El Nuevo Profesor de DCAO

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Les pido disculpas (si es que aún están despiertos) olvidé por completo que hoy es lunes y bien chingona ya me iba a dormir 😅

Perdón, enserio. Faltan 32 min. para la medianoche, aún es lunes, así que impuntual casi no ando...

Perdón...

*****

Sienna estuvo a punto de ponerse a gritar por el susto.

En la puerta apareció un hombre que se apoyaba en un largo bastón y se
cubría con una capa negra de viaje. Todas las cabezas en el Gran Comedor se volvieron para observar al extraño, repentinamente iluminado por el resplandor de un rayo que apareció en el techo. Se bajó la capucha, sacudió una larga melena en parte cana y en parte negra, y caminó hacia la mesa de los
profesores.

Un sordo golpe repitió cada uno de sus pasos por el Gran Comedor. Llegó a un extremo de la mesa de los profesores, se volvió a la derecha y fue cojeando pesadamente hacia Dumbledore. El resplandor de otro rayo cruzó el techo.

Sienna tuvo que reprimir un grito y fingió ahogarse con la saliva.

Aquella luz había destacado el rostro del hombre, y era un rostro muy
diferente de cuantos Sienna había visto en su vida. Parecía como labrado en un trozo de madera desgastado por el tiempo y la lluvia, por alguien que no tenía la más leve idea de cómo eran los rostros humanos y que además no era nada habilidoso con el formón. Cada centímetro de la piel parecía una cicatriz. La boca era como un tajo en diagonal, y le faltaba un buen trozo de la nariz. Pero lo que lo hacía verdaderamente terrorífico eran los ojos.

«Es horrible» pensó Sienna.

Uno de ellos era pequeño, oscuro y brillante. El otro era grande, redondo como una moneda y de un azul vívido, eléctrico. El ojo azul se movía sin cesar, sin parpadear, girando para arriba y para abajo, a un lado y a otro, completamente independiente del ojo normal... y luego se quedaba en blanco, como si mirara al interior de la cabeza.

El extraño llegó hasta Dumbledore. Le tendió una mano tan toscamente
formada como su cara, y Dumbledore la estrechó, murmurando palabras que Sienna no consiguió oír. Parecía estar haciéndole preguntas al extraño, que negaba con la cabeza, sin sonreír, y contestaba en voz muy baja. Dumbledore asintió también con la cabeza, y le mostró al hombre el asiento vacío que había a su derecha.

El Gran Comedor permaneció en un silencio para nada habitual.

El extraño se sentó y sacudió su melena para apartarse el pelo entrecano de la cara; se acercó un plato de salchichas, lo levantó hacia lo que le quedaba de nariz y lo olfateó. A continuación se sacó del bolsillo una pequeña navaja, pinchó una de las salchichas por un extremo y empezó a comérsela. Su ojo normal estaba fijo en la salchicha, pero el azul seguía yendo de un lado para otro sin descanso, moviéndose en su cuenca, fijándose tanto en el Gran Comedor como en los estudiantes.

—Les presento a nuestro nuevo profesor de Defensa Contra las Artes
Oscuras —dijo animadamente Dumbledore, ante el silencio de la sala—: el profesor Moody.

Lo normal era que los nuevos profesores fueran recibidos con saludos y aplausos, pero nadie aplaudió aquella vez, ni entre los profesores ni entre los alumnos, a excepción de Hagrid y Dumbledore. El sonido de las palmadas de ambos resonó tan tristemente en medio del silencio que enseguida dejaron de aplaudir. Todos los demás parecían demasiado impresionados por la extraña apariencia de Moody para hacer algo más que mirarlo.

Moody parecía totalmente indiferente a aquella fría acogida. Haciendo caso
omiso de la jarra de zumo de calabaza que tenía delante, volvió a buscar en su capa de viaje, sacó una petaca y echó un largo trago de su contenido. Al levantar el brazo para beber, la capa se alzó unos centímetros del suelo, y Sienna vio, por debajo de la mesa, parte de una pata de palo que terminaba en una garra.

La Hija de Snape  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora