-Yo solo quiero dormirme otra vez -susurró Sienna dejando caer su cabeza en el libro.

-¡Despierta! -respondió Calum en un susurro cuando el profesor se dio la vuelta en dirección a ellos-. ¡Ay, no! yo no sé en qué momento me convertí en tu niñera.

-Deja de lamentarte, ya me desperté -dijo Sienna bostezando abiertamente y fingió ahogarse cuando el profesor la vio.

-Ay, niña. Escribe esto, el profesor dictó mientras dormitabas.

Le mostró el pergamino y Sienna escribió todo con flojera.

*****

Veinte minutos antes de la hora del castigo, Sienna salió de su sala común y camino con calma hasta el despacho de Umbridge. En el camino se encontró a Harry que iba sobándose la mano, pero Sienna rogó que fuera porque rozó la mano con alguna pared.

Tocó la puerta y la profesora le permitió pasar, al llegar Sienna casi vomita: el despacho era color rosa desde el suelo hasta el techo, habían un montón de imágenes de gatos en los platos que la seguían a todos lados, era una maulladera increíble.

Detrás del escritorio se encontraba la profesora mirando a Sienna con fingida alegría, como si nada le gustara más que tenerla ahí.

-Buenas noches -saludó Sienna.

-Buenas noches, señorita Peterson -articuló el sapo con su voz de tonta-. Creo que no hace falta recordarle por qué está aquí...

-No, profesora.

La Hija de Snape  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora