Partido de Quidditch

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Cuando empezó el mes de noviembre, el tiempo se volvió muy frío. Las
montañas cercanas al colegio adquirieron un tono gris de hielo y el lago parecía de acero congelado. Cada mañana, el parque aparecía cubierto de escarcha. Por las ventanas de los salones de arriba veían a Hagrid descongelando las escobas en el campo de quidditch, enfundado en un enorme abrigo de piel de topo, guantes de pelo de conejo y enormes botas de piel de castor.

Sienna no solía hablar mucho con Hagrid, solo hablaban de criaturas Mágicas. Debido a que Sienna creció en una ciudad, las criaturas Mágicas que llegaban a su colonia eran escasas y solo conocía las más populares, como Dragones, unicornios, sirenas (nada que ver con las de los cuentos), hadas, quimeras, o basiliscos, que incluso se podían ver en la literatura muggle.

Neville invitó a Sienna a ver el partido de Gryffindor contra Slyterin. Sienna aceptó, tenía ganas de ver la casa de Malfoy derrotada.

Así que cuando terminó de desayunar, salió al campo de Quidditch.

—¿Qué haces aquí? Sangre sucia incompleta. Este partido es de Gryffindor contra Slyterin, si los de Ravenclaw no tienen nada que hace aquí, los de Hufflepuff aún menos. Muevete y deja espacio a los espectadores más importantes...

—¡Malfoy! —exclamó Snape llegando por detrás—. Habíamos quedado que no utilizaría ese lenguaje en la escuela.

—Disculpe, profesor. Pero es que una alumna de Hufflepuff va a ver el partido.

Snape miró a Sienna.

—No creo que está niña vaya a hacerles algo por ver el partido, si algún equipo gana o pierde, el colegio entero lo sabrá de todos modos. Además, a nadie se le niega ver un partido de Quidditch, ella ni siquiera va a apoyar, solo va a ver.

—Pero, profesor...

—Cuando usted esté en el equipo, puede elegir sin problemas, quien ve el partido y quién no. Mientras un jugador tienga un argumento válido, se puede hacer.

Snape paso entre ellos y Malfoy fue furioso detrás de él a las gradas de Slyterin. Al cabo de un rato se reunió con Neville.

—¿Por qué snape te defiende tanto? —preguntó Neville—. ¿Ya lo conocías?

—No —contestó Sienna inmediatamente casi segura de su respuesta—. No lo recuerdo...

Sienna ya no recordaba a snape, pero su madre sí lo recordaba, solo que ya nunca se volvieron a ver. En alguna ocasión, Sienna chocó con snape cuando tenía cuatro años. Snape también recordaba a Sienna, esos ojos tan peculiares y los bucles castaños no se veían todos los días.

Flashback

—¡Hedado! —exclamó Sienna feliz cuando salieron de la heladería de Florean Fortescue. Rebecca le había comprado un helado con bola doble.

Sienna iba de la mano de su madre una vez que se terminó su cono hasta que vió un gato negro de ojos verdes y se dispuso a perseguirlo, lo atrapó, solo que chocó con las piernas de un hombre de túnica negra que estaba de espaldas a ella frente a la droguería.

—¿Quién...? Oh, solo una niña ¿Donde está tu madre? —articuló con voz neutral. La niña se veía adorable con la cara manchada de helado y una gata negra tan pequeña como ella retorciéndose en sus pequeños brazos.

—¡Sienna!¡Oh, dios mío! Lo siento mucho, enserio —exclamó Rebecca tomando a Sienna en sus brazos, intentó quitarle a la gata, pero Sienna la apretó contra ella—. Causó algún daño o...

—Oh, no. No sé preocupe —Severus miraba fijamente a Rebecca, la recordaba de algún lado—. Solo fue un choque. Además, consiguió lo que quería, ya tiene a su gata.

La Hija de Snape  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora